Perdidos entre cifras de millones de desempleados o aquellos sin acceso a educación superior, la juventud mexicana está perdida en el marasmo de la crisis económica, de seguridad y laboral que desde hace años azota al país, por lo que es considerada uno de los grupos que más sufren la indiferencia del Estado, que no ofrece políticas públicas en su beneficio sino una panorama meramente desolador.
Y es que no sólo se trata de una percepción de académicos y especialistas, pues cifras oficiales respaldan su postura. Actualmente, existen 38 millones de jóvenes en México (comprendida la juventud entre 12 y 29 años), de los cuales 47.1 por ciento están desempleados; 3.3 por ciento se encuentra en la búsqueda de un empleo; 26.7 por ciento asiste a una institución educativa y 20 por ciento ni estudia ni labora.
Estudios recientes determinaron que los llamados “ninis” en total suman 7.5 millones, no obstante hace unos días el José Manuel Romero Coello, titular del Instituto Mexicano de la Juventud refutó tal cifra e indicó que únicamente eran 6.2 millones, donde la mayoría era mujeres dedicadas a las labores hogareñas.
Aún más desesperanzadores, son los señalamientos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que ubican a México sólo por debajo de Turquia e Israel como el país que más “ninis” tiene con 24.7 por ciento de jóvenes entre 15 y 29 años en dicha situación.
De acuerdo con Héctor Castillo Berthier, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la génesis de la crisis juvenil radica en que las políticas públicas elaboradas se diseñan de manera homogénea sin tomar en cuenta las múltiples características de los grupos afectados, y de manera vertical sin consultárseles.
El también director del foro cultural para las expresiones juveniles en el Circo Volador, afirma que todos los niveles de gobierno desconocen el presente de los jóvenes, así como sus potencialidades y su vida diaria, “todo se centra en elaborar estadísticas que arrojan información cuantitativa, pero no profundizan en la investigación cualitativa para conocer su cultura, su visión”
De igual forma, rechaza la idea de homogeneizarse a los jóvenes pudieran en un solo grupo, pues son la acumulación de pequeños conjuntos diferentes entre sí: “Un pequeño porcentaje son hijos de los más ricos del país, éstos ni siquiera viven o conocen México; 14 por ciento son de clase media alta”, los cuales tienen acceso a ciertos privilegios como viajes, diversión nocturna o ropa de diseñador.
Contrario a ello, un 58 por ciento corresponde a los sectores populares, aquellos de “clases medias bajas y bajas”, que sufren la falta de educación universitaria, persecución policiaca únicamente por su aspecto físico y su forma de vestir, el llamado delito de “portación de cara”, por el cual llegan a ser extorsionados, sentenció el investigador.
Finalmente, agrega, el grupo restante del 25 por ciento incluye a jóvenes marginados, en pobreza extrema o proveniente de comunidades indígenas, “todos son jóvenes y son muy distintos, cada uno tiene potencialidades y realidades distintas”. Es por ello que como refiere el investigador universitario las políticas referentes deben enfocarse en el sector educativo, brindar empleos decentes y reforzar los valores familiares.)
Al respecto, estudios en materia educativa muestran que únicamente seis de cada 10 jóvenes con posibilidades de cursar la educación media superior lo hace, mientras que a nivel licenciatura menos de tres por cada 10 tiene la posibilidad. Por otro lado, con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2013, en México la tasa de desempleo es de aproximadamente ocho por ciento, número que duplica la media nacional en el rubro.
¿Empleo digno?
En el país, los jóvenes no sólo deben enfrentarse a un cerrado mercado laboral y el poco acceso a la educación media y superior, pues una vez que encuentran un lugar de ocupación, éste comúnmente ofrece un sueldo precario y deficientes condiciones laborales.
De los 14.7 millones de mexicanos entre 14 y 19 años que laboran, 26 por ciento percibe el sueldo mínimo o menos como salario; pero más preocupante es la condición de otro 24 por ciento que no cuenta con un sueldo, lo que se traduce en que cerca del 50 por ciento de total subsiste con cinco dólares diarios o menos, de acuerdo a una investigación del Observatorio del Empleo de la Universidad Iberoamericana de Puebla, titulado “La precarización del empleo como ejercicio de violencia hacia los jóvenes”.
A su vez el estudio “El empleo, el ingreso y el actual gobierno”, realizado por investigadores del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, indica que 66 por ciento de los jóvenes de 12 a 29 años trabaja en el sector informal, aunado a ello, 71.2 por ciento del total de desempleados cuenta con estudios de secundaria a universidad, mientras que 40 por ciento (de entre 15 y 24 años) de quienes laboran en empresas formales no cuentan con seguro social ni prestaciones de ley.
Para Herlinda Suárez, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, situado en Cuernavaca, Morelos, la solución no está en “invisibilizar” los males de la juventud, sino en atacarlos de fondo, para ello las políticas públicas generadas deben impulsar proyectos individuales que permitan a los jóvenes generar expectativas a futuro y participación en el ámbito público, lo que a su vez impida que la única opción de los jóvenes sea casarse o cuidar a sus adultos mayores.