Morelia, Michoacán. Enero del 2017 despertó del letargo a millones de mexicanos con el aumento a las gasolinas y los lanzó a la calle en un hecho inédito para denostar al presidente Enrique Peña Nieto. Todavía en estos días, algunas unidades del transporte público en Morelia ostentan esos lemas como huella de aquellos escenarios: “¿Esa es tu reforma Peña?”.
Con el aumento a la gasolina de20 por ciento, la inflación en la primera quincena de ese mes alcanzó un aumento de 1.51, el mayor desde 1999, impulsado además por el alza al costo del gas LP.
Desde mediados de diciembre del 2016, el anuncio de precios diferenciados a partir del nuevo año para los combustibles y que Hacienda defendía como “reducir la brecha entre el precio vigente y el precio real”, no eran aún nada que se imaginaran los mexicanos. El retiro del subsidio oficial al costo de las gasolinas, redundó al iniciar enero, en un aumento de hasta el 20 por ciento, amén de que abrió puerta a la especulación para la venta de combustible, con un escenario que adelantó en mucho la cuesta de inicio de año y sacó de la modorra navideña a los ciudadanos entre gasolineras cerradas, plantones y movilizaciones que a diario se sucedían en el país con la exigencia de que se anularan los nuevos precios.
En contra de su tan profusa propaganda, que festinaba que a través de la reforma energética y fiscal se eliminarían paulatinamente los costos en los servicios y combustibles, enero demostró que no era nada real el mensaje y que estás eran, además de la educativa, indicios del fracaso oficial en lo que fueron las principales banderas de Enrique Peña Nieto, las reformas “estructurales”.
En Michoacán, se reprodujeron por igual las protestas y hubo cierre de gasolinas o un suministro que se interrumpía de combustible en las estaciones de servicio, algunas de ellas incluso con plantones esporádicos.
A partir de ahí, el gobierno federal si bien no derogó el aumento inicial de 20 por ciento, aplicó un tabulador de precios temporal de acuerdo a zonas económicas en el país, lo que estableció los precios diferenciados al igual que se inauguró una nueva etapa en la comercialización del combustible, la entrada al país de gasolineras extranjeras. La reforma energética tiene para Peña Nieto el objetivo de “transformar a Pemex”, con el ingreso de inversión extranjera y la concesión para explorar y explotar yacimientos.
Mayores empleos, más inversión extranjera, fueron otros escenarios planteados por el priísta no cumplidos. Organismos internacionales hablan del incumplimiento en el crecimiento económico anual, que siempre se estima oficialmente en un promedio de 3 por ciento y apenas si logra rebasar el 1 por ciento.
En enero de este año, una encuesta de Reforma señalaba que el 87 por ciento rechazaba la conducción de Peña Nieto al frente del país.
“La Reforma Energética de Peña Nieto no contiene propuesta alguna para reforma el sector energético en sí mismo; se trata en realidad de una propuesta de reforma al marco constitucional que rige el sector energético; reforma que Peña Nieto presenta como un “producto milagro”, pues con el simple hecho de modificar la Constitución, mágicamente se alcanzarán grandes beneficios en el sector energético, la economía y la sociedad; sin precisar los “cómo” y los plazos en que se alcanzarían tales beneficios”, señalaba el investigador José Luis Manzo, en su ensayo La reforma energética de peña nieto: vuelta al pasado, publicado en www.energia.org.mx, en el año 2013.
En marzo del 2017, la Arquidiócesis de México consideró que la reforma energética sólo ha servido para crear “nuevas generaciones de pobres”. Refiriéndose al gasolinazo, su editorial en el semanario Desde la fe, señala “El resultado [de estas medidas] es más que evidente. Aunque negado por las autoridades hacendarias, la inflación de más del 4 por ciento en el primer trimestre del año impactó la economía de las familias mexicanas”. (portal www.sinembargo.mx,12 de marzo de 2017).