Morelia, Michoacán. La operación política falló, la desconfianza entre diputados salió a relucir, el caos en los procedimientos legislativos privó y la decisión finalmente no pudo cuajar. Entre circo, maroma y teatro, con dos rondas en las que no se logró la votación necesaria, el Pleno del Congreso se quedó sin designar al magistrado titular de la Segunda Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia del Estado.
La votación que la mayoría legislativa pensaba ganada antes de tiempo hizo que una de las aspirantes, Ana Luz Mila Barrera permaneciera en el Congreso desde temprana hora a la espera de rendir protesta al cargo, cosa que jamás ocurrió.
Por ley la definición de la magistratura tiene que darse por mayoría calificada, esto es, las dos terceras partes de los legisladores presentes en la sesión.
Los perredistas traían sus cuentas con la idea de que lograrían los 27 votos necesarios para amarrar la designación de Mila Barrera. Sin embargo la aspirante no contó con el respaldo priista e incluso hubo quien en el PAN cuestionaba “off the record” que fuera promovida por el secretario de Seguridad Pública, Juan Bernardo Corona Martínez con quien presuntamente tiene un vínculo sentimental.
Trascendió también que los priistas traían línea de la dirigencia nacional para apoyar la aspirantía de Dora Elia Herrejón Saucedo, de quien –también tras bambalinas- se comentó que su interés era acceder a la magistratura para poder jubilarse ahí y obtener la jugosa pensión con que cuentan los magistrados retirados.
La línea nacional a los tricolores presuntamente se dio a petición de la coordinadora parlamentaria Adriana Hernández Íñiguez por no tener garantizado por sí misma el respaldo de los llamados diputados disidentes de su fracción.
De antemano se sabía que los aspirantes Ramón Sánchez Magaña y Juan Salvador Alonso Mejía no serían seleccionados por su condición de hombres, ya que los diputados tienen la idea de designar una mujer para equilibrar el tema de género en el pleno del Supremo Tribunal de Justicia.
Previo a la votación se repartió a cada diputado cuatro cédulas con el nombre de cada uno de los aspirantes para que depositaran una en la urna transparente colocada en la Mesa Directiva.
La primera votación traería a la postre el caos en la sesión. El resultado arrojó 25 votos para Ana Luz Mila Barrera, 14 para Dora Elia Herrejón Saucedo, uno para Salvador Alonso Mejía y uno voto nulo en el que se trató de escribir el nombre de Ana Luz pero como lo hicieron incorrectamente se invalidó.
Como los votos no sumaron la mayoría calificada el presidente de la Mesa Directiva declaró un receso para que la Junta de Coordinación Política se reuniera en búsqueda de acuerdo.
Los minutos se prolongaban en tanto que la incertidumbre crecía. Las versiones sobre lo ocurrido empezaron a fluir entre los diputados y los representantes de los medios de comunicación.
Una de esas versiones fue que el diputado Roberto Maldonado Hinojosa les recogió a los priistas tres de las cuatro cédulas que les entregó la Secretaría de Servicios Parlamentarios, esto para garantizar que sólo contaran con aquella que tenía el nombre de Dora Elia Herrejón y esa la depositaran en la urna.
Sin embargo una legisladora tachó el nombre de Dora Elia para anotar el de Ana Luz Mila debido a que había adquirido compromiso con los perredistas, pero como ni el nombre se aprendió lo escribió incorrectamente y provocó que el voto fuera anulado. Más tarde trascendió que dicha diputada fue Xóchitl Gabriela Ruiz González.
Pese a que su bancada tenía acuerdo con el PRD, el panista Miguel Ángel Villegas Soto optó por votar por Salvador Alonso Mejía por estar inconforme que Mila Barrera fuera impuesta por el secretario de Seguridad Pública. Finalmente acabó por alinearse y votar en la segunda ronda según lo acordado.
Luego de casi una hora de receso Pascual Sigala Páez, presidente de la Mesa Directiva reinició la sesión proponiendo repetir la votación aunque con un esquema diferente. Él planteó que se colocaran dos urnas, una para depositar el voto y otra para las papeletas sobrantes a fin de verificar que todos los diputados tuvieran en su poder las cuatro que les correspondían.
Más tardó Sigala Páez en hacer el planteamiento que los priistas en saltar contra él. Primero Raymundo Arreola cuestionó que se pretendiera cambiar el procedimiento cuando la práctica parlamentaria era otra.
Daniel Moncada planteó que uno a uno de los diputados conforme a lista subiera a depositar su voto para dar orden a la sesión, sin embargo los priistas mostraban su inconformidad argumentando que en ninguna parte de la Ley se establece que debe haber dos urnas.
La petista Mari Carmen Bernal propuso que se les entregara una cédula en blanco para que los diputados anotaran de puño y letra el nombre de su favorito, y para evitar errores ortográficos se proyectara en las pantallas del Salón de Sesiones los nombres de los cuatro aspirantes.
El debate no cesaba, Raymundo Arreola recordó que la Ley habla del voto por cédula, pero no la manera en que los diputados deben votar, “no es costumbre parlamentaria el que nos llamen por nuestro nombre para votar, nos están poniendo un orden especialísimo en este caso, lo que queremos es comprensión de las mayorías racionalísimas del Congreso”.
La coordinadora priista Adriana Hernández exigió respeto a la práctica parlamentaria, mientras que Pascual Sigala argumentaba que su responsabilidad como presidente del Congreso era el cumplimiento de la Ley.
“La costumbre parlamentaria, ya lo dijo Juan Gabriel, es más fuerte que el amor”, argumentaría Raymundo Arreola provocando grandes carcajadas en el recinto mientras Pascual Sigala le refutaba que si bien en el Congreso hay costumbres “por encima de éstas están las leyes”.
La priista Rosa María de la Torre cuestionó a Sigala: “¿qué práctica parlamentaria dice que el presidente de la Mesa pueda interpretar por su regalada gana la ley?, jamás hemos llevado una votación por orden alfabético y entregado las cédulas sobrantes, exijo que se respete la ley y no se cambie por quién sabe qué intereses oscuros”.
La petista Mari Carmen Bernal aprovechó el momento y apuntó: “para que no haya interés oscuro, sostengo mi propuesta”.
Finalmente Sigala Páez sometería a votación el procedimiento, optando la mayoría por la propuesta de Mari Carmen Bernal para que de puño y letra los diputados escribieran el nombre de su favorito.
“Me preocupa el tema de la ortografía”, decía el priista Roberto Maldonado.
Las papeletas en blanco fueron entregadas a los legisladores. En el ala de las curules priistas podía observarse al legislador Roberto Maldonado escribiendo en las papeletas de sus compañeros el nombre por quien deberían votar.
Los diputados fueron llamados por lista para que depositaran su voto en la urna.
Finalmente la votación fue de 26 a favor de Ana Luz Mila Barrera y 14 para Dora Elia Herrejón Saucedo, sin que se lograra nuevamente la mayoría calificada establecida por Ley.
Es así que Daniel Moncada solicito una moción suspensiva para que el asunto se regresara a comisiones, por lo que Pascual Sigala ordenó su retorno a fin de que se genere un nuevo dictamen que provea de mayores elementos para la toma de decisiones en el Pleno.