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(04 de enero, 2014).- Los manglares sensibles al frío se han expandido de manera espectacular a lo largo de la costa atlántica de Florida conforme la frecuencia de las heladas ha disminuido, según un nuevo estudio basado en datos de satélites de 28 años de la Universidad de Maryland y el Centro de Investigación Ambiental Smithsonian en Edgewater, Maryland, Estados Unidos.
Entre 1984 y 2011, la costa atlántica de Florida desde el área de Miami hacia el norte ganó más de 3.000 acres (1.240 hectáreas) de manglares, un aumento que se produjo al norte del condado de Palm Beach. Entre la Costa Nacional de Cabo Cañaveral y San Agustín, los manglares se duplicaron en área.
Mientras, entre los primeros cinco años del estudio y sus últimos cinco años, cerca de la playa de Daytona se registraron 1,4 días menos al año en los que las cayeron por debajo de 28,4 grados Fahrenheit (cuatro grados centígrados). El número las heladas en el sur de la Florida se mantuvo sin cambios.
El avance de los manglares por la costa hacia el norte hasta San Agustín, en Florida, es un ejemplo notable de una manera en la que los impactos del cambio climático se presentan en la naturaleza. El aumento de las temperaturas da lugar a nuevos patrones de clima extremos, que a su vez provocan cambios importantes en las comunidades vegetales, dicen los autores del estudio.
A diferencia de muchas investigaciones que se centran en los cambios en las temperaturas medias, este estudio, publicado en la edición digital de este lunes de ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, muestra que los cambios en la frecuencia de eventos raros y graves pueden determinar si los paisajes se mantienen o se transforman por el cambio climático.
Los bosques de manglares están superando a las marismas, según uno de los autores del trabajo, Daniel S. Gruner, profesor de Entomología de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. “Esto es lo que esperamos ver que suceda con el cambio climático, que un ecosistema sustituye a otro. Pero en este momento no disponemos de información suficiente para predecir cuáles serán las consecuencias a largo plazo”, afirma Gruner.
“Algunas personas pueden pensar que es algo bueno porque hay tremendas amenazas que atacan los manglares. Pero esto no sucede en el vacío. Los manglares están reemplazando a las marismas, que tienen funciones importantes en los ecosistemas y las redes tróficas de sus ecosistemas”, argumenta otro de los investigadores, Kyle Cavanaugh, del Instituto Smithsonian, en Washington, Estados Unidos.
Los manglares crecen en aguas costeras poco profundas en calma a través de los trópicos y las marismas llenan ese nicho en las zonas templadas. Ambos son un hábitat importante para la fauna, incluyendo especies en peligro de extinción y pescados y mariscos de valor comercial. Algunos animales utilizan ambos tipos de hábitat y otros, como los gorriones que anidan en los pantanos costeros o las abejas que producen miel de mangle, se asientan en uno u otro.
Ambos proporcionan servicios valiosos a los ecosistemas, taponan las inundaciones, almacenan carbono atmosférico y permiten la construcción de suelos. Estos dos paisajes están en declive tanto a nivel nacional como mundial, ya que los manglares se talan para la producción de carbón vegetal, la acuicultura y la urbanización o pierden hábitat para proyectos de drenaje y las marismas se ven amenazadas por el drenaje, la escorrentía contaminada y el aumento del nivel del mar.
Naturalistas de Florida notaron que los manglares crecen ahora en lugares que antes eran demasiado fríos para sus árboles tropicales. “Sabíamos lo que estaba sucediendo, pero nadie sabía si se trataba de una situación local o de un fenómeno regional”, recuerda Cavanaugh.
Cavanaugh, experto en teledetección, se centró en las fotografías de la costa atlántica de Florida tomadas por el Landsat 5, un satélite lanzado por la agencia norteamericana del espacio (NASA, en sus siglas en inglés) y el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, en sus siglas en inglés) en 1984 para seguir los cambios en la cobertura terrestre de la Tierra. Landsat 5 siguió trabajando hasta 2011.
“Muy pronto se convirtió en un estándar de oro para examinar los efectos del cambio climático, ya que permite mirar hacia atrás en el tiempo”, resalta Cavanaugh. Las imágenes de satélite revelan la expansión de los manglares en un terreno antiguamente habitado por plantas de pantano salado y, aunque el estudio sólo observó la Costa Atlántica, Cavanaugh y Gruner afirman que se está produciendo la misma tendencia en la costa del Golfo de Florida.
Las temperaturas medias de invierno han aumentado en siete de las ocho estaciones meteorológicas costeras en el área de estudio. Pero si el calentamiento global benefició manglares, la cubierta de manglares debería haber aumentado en todo Florida, no sólo en el norte. Temperatura promedio de invierno, la lluvia y el uso del suelo urbano o agrícola no explican esta expansión de los manglares, sino que esta tendencia se debe a un menor número de días de congelación en el extremo norte.
Los investigadores están estudiando estos efectos sobre los insectos y las aves costeras; si el cambio va a afectar a la capacidad de ecosistemas costeros para almacenar carbono y si los peces jóvenes y los crustáceos de valor comercial seguirán siendo abundantes en las comunidades cambiantes de plantas.