El Diario
La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) pidió hoy al presidente de EEUU, Barack Obama, que no deje abierta a su sucesor en el cargo, Donald Trump, la cárcel de la base militar de Guantánamo.
Al cumplirse quince años de la prisión establecida en la Base Naval de Guantánamo, en el sudeste de Cuba, y cuando a Obama le quedan menos de diez días en el cargo, la directora ejecutiva de AI, Margaret Huang, le envió una carta en la que le pide cumplir su compromiso electoral de cerrar esa cárcel durante su mandato.
«Le escribo para hacer un último alegato para que utilice todos los poderes de su oficina y cierre el campo de detención de la Bahía de Guantánamo (…) Nos preocupa gravemente que si no lo hace, el presidente electo Trump pueda tratar de llevar a decenas o incluso cientos de personas allí, para que sean encarceladas ilegalmente durante décadas y posiblemente sean torturadas», reza la carta.
Paralelamente al anuncio de la carta, un grupo de activistas de AI, esposados y con las cabezas cubiertas con capuchas, se manifestaron hoy en Washington frente a la sede de la Corte Suprema de Justicia.
«Me muero esperando justicia», «Para siempre prisionero», rezaban algunas de las pancartas que portaban los manifestantes.
Huang, que en una declaración calificó la prisión de «símbolo vivo de los abusos a los derechos humanos» en EEUU, recordó que la gran mayoría de las personas que permanecen encerradas en ella «nunca han sido acusadas y mucho menos juzgadas por ningún delito».
El presidente electo ha indicado que, en lugar de cerrar Guantánamo, le gustaría aumentar el número de detenidos o intentar volver «a la tortura sistemática y a gran escala» de sospechosos de terrorismo, aseguró la máxima directiva de AI.
«La urgencia es clara: el presidente Obama no debe dejarle Guantánamo a Trump», agregó.
El presidente Obama se comprometió a cerrar la prisión de Guantánamo durante su segundo mandato mediante el traslado de presos a territorio nacional y la liberación de otros, objetivo que se topó con el rechazo de la oposición republicana en el Congreso.
Pese a ello, mediante acuerdos con otros países, el Gobierno ha ido trasladando los presos considerados no peligrosos, con lo que quedan 55, lejos de los cerca de 800 que llegó a albergar la prisión tras su apertura en 2002 por orden del entonces presidente, George W. Bush, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Aún hay una veintena que han recibido el visto bueno del Gobierno para ser transferidos a un tercer país, pero hay otros 37 que están a la espera de juicio o son considerados demasiado peligrosos como para dejarlos en libertad, pese a no poder presentarse pruebas contra ellos al haber sido obtenidas bajo tortura.
En un principio, Obama pretendía trasladar también a estos últimos presos que quedaran a cárceles en el territorio continental estadounidense, pero aparte de la complejidad legal de la iniciativa, se topó con la oposición del Congreso.
A menos de diez días para entregar la Presidencia a Trump, se considera ya imposible que Obama pueda cerrar por completo la prisión antes de ceder el poder el 20 de enero, tal y como prometió nada más llegar a la Casa Blanca en 2009.
En un discurso sobre política exterior y antiterrorismo que dio en diciembre en Tampa (Florida), Obama ya pareció darse por vencido al lamentar que el Congreso no haya cooperado con él en este objetivo y dijo que Guantánamo es «una mancha en el honor nacional».
Además, Trump le ha pedido que no decida nuevas liberaciones hasta que le entregue el mando por considerar que la prisión encierra ahora a detenidos «extremadamente peligrosos» a los que «no se les debe permitir volver al campo de batalla».
El presidente electo, quien ha dicho estar a favor de técnicas de tortura para los sospechosos de terrorismo como el ahogamiento simulado, ha prometido, por el contrario, mantener y ampliar esa cárcel, y llenarla de «tipos malos».