(09 de marzo, 2014).- “Si no combate, no hubiera habido Mandela, entiéndase, el mundo entero hubiera olvidado a Mandela y estaría muerto en prisión como deseaban aquellos que lo habían encerrado. Las sospechas y las acusaciones de fraude, de corrupción, de secuestro, de homicidio, de traición, no lograron ni lograrán acabar con la fortaleza de esa mujer indomable; Winnie”.
Como una mujer de corazón de león, es como Fabién Adonón Djogbénou describe a Nabandle Nomzamo Winfreda Madikizela, también conocida como Winnie.
Nacida en Sudáfrica el 26 de septiembre de 1936, ha sido relegada en la Historia y reconocida a nivel internacional como la ex esposa de Nelson Mandela, a quien conoció en 1956, Winnie y con quien dos años más tarde contrajo matrimonio, sin embargo, pasaron juntos sólo seis años de los 38 que duró su matrimonio.
Fabien Adonón Djogbénou, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales señala que al momento de contraer matrimonio, “él tenía 39 años con un pasado de militancia ya probada, ella 22, primera trabajadora social negra en el hospital de Soweto. La vida con él siempre ha sido una vida sin él, decía Winnie”.
Para Adonón, sociólogo, economista y encargado del Seminario de Estudios Permanentes Africanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el personaje que le llama la atención en el proceso sudafricano, incluso tras haber convivido directamente con Nelson Mandela, es Winnie.
Y es que el investigador destaca la manera de relegar a la compañera de lucha de Mandela, misma que ha sido señalada como culpable de actos de corrupción, de actos violentos contra simpatizantes del Congreso Nacional Africano e incluso, por órdenes del gobierno regido aún por el Apartheid -la primacía de la minoría blanca sobre la mayoría negra-, Winfreda pasó 17 meses en la cárcel entre 1969 y 1970 y 6 más entre 1974 y 1975.
“Winnie y Nelson son dos caras de una misma lucha. Una vez que Nelson es condenado a cadena perpetua, Winnie recoge y alza la antorcha de una lucha con una conciencia dotada de un corazón de león. De 1962 a 1980, cualquier imagen o alusión o cita del prisionero 466/64 [de Nelson Mandela] fueron terminantemente prohibidas en África”, señala Adonón.
Sin embargo, gracias a Winnie y su amistad con el jefe del movimiento de la conciencia negra, en 1980 aparece en un diario público la petición de liberen a Mandela.
“La presión del gobierno fue tal que después le clausuran el periódico a cargo de Percy Kohoza, quien terminó por huir a Norteamérica”, menciona Adonón, para quien el hecho de la publicación era un acto deliberado de Winnie para mantener vivo el nombre de Mandela y el de sus compañeros presos tanto de la propia Sudáfrica como del exterior.
El poder racista de la época, refiere el académico, pensaba que encarcelando la totalidad de los líderes del Congreso Nacional Africano, destruiría la organización, “no pensaba que mujeres negras como Winnie serían capaces de continuar la lucha […] Winnie se convirtió en un ícono contra el apartheid”.
De 1977 a 1985, Winnie fue desterrada en la aldea de Brandfort, apenas éste concluyó, se trasladó hacia Soweto, donde a pesar de la prohibición que ésta tenía de aparecer en actos públicas, ésta aparecía en eventos de más de 40 mil personas.
“Mientras Mandela se encaminaba hacia la reconciiación, Winnie se radicalizaba. ‘No teníamos otra elección que responder a la violencia por la violencia’, exclamó Winnie. En efecto, los que como Winnie sufrían en carne propia la violencia del apartheid, los que eran carne de cañón en el combate contra el enemigo y el apartheid, no podían estar de acuerdo con la paz que reclamaba la minoría blanca y racista”, indica Adonón.
Winnie apoyó la resistencia armada contra el apartheid y participó en múltiples huelgas de obreros negros, “Winnie la irreverente trató de cretinos a estos jerarcas del Consejo Nacional Africano”, agrega el docente universitario.
Winnie también fue nombrada Ministra de Arte, Cultura, Ciencia y Tecnología del primer gobierno post apartheid encabezado por Nelson Mandela en 1994.
Actualmente, señala Adonón, Winnie sigue clamando como en el principio de las negociaciones que condujeron a la liberación de Mandela, que se ha sacrificado la emancipación económica de Sudáfrica en el altar de una paz ambigua.
“Es un secreto a voces que la juventud sudafricana está desempleada y que representa una bomba de tiempo. Peor aún, la riqueza de Sudáfrica queda en manos de la minoría de siempre. Queremos una Sudáfrica estable, dice Winnie, y para lograrlo, habrá que luchar contra las desigualdades económicas, las desigualdades sociales, culturales”, comenta el profesor.
Adonon explica que Winnie, Premio de Solidaridad de Bremen, es incansable, aún a sus casi ocho décadas de vida, sigue siendo ejemplo de lucha en Sudáfrica.
“En cuanto a mí concierne, dice Winnie, lucharé hasta mi último suspiro no sólo para proteger nuestra libertad si no para que ésta sea total”, concluye Adonón.