(16 de febrero, 2014).- La sociedad no es la misma de hace 10 ni 20 años atrás. Hoy los amigos con ventajas, touch and go o sexo casual, son formas aceptadas de relaciones amorosas, donde el canon es tener sexo sin ataduras.
Es por eso, que pensar en los hombres como “animalitos del amor”, se vuelve un juicio demasiado despectivo y severo con su comportamiento amatorio. Aunque también podría ser la reflexión que nace de un corazón roto, desilusionado y víctima de las circunstancias.
En un artículo publicado en www.elephantjournal.com, el columnista Keith Molyneaux alega que ver a los hombres de esta manera significa también que las mujeres merecen un estereotipo similar o al menos, un hombre para tener relaciones sexuales.
Sin embargo, enfatiza que tomar a las personas bajo esa condición básica, a su juicio, es excepcionalmente perjudicial para las relaciones y se devalúa a los hombres y su masculinidad, porque no daría ninguna valoración a la profundidad del corazón, coraje y espíritu de los hombres.
“No honra al amor, la integridad, la sensibilidad y el arte que los hombres traen a la vida. Más bien, es una idea y comportamiento que tiene que ver con el ser humano y las experiencias que le han tocado vivir”, argumenta.
Y agrega, que la gente ya sea hombre, mujer, hetero o gay son capaces de tener sexo sin ataduras. Pero, lo importante, dice es que se debe entender que el comportamiento es individuales y no de género, donde la principal razón que lo incita estaría en que ambos buscan cosas diferentes y obtienen otra. Es decir, las mujeres querrían intimidad emocional y los hombres sólo intimidad o viceversa. De ahí el alegato, la inconformidad.
Pero, Keith Molyneaux cree en el amor y que cuando ambos se buscan para tener una relación, la intimidad transciende el cuerpo, penetra el espíritu y abre el corazón.
“Si sigues creyendo que la mayoría de los hombres quieren sexo sin ataduras te negarás posibilidades para tener un relación, ya que ese es un estereotipo tan dañino como creer que todas las mujeres son emocionales o que son malas para las matemáticas o para conducir”, detalla.
El cuerpo como fetiche
Para la psicoanalista chilena, Constanza Michelson ([email protected]) esta creencia surge a raíz de la diferencia brutal entre la erótica masculina y la femenina.
“Para los hombres el cuerpo de las mujeres sí es un fetiche. Vivimos en una cultura del patriarcado, masculina donde la publicidad y las imágenes que habitualmente vemos está llena de mujeres desnudas, guapas, esbeltas y su erótica tiene que ver con que ellos se sienten muy atraídos por el cuerpo de la mujer y sus parcialidades como glúteos y senos que les resultan muy atractivas”, explica.
Como consecuencia, ambos hombres y mujeres, nos veríamos inundados con imágenes de los cuerpos cosificados de la mujer. En cambio, afirma la especialista, la erótica femenina no es su contraparte. “No nos gusta mirar cuerpos masculinos no nos interesa. No cosificamos su cuerpo, sino que nuestra erótica pasa por el deseo del otro hacia nosotras y lo que nos provoca”, declara.
En ese sentido, opina que creer que los hombres quieren puro sexo no es cierto, porque cuando se enamoran cambian del cielo a la tierra. Pero, de que el cuerpo de la mujer es su fetiche que quieren tener, sí.
Y las mujeres…
A juicio de la psicoanalista, otro problema que surge es que hoy las mujeres habrían sido “convencidas” de cosificar al cuerpo, y por eso existen “club para mujeres”, “sex shop” y los “amigos con ventaja”.
“Se ha alentado esa versión masculina de la mujer, pero en cambio, ellos siguen teniendo esa visión de que existirían mujeres para la cama y otras para casarse, donde las que salen para atrás nuevamente son las mujeres”, afirma. Entonces, cita al filósofo Michel Foucault “no por decirle sí al sexo, significa decirle no al poder”.
“Nos convencieron que al liberarnos sexualmente seríamos más libres y dueñas de nuestro cuerpo, pero en ese camino a la liberación cumplimos la fantasía del hombre, sexo gratis”, opina.
Además cuestiona las relaciones de amigos con ventajas, porque son exclusivamente masculinas, donde no se llama, no se pide cariño, no hay una relación de cuidado, cariño, amistad.
“Podrías estar en una aventura sexual y sin proyección, pero en estas relaciones tener sexo sin generar intimidad psicológica, genera maltrato, competencia y mezquindad en el encuentro”, declara la psicoanalista Michelson. Desde esa perspectiva, critica que esta liberación sexual ha trivializado el cuerpo y deshumanizado al sexo.
“No podemos olvidar que nuestro potencial es hablar de las relaciones, somos las que invitamos a conversar, humanizar las cosas y hoy estamos perdiendo ese capital en eso de masculinizar las cosas y las relaciones generando un vacío tremendo en relación a la intimidad sexual”, reflexiona.
Por tanto, el llamado de Constanza Michelson es a recuperar el cuerpo, encontrar el lugar y salir de la imposición publicitaria y de la creencia de que todo es sexo. Por más que todos quieran lo mismo.