Por: Enrique Castro
“En la actualidad, el 70% de la extensión del lago tiene una desecación total”, es decir, se encuentra sobreviviendo con solo un cuarto de su total, esto según los datos del Doctor Rafael Trueba,, investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (INICIT-UMSNH).
Está en su nível más bajo, superando el máximo histórico de desecación en el 2021. Ahora, el paisaje luce desolador; en la comunidad de Mariano Escobedo, en la “península” del lago, los pescadores preparan sus redes de pescar, al cuestionar sobre donde van a ir pescar, dicen que “cerca de Queréndaro, o donde haya agua” y aseguran que tienen que viajar por tierra casi 3 horas para poder pescar pocos kilos de pescado de un tamaño pequeño.
Desde lo que era el espejo de agua, ahora hay marcas de llantas de vehículo, el transito entre comunidades de extremo a extremo ya ha dejado rutas y marcas; un “Cuatro caminos” donde antes había agua y todo un ecosistema.
En gran parte de su extensión, ahora funciona para actividades ganaderas, decenas de cabezas de ganado caminan y buscan algo que comer en el árido y salino suelo.
A la orilla en Mariano Escobedo, dos pequeños charcos resaltan, tanto por tener agua como por el color de la misma: Uno verde y otro rosa. Es agua estancada y según los datos que brindan los habitantes, ese color es por “una especie de organismos que salen por la descargas de agua sucia”.
La temporada de secas o el estiaje ha comenzado, el lago milenario se resiste a “caer”; como primer acción, el Dr. Trueba señala “ se requiere el decreto como zona de restauración ecológica por la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), ya que el lago “debe y puede”
