De acuerdo al Índice Global de Paz (IGP) 2015, realizado por el Instituto para la Economía y la Paz, en coordinación con organismos internacionales, México obtuvo cuatro puntos de calificación en el indicador denominado “Terrorismo Político”, lo que se indica que en nuestro país, existe una larga lista de constantes violaciones a derechos humanos, tortura y desaparición forzada, sin que haya procesados o sentenciados como responsables de estos hechos.
Tras el análisis de datos del Political Terror Scale, de Amnistía Internacional, y del Departamento de Estado del gobierno norteamericano, el informe concluye que en la República mexicana, estos tópicos son motivo de una “fuerte alerta”.
Patricia de Obeso, integrante del instituto, informó que “tenemos malas calificaciones en conflicto interno, tasa de homicidios y en la percepción del crimen…uno de los indicadores en los que salimos peor evaluados es la tasa de homicidios, en 2014, la tasa por cien mil habitantes fue de 13 y en el resto del mundo, el promedio internacional es de seis”, lo que indica que se duplicó y rebasó la media internacional.
Tras el análisis de 23 indicadores, además de temas como la medición de conflictos internos, internacionales, seguridad, tasas de encarcelamiento, protección a la sociedad y militarización, el instituto ubicó a nuestro país, en el puesto 144 de 162 países evaluados; entre los países de la región Centroamérica y el Caribe, México es la nación menos pacífico, ubicándose por debajo de Venezuela –en el lugar 142- pero por arriba de Colombia –lugar 146-.
Se reporta que en el último año, el porcentaje de impunidad en la comisión de homicidios, empeoró en 75 % de las entidades del país; es decir, en 24 de los 32 estados. En Guerrero, Morelos y Chihuahua, al menos 89 % de homicidios quedaron en la impunidad.
El documento refiere que de siete años a la fecha, la paz en la República mexicana se ha deteriorado 24 %, principalmente porque se han agravado temas como asesinatos por conflictos internos, conflictos internos combatidos y la percepción que la ciudadanía tiene de la delincuencia.
En 2014, el impacto económico de contener y manejar las consecuencias de los altos niveles de violencia, le costó al país 221.4 billones de dólares, lo que equivale al 10.3 % del Producto Interno Bruto (PIB) y a erogar 1 mil 810 dólares por persona, lo que ubica a México como el sexto país que más gasta en contención de violencia en el mundo.
“Lo que detiene a México para conseguir los niveles de paz de los que tanto hablamos y anhelamos, son: el conflicto interno, es decir, la delincuencia organizada, el conflicto armado; las altas tasas de homicidio y la percepción del crimen…lo que proponemos es invertir en prevención y en factores de paz positiva, que creemos, debería ser la gran prioridad para el país”, señaló de Obeso.
El mundo, menos pacífico que en 2008
El Instituto para la Economía y la Paz es un organismo independiente, apartidista y sin fines de lucro, fundado en Sídney, Australia, en 2007; uno de sus objetivos principales es desarrollar metodologías que permitan saber si transitamos por buen camino por alcanzar la paz y colaborar para determinar si las inversiones que se hacen para contener la violencia están teniendo impacto.
En el análisis del IGP –en el que participó un panel de expertos, The Economist Intelligence Unit y el Instituto para la Economía y la Paz- concluyó que, en general, los niveles de paz global permanecieron estables en 2014, pero retrocedieron en comparación con lo registrado en 2008.
La puntuación general señala que hay una creciente división entre los países más pacíficos y los menos pacíficos; desde 2014, 81 países mejoraron su nivel de paz, mientras que en 78 naciones se deterioró; históricamente, Europa es la región más pacífica del mundo, mientras que Medio Oriente y norte de África, se ubica, por primera vez, como la región menos pacífica.
La actividad terrorista se extendió en la región del Medio Oriente y del norte de África, al África subsahariana, colocando a Nigeria como la segunda nación de la zona con mayor número de víctimas fatales de terrorismo, únicamente superado por Irak, en donde se registró un aumento de 140 %.
“Lo que más ha cambiado en el mundo, es que hemos migrado del conflicto externo, de las guerras entre países, al conflicto interno armado, por ejemplo, Boko Haram, el Estado Islámico y la delincuencia organizada”, señaló de Obeso.
Libia presentó el deterioro más grave en la paz, por lo que descendió al puesto 149; Ucrania, que registró más de 6 mil muertos por el conflicto y tuvo más de 1 millón de desplazados, registró el segundo mayor descenso.
Centroamérica y el Caribe mejoraron ligeramente en sus niveles de paz, pero se mantiene por debajo de la media internacional, pues la tasa de homicidios, entre 2007 y 2014, se duplicó; en 2012, la tasa promedio de homicidios, por cada cien mil habitantes, fue de seis, en tanto que 30 % de los homicidios en el mundo se cometen en centro y Sudamérica.
Entre los principales factores del aumento en el costo de la contención de la violencia se encuentran la intensificación de los conflictos civiles y en consecuencia, la crisis de refugiados; a partir de 2008, dicho costo aumentó 15.3 %; el impacto económico de los refugiados y desplazados internos se incrementó 267 %, equivalente a 128 mil millones de dólares.
El análisis registró que el número y la intensidad de los conflictos armados aumentaron: la cifra de muertos a causa de los conflictos se incrementó 267 % desde 2010; en tanto que el gasto militar, los homicidios y las fuerzas policiales siguen estando entre las categorías más costosas, y en conjunto, ascienden a 68.3% del costo total de la violencia.
Seguridad, sin prioridad en políticas públicas
Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), señaló la urgencia de que México se planteé políticas públicas para la paz y argumentó que “la Secretaría de Hacienda está hablando del presupuesto base cero, que tiene como filosofía, replantear todo el gasto público del país, por lo menos en lo dicho, ya veremos en los hechos; pero ¿por qué no plantearnos la paz como un objetivo de política pública si tiene costos económicos, en la vida cotidiana de los individuos que habitamos este país, si afecta las decisiones de inversión y las probabilidades de éxito de una empresa?”.
Añadió que lo que actualmente está en juego, es el tipo de instituciones que como nación queremos construir, cuáles deben ser los objetivos de las políticas públicas y la necesidad de plantear el tema desde una óptica más positiva, pues no se trata de combatir al crimen organizado y disminuir la violencia por el simple hecho de hacerlo, sino con el objetivo de tratar de lograr una convivencia en paz.
“El porcentaje que se destina a tratar de prevenir condiciones de violencia es como un impuesto a la violencia, a la falta de paz, que pagamos los mexicanos de muchísimas formas y tal vez ya lo hemos internalizado y no nos damos cuenta, pero pensar qué país podríamos tener si mejoraran estas condiciones”, añadió el académico.
“Una agenda para construir la paz en México tiene que pasar forzosamente por un umbral de reducir la corrupción porque mientras las autoridades no sean un referente de legitimidad, honestidad y certeza, va a ser muy difícil poder tener esa serenidad, tanto en lo personal, como en lo social”, sentenció Pardinas.