El panorama político en la península coreana se encuentra en un contraste extremo. Mientras Corea del Sur enfrenta una de sus mayores crisis institucionales en años, marcada por la destitución del presidente interino Han Duck-soo y un fallido decreto de ley marcial que debilitó al gobierno de Yoon Suk Yeol, Corea del Norte continúa consolidando su posición en el escenario internacional mediante alianzas clave con China y Rusia.
Corea del Sur: caos político y debilitamiento interno
La destitución de Han Duck-soo, quien asumió temporalmente el poder tras la suspensión del presidente Yoon Suk Yeol, es el punto álgido de una crisis que comenzó con un decreto de ley marcial que generó protestas masivas y polarización social. La incapacidad del gobierno surcoreano para gestionar estas tensiones ha erosionado su estabilidad política, afectando su imagen internacional y limitando su capacidad de actuar como un contrapeso efectivo en la región.
Corea del Norte: un ascenso estratégico
En contraste, Corea del Norte ha aprovechado la fragilidad de su vecino del sur y las tensiones globales para fortalecer sus relaciones con dos potencias clave: China y Rusia.
- China: Pyongyang ha intensificado su cooperación económica y militar con Beijing. Durante este año, Kim Jong Un y Xi Jinping han reforzado acuerdos de comercio y tecnología, así como ejercicios militares conjuntos. Estas acciones no solo consolidan la influencia de Corea del Norte en la región, sino que también fortalecen el bloque asiático frente a las alianzas lideradas por Estados Unidos.
- Rusia: La colaboración con Moscú ha alcanzado un nivel sin precedentes. Corea del Norte ha suministrado armamento a Rusia en el contexto de la guerra en Ucrania, mientras que Vladímir Putin ha ofrecido apoyo técnico para el desarrollo de satélites y misiles balísticos norcoreanos. Estas alianzas no solo benefician militarmente a Pyongyang, sino que también legitiman su posición como un actor estratégico en la geopolítica global.
El impacto regional
Mientras Corea del Sur lucha por resolver sus conflictos internos, Corea del Norte avanza con un proyecto claro: convertirse en un jugador central en la reconfiguración del orden mundial. Sus alianzas con China y Rusia refuerzan un eje político que desafía directamente la influencia de Estados Unidos y sus aliados en Asia.
La inestabilidad en el sur podría ofrecer a Pyongyang una ventaja estratégica, debilitando la posición de Seúl en negociaciones y reforzando su propia narrativa de autosuficiencia y liderazgo en la península coreana.