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A 20 años del levantamiento ¿cuál es la verdadera cara del zapatismo? #Video

Fabián Cuéllar/@FCuellar3_0

Foto: Gustavo Aguado

Se ha especulado mucho sobre lo que hay detrás del pasamontañas del Subcomandante Marcos, sobre su identidad, sus intereses, al grado que se ha perdido el enfoque principal del movimiento zapatista: la lucha indígena. ¿Quiénes son los hombres y mujeres que forman las filas del EZLN?¿Cuáles son los ejes de su lucha? ¿Cuáles son sus exigencias? ¿Qué reglas los rigen?

El 21 de diciembre de 2012, bajo una lluvia constante, alrededor de 40 mil personas marcharon en distintos municipios de Chiapas: Ocosingo, Las Margaritas, Palenque, Altamirano y San Cristóbal de las Casas. Se oían las gotas que chocaban contra el suelo, contra los muros, las espaldas y los árboles; se oían los pasos de quienes marchaban, como un rumor que anunciaba lo que venía. Además de chamarras y plásticos que hacían las veces de impermeables, los marchantes venían cubiertos con pasamontañas: avanzaba el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

El EZLN tiene sus orígenes en la década de los 80, aunque su historia es conocida por pocos. Es un ejército conformado por indígenas mayas que se hizo famoso por la utilización de técnicas de guerrilla pero afirma que busca la paz, además de “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia y justicia” para los pueblos indígenas y para los mexicanos. La comunidad zapatista la conforman de igual forma mujeres, niños y ancianos, como una muestra de equidad y democracia.

Ideológicamente, se identifica con la lucha por la tierra de Emiliano Zapata, con el marxismo y con el socialismo libertario que se opone a las cúpulas políticas y promueve un gobierno con mayor participación popular y ciudadana. Su ideario y sus acciones lo han consolidado como un grupo rebelde aparentemente sólido y congruente, aunque su influencia se limita a ciertos sectores de la izquierda.

La subsistencia del Ejército Zapatista podría estar ligada a su organización y al trabajo en comunidad. Con reglamentos internos que proponen formas de producción, de trabajo y de sociedad distintas a las que marca la carta magna, han resistido los embates del gobierno y de la realidad mexicana.

En ese afán contra los grandes productores liberales, el EZLN se rige por distintas leyes que regulan el comportamiento de sus guerrilleros y de los pobladores del territorio zapatista. La Ley Agraria Revolucionaria se enfoca en los ideales de “Tierra y Libertad” del Caudillo del Sur; la ley de derechos y obligaciones de los pueblos en lucha delinea las condiciones de convivencia social y las responsabilidades del pueblo para con la Revolución. Quizá de las más conocidas, la Ley Revolucionaria de las Mujeres que busca equidad de género, seguridad y respeto para todas las zapatistas.

Han firmado 6 Declaraciones de la Selva Lacandona, la última con fecha de Junio de 2005. En ellas, expresan su inconformidad por los constantes abusos contra las comunidades indígenas, y exigen que se respeten los Acuerdos de San Andrés que, hasta hoy, no han sido cumplidos por parte de los distintos niveles de gobierno.

Desde mediados de la primera década del Siglo XXI, y haciendo honor a su búsqueda de paz, los zapatistas se enfocaron en la organización efectiva de las comunidades autónomas chiapanecas y, como ejército, se limitó a brindar apoyo a quienes conformaban la sociedad civil dentro de su territorio. Como lo afirma el Subcomandante Marcos en uno de los últimos comunicados que se publicaron, “no con pocos errores y muchas dificultades” han logrado avances significativos que se traducen en bienestar para los indígenas.

En un escenario utópico, los planteamientos de las Declaraciones de la Selva Lacandona construirían una nación que respeta a los indígenas, que promueve sus raíces y conserva su cultura. Al mismo tiempo, conseguiría un escenario político inclusivo, sin cúpulas, democrático. La desaparición intermitente del EZLN de la escena política pone en duda la relevancia de su imagen y el compromiso real con el cambio no sólo a nivel local, sino nacional.

Mientras se enfrentan al mismo PRI al que atacaron en 1994, el escenario para los zapatistas no es, por mucho, el mismo que 19 años atrás: el Ejército Mexicano no contaba con el número de efectivos (que hoy asciende a 200 mil soldados) ni el presupuesto federal (la partida para 2013 contempla $155,209.3 millones para los rubros de seguridad nacional) con el que hoy en día trabaja el Gobierno Federal.

La credibilidad del movimiento se ha visto disminuida por su presencia inconstante en el imaginario colectivo, igual que por las contradicciones a las que se enfrenta su portavoz, Marcos, en cada entrevista en la que maneja un doble discurso: el propio y el zapatista.

Sin aliados políticos conocidos, navega en la indiferencia del ciudadano promedio que no se identifica con esa izquierda radical sin representación partidista. La clandestinidad que construye al movimiento es, a la par, motivo de su debilitamiento. Pero, a pesar de la aparente falta de atención e interés de los últimos años, el día en que los zapatistas reaparecieron, las cámaras estuvieron atentas a lo que harían.

El silencio de aquella marcha decembrina fue roto por un comunicado que comenzaba con una paradoja: “¿Escucharon?” preguntaba la misiva que, sabíamos de antemano, iba firmada por el portavoz legendario del EZLN. Desde su primera aparición pública, la imagen de Marcos desentonó con las consignas de su ejército: su hablar y los pocos rasgos que permitía ver el pasamontañas no concordaban con  el discurso proindígena que ha mantenido por casi dos décadas. Desde entonces, como cualquier líder político, ha causado simpatía y disgusto entre las altas esferas políticas, la sociedad civil y los medios de comunicación.

No es para menos: el mito del Sub Marcos, su imagen reproducida y comercializada sin descanso como la del Che Guevara, ha distraído la atención del fin aparente del movimiento zapatista. Lo cierto es que no hay zapatismo sin Marcos; sin él, los miles de indígenas que conforman el EZLN seguirían siendo invisibles para todo el mundo. Marcos y el pasamontañas, regresando a lo paradójico, le dieron un rostro a los indios chiapanecos.

Enlace a la nota de la reaparición del Subcomandante Marcos 21 Diciembre 2012

Ir al reportaje completo. La entrevista realizada a Alberto Cortés y Ana Solares. Las fotografías. Los vídeos. 

Una mirada al Zapatismo desde la lente de Gustavo Aguado

2 enero, 2014
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