Opinión 3.0


Carta a una joven escritora

Ab Origin

Querida Maite: Te saludo con cariño y deseo lo mejor para ti y tu hijo. Agradecido por tu invitación al encuentro de escritores, sobre todo poetas, que apoyaste tan decididamente, asombrado por lo que ahí sucedió y contento de tu entusiasmo por escribir, me animo a compartir contigo esta reflexión:

Es doloroso perder un familiar, sufrir un atentado o verse en medio de una balacera por el enfrentamiento entre delincuentes, como pasa últimamente en Michoacán, y pague gente inocente. Indigna la desaparición y asesinato de estudiantes, campesinos o indígenas; pero es bueno que la sociedad se sume a causas tan justas como la lucha de los estudiantes, los familiares de desaparecidos, las mujeres maltratadas o los niños en condición de calle. Ustedes mismos, los campesinos, viven una lucha intensa por oportunidades para la agricultura. Pero ya que queremos hablar de literatura, hay que subrayar que todo esto no es literatura, sino delincuencia.

Escribir sobre nuestro entorno con las reglas de la literatura, es literatura, pero no nuestro entorno en sí. Es un tema que puede (y debe) abordar la literatura, urge que lo haga, pero qué mejor si lo hacen también la pintura, el teatro (el cine ya lo hace), el periodismo serio y cualquier otra forma de expresión escrita o no.

Para saber sobre lo que es la literatura, no deberemos atenernos a definiciones académicas que suelen conducirnos a la frustración, como la que se sufrimos los estudiantes con modelos de enseñanza donde un maestro prefiere hacernos aprender de memoria las tablas de multiplicar, en lugar de ayudarnos a razonar la multiplicación. Por eso prefiero que hablemos de literatura y no que la definamos.

María Luisa Puga decía que “si es vivible, es escribible”, e Isaac Levín, “que se puede escribir básicamente sobre el amor, la vida y la muerte”. Si el amor es la vida entonces los temas son dos; si consideramos que la muerte es consecuencia de la vida, se reduce a uno: la vida. Como decía María Luisa Puga: si es vivible, es escribible.

En resumen, la literatura puede abordar todos los temas. Eso quiere decir que quien cree que la poesía es para hablar sólo del amor, se equivoca lo mismo que quienes creen que los poetas son “gente que habla bonito”. Claro, los poetas se ocupan de decir bien las cosas apoyados en el ritmo, las imágenes y el lenguaje, pero no para hablar bonito. Así, hay poesía literariamente bien escrita que no necesariamente gusta y, de igual manera, poesía popularmente aceptada que, sin embargo, es verdadera basura.

Entre la muy mala poesía que circula están “la poesía con mensaje” (¡qué es eso!), la poesía discursiva (¡qué flojera!), la poesía “didáctica” (¡qué horror!) o la poesía michoacana. ¡”Michoacana” por qué!, si la poesía es universal y, si es buena, debe comprenderse en cualquier cultura. (Claro, para comprender la poesía en otra lengua necesitamos de las traducciones).

Insisto, la poesía —y en general la literatura— debe ser universal.

También se habla de “literatura indígena”. ¡Qué cosa, Maité!, ¡si mis textos fueran literatura indígena, sus destinatarios, es decir mis lectores, tendrían que ser sólo indígenas o hablantes de mi lengua! No quiero hacerle eso a mis textos, y nadie debería permitirse eso con sus cuentos, sus poemas o sus novelas.

Concluyo, para no cansarte: Cervantes no escribió para los españoles, Borges ni Cortázar escribieron para los argentinos ni García Márquez lo hizo para los colombianos; de hecho, Rulfo ha sido traducido a más de cien idiomas, justo porque no escribió sólo para su natal Jalisco. Estos letristas ni siquiera escribieron para las sociedades de su tiempo más que para las sociedades de todos los tiempos; de ahí su vigencia.

De la misma manera tú, Maité, no escribas para los de casa. Es más, ¡no escribas para nadie, ni siquiera por misión alguna! Escribe, sólo escribe. Escribe como quieras, libremente, pero bien. Eso se aprende. Recibe un abrazo.

20 noviembre, 2017
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