La posible reducción del financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha generado inquietud entre diversas organizaciones y medios en México, particularmente aquellos vinculados a Claudio X. González y su red de asociaciones como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI). La dependencia de estos sectores de los recursos provenientes de Washington pone en evidencia el papel que han jugado en la política nacional bajo el amparo de un discurso de “independencia” y “lucha contra la corrupción”.
Desde hace años, USAID ha canalizado millones de dólares a organizaciones que dicen abanderar causas como la transparencia y la defensa de derechos humanos. Sin embargo, el financiamiento de MCCI y otros grupos por parte de la agencia estadounidense ha sido señalado como un mecanismo de injerencia política. Incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador ha denunciado públicamente que estos fondos se han utilizado para atacar a su gobierno y favorecer a la oposición.
¿Independencia o agenda política?
El flujo de recursos de USAID hacia estos medios y organizaciones pone en entredicho su supuesto carácter independiente. En América Latina, la agencia ha financiado periodistas, activistas y ONG que han sido clave en la presión política contra gobiernos que no siguen la línea de Washington. México no es la excepción, y figuras como Claudio X. González han sido beneficiarios directos de esta estrategia.
A pesar de que algunas organizaciones reconocen en sus páginas web a sus financistas, muchas han evitado revelar detalles sobre la procedencia exacta de su dinero. Cuando en otros países USAID ha recortado fondos, varios medios han entrado en crisis, lo que evidencia su falta de sustentabilidad sin el respaldo extranjero.
“Filantropía” con fines estratégicos
Analistas como Brian Berlectic han señalado que el verdadero propósito de USAID no es la ayuda humanitaria, sino facilitar el control político de países estratégicos. En el caso de México, el financiamiento a MCCI y otros organismos no parece responder solo a la promoción de la democracia, sino a una agenda de presión contra el actual gobierno y el fortalecimiento de figuras opositoras.
Este tipo de injerencia ha sido denunciada en otros países. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha señalado que la mayoría de los fondos de USAID se destinaban a grupos opositores con agendas políticas. Si en México la agencia decidiera retirar su apoyo, sería una prueba definitiva de qué tan independientes son realmente estos medios y organizaciones, o si su supervivencia depende del financiamiento externo.