Derechos Humanos


Humanismo de UMSNH no da de facto reconocer que hay violencia contra las mujeres

El hecho de reconocer en la Universidad Michoacana su alto espíritu humanístico y claro compromiso social, no da de facto la interacción y el reconocimiento de conductas exentas de violencia y por lo tanto de violencia en contra de las mujeres, subraya Claudia Fragoso Susunaga, catedrática de la Facultad Popular de Bellas Artes de la Máxima Casa de Estudios del estado.

Este miércoles la Universidad efectuó la Segunda Jornada de Inclusión y Equidad de Género: “Alcances, límites y propuestas sobre el Protocolo para la Prevención, Actuación y Erradicación de la Violencia de Género en la UMSNH”, en donde hubo tres mesas de trabajo para integrantes de la comunidad nicolaita, una de ellas enfocada al análisis de la dimensión institucional del referido Protocolo.

Ahí Claudia Fragoso junto con la alumna Alondra Dibenuhi Ballesteros Chávez, realizarían la exposición denominada “Las humanidades dentro de la Universidad como vehículo hacia la inclusión crisol de hombres y cuna de pensadores”.

De entrada refieren que la formación de lo que a género, sexo y violencia se refiere no está bien determinado y tiende a llevar equívocos importantes en los que aparentemente cualquier acción que personalmente incomode, pareciese que es un tema de género en relación a lo que el Protocolo atiende.

“Tomando en cuenta que no es un problema personal sino más bien un problema ideológico y de conducta que rige en nuestra sociedad y por lo tanto en la Universidad, creemos que el hecho de no dar información clara, que ayude a la difusión y comprensión puntual del Protocolo no posibilita su uso adecuado de los estudiantes de nuestra Universidad como se requiere.

“El Protocolo lo define, dice a qué se refieren estos conceptos de acoso, hostigamiento, pero pasa muy desapercibido ya que no hace énfasis en la definición y en el adecuado encuadre de las acciones a seguir. Nos parece fundamental plantear dentro del Protocolo una estrategia formativa e informativa que fortalezca la posibilidad constructiva de cambio de paradigmas conceptuales, tenemos que saber de qué hablamos, a qué nos referimos, qué es violencia escolar, qué es acoso, qué es hostigamiento, y qué es violencia contra las mujeres”.

Agregan que como instancia formativa, en la Universidad se debe trabajar en función justamente de la reconceptualización de los patrones patriarcales dentro de los que hemos vivido por lo menos desde el siglo pasado. “claro es que es desde mucho antes, pero estamos frente a grupo, en la administración y hay estudiantes, ciudadanos del siglo pasado, todos conformados en patrones patriarcales.

“El hecho de reconocer en nuestra Universidad su alto espíritu humanístico y un claro compromiso social como se dice continuamente en radio, no da de facto la interacción y el reconocimiento de conductas exentas de violencia y por lo tanto de violencia en contra de las mujeres”.

Refieren que el mismo Protocolo presenta una argumentación confusa, en tanto que aclara la distinción de lo que se refiere a género, “ahí se dice que es una construcción social en la que recae el objeto de atención del documento, es decir, se refiere a hombres y mujeres, sin embargo, se fundamenta en leyes federales y estatales de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, o por la igualdad de mujeres y hombres, es decir, la apuesta más está sobre la violencia contra las mujeres y se permea eso, lo cual no está mal, es correcto pero excluye a personas.

“Desde el Protocolo visualizamos esa diferencia, aunque se señale hablar de violencia de género, sin distinción de género, pero todo está permeado por la violencia que se vive día a día en las mujeres”.

Por un lado apuntan que está la situación que se vive día a día en relación a las conductas de violencia laboral, docente, acoso y hostigamiento, y por el otro, proyectivamente la formación de ciudadanos respetuosos de la integridad y dignidad de las personas si se quiere un futuro libre de violencia en un ámbito universitario.

“Ante el primer aspecto que es la violencia del día a día y lo cotidiano, lo que está pasando ahorita que no sabemos, el trabajo es arduo y complejo porque las implicaciones derivan entre preparar a las posibles víctimas, es decir a todos, a reaccionar ante la violencia, a aprender a defendernos, a atacar al atacante. Esta problemática tiene como origen en muchos casos el seno familiar, y lo que tendría que suceder es encontrar estrategias de libertad y no de agresión.

“Es necesario repensar el aquí y ahora de la agresión como visualizar la respuesta inmediata de la violencia. No podemos esperar ser violentados para esperar el momento de poder denunciar”.

De esta manera subrayan que la sociedad mexicana, michoacana, moreliana tiene un problema encima, el que la violencia que está sucediendo en estos momentos no sabemos cómo enfrentarla, “podemos salir, nos violentarán y no sabemos más que dar bolsazos, pegar de gritos ¿o qué?, eso tendríamos que preverlo de alguna manera.

“En la UMSNH hay grupos que se están posicionando para contraatacar y sólo puede suceder dentro de la misma Universidad, desde confrontaciones verbales hasta golpes o uso de algún tipo de arma. El Protocolo no está contemplando este momento. Hay que pensar en la contención”.

En cuanto al segundo aspecto proyectivo, apuntan que es a partir de la propuesta que señala el Protocolo en cuanto a la prevención, “coincidimos completamente cuando se señala que una de las dificultades de las áreas de pensamiento feminista es creer que el problema de la violencia de género es un problema entre hombres y mujeres, pero el problema real es un problema de poder y de violencia cultural.

“Una de las principales situaciones que se presentan es el desconocimiento de términos y conceptos desarrollándose una hipersuceptibildiad, sobre todo de las mujeres, las cuales desde cualquier acción práctica o desconocimiento, suponen una agresión para su sexo”.

11 marzo, 2020
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