Julio, agosto y septiembre de 2014, fueron considerados por la organización internacional Artículo 19 como los más peligrosos para los periodistas desde el año 2007, tal como lo afirmó su director para México y Centroamérica, Darío Ramírez en medio de la ponencia “Disentir en silencio” llevada a cabo en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, y en la cual Carmen Aristégui, Lydia Cacho y Juan Villoro fueron los ponentes.
“En un acumulado de 2014 ya tenemos más de 200 agresiones hasta septiembre pasado, un intento por acallar a la prensa desde la misma prensa y desde la narrativa oficial”, aseveró Ramírez al momento de presentar el informe actualizado de 2013 sobre la violencia hacia la prensa y la criminalización de la protesta que elaboró la organización a la que pertenece.
Ramírez informó que de las agresiones que registraron, 80 por ciento fueron contra hombres y 19 contra mujeres; 59 por ciento fueron de parte de funcionarios públicos y sorprendentemente sólo el 6.7 por ciento fueron del crimen organizado. Asimismo, precisó que en lo que va de 2014 se incrementaron en un 39 por ciento los ataques a instalaciones de medios de comunicación, al igual que las campañas de desprestigio en redes sociales.
Al respecto, Carmen Aristégui señaló que en las redes sociales existe una especie de plataforma para dañar a la prensa, situación que ha vivido directamente, aunque no por ello se debe coartar la libertad de expresión propia de un medio de comunicación.
“Las redes tienen la virtud de poder ser un espacio horizontal, abierto a las personas para que digan lo que les da la gana, algo que hay que defender a morir, pero otro tema es cuando desde algún ámbito de poder sea económico, político o alguien que pueda financiar y establecer un equipo -a veces ejércitos- para generar campañas o mensajes masivos que tengan propósitos de aniquilamiento moral”, detalló la afamada periodista.
A su vez, la también periodista Lydia Cacho recordó la agresión vivida hace nueve años tras publicar un libro donde denunciaba la red de pornografía infantil donde estaba coludido el entonces gobernador priísta de Puebla, Mario Marín.
“El periodismo tiene como obligación principal poner sobre la mesa pública las verdades sociales, pero tiene la primera y última responsabilidad de documentar la vida y la palabra de todos los seres humanos”, manifestó la otrora columnista de El Universal.
Juan Villoro, por su parte, declaró que no hay duda de que México es un país donde la profesión de informar implica un gran riesgo que incluso puede costar la vida. “Esta zona donde lo ilegal se convierte en lo aparentemente legal es lo más peligroso, es eso lo que ha puesto en riesgo a los periodistas y la mayoría de las agresiones han venido de fuentes relacionadas con los distintos niveles en el gobierno: policías que no quieren que se sepa que se han corrompido, el ejército, la política y la empresa”, expresó el escritor.
“Espacios como Proceso, La Jornada o Reforma, es decir frentes periodísticos que no viven del tráfico de influencias, de otros negocios, que solamente viven de su propio producto. Y hoy en día esto es cada vez más difícil”, finalizó Villoro.