Internacional


Barcelona, ¡última llamada!

Si son terroristas,
es porque algo les han hecho.

Juan Pablo II

El atentado terrorista tiene traumatizados a Barcelona, España, Europa y el mundo. Mis compañer@s de estudio y amigos que han vivido en las Ramblas, unos compartiendo cuchitriles en la Plaza Real, otros disfrutando en pisos de lujo cerca de las Ramblas, aún recuerdan que Barcelona a finales de los setenta era una gran fiesta.

Allí se dieron las primeras jornadas libertarias contra la Ley de Orden Público.

Las Ramblas fueron un símbolo de anhelo de cambio. Y en los cincuenta y sesenta una explosión artística e intelectual, en la que participaron Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Un par de amigos a los que no les ha espantado nada durante sus vidas, están atónitos frente al televisor (Néstor Braunstein y Tamara Francés).

El atentado terrorista dejó ver, con claridad meridiana, que en las Ramblas sólo pasean turistas de todo el mundo. Ahora todo ha cambiado. Sobre las Ramblas, la principal arteria de Barcelona, han escrito todos los escritores y artistas. Su fuerza simbólica representa a la civilización occidental: la libertad del arte y el pensamiento.

Cataluña es la parte de España que más beneficios y dinero recibe del Estado y también la que más despilfarra y roba –dicen a gritos los vecinos en las tabernas-. ¡Como la familia Pujo, que viene gobernado Cataluña por décadas! Un lugar donde te multan si hablas castellano y sólo se puede estudiar en Catalán.

Europa está en alerta roja, no sólo porque hay millones de musulmanes por todos lados, sino porque los jóvenes españoles y europeos resentidos por su propia marginación o partidarios de combatir las cruzadas occidentales, civilizatorias y petroleras, americanas, inglesas y francesas, pues no les han dejado otra alternativa.

El odio de los yihadistas al mundo occidental nace de la cadena de agravios del periodo colonialista que culminó con la creación del Estado de Israel, privilegiado aliado de Estados Unidos de Norteamérica. Claro que a los jóvenes, por dignidad y solidaridad, cuyos padres vinieron a Europa huyendo del hambre y de los gobiernos sátrapas, no tiene por qué serles suficiente que les dejen vivir en la Europa que respeta sus creencias –poblada de Mezquitas- y que les brinda educación y atención médica. La Europa consumista, que vive del espectáculo de “El Casino Global” (Eugenio Trías), está frente al derrumbe del pensamiento y el espíritu, y ya no es atractiva, pues es impotente para hacerle frente a los contrasentidos de esta civilización. Una civilización que desde el siglo XX ha encumbrado la igualdad como lema, y se ha esforzado en corregir con la ciencia las desigualdades naturales, mientras la desigualdad, producto del egoísmo humano, el alarmante abismo entre ricos y pobres se multiplica.

El mundo con larga vista y memoria histórica sabe que el ataque frontal y el exterminio de los terroristas no es la solución, como dijo Hilary Clinton, con frivolidad y sin pudor, en uno de sus debates en vivo con Donald Trump: “Los demócratas ya matamos a 2000 sirios”.

Claro que el bombardeo de todo medio oriente no es ningún remedio; sólo hace crecer el rencor en todo el mundo; también en los jóvenes americanos, ingleses y franceses, que ahora se suman y a las fuerzas terroristas en la propia casa. No hay que cerrarles la frontera, como piensa erráticamente Donald Trump, porque son de casa. Pero se trata de un terrorismo desviado del auténtico mal: los sátrapas multimillonarios y asesinos, que mandan en los países árabes, mientras su pueblo se muere de hambre, promovidos al poder y aliados de los gobiernos norteamericanos, ingleses y franceses.

Tal vez por ello circula en inglés, desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, una parodia de la que sólo puedo compartir una parte: “Primer Día de Trump en la Oficina Oval … Trump: “Debemos destruir a Isis de inmediato”. Pentágono, CIA y FBI: “No podemos hacer eso porque nosotros lo creamos junto con Turquía, Arabia, Qatar y otros, … creamos esos regímenes porque queríamos su petróleo. No podemos permitir la democracia ahí porque la gente va a poder poseer su petróleo”.

Es indudable que el terrorismo islámico está ganando adeptos por todo el mundo y hasta por internet. Ya es tiempo de pensar con la cabeza y no con las vísceras imperialistas. Barcelona, ¡última llamada!

23 agosto, 2017
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