La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) se encuentra en una situación de grave insolvencia. Ya no tiene dinero ni siquiera para pagar a sus docentes y a sus demás empleados. ¿Cómo se ha llegado a esto?
Las voces consonantes con la versión oficial insisten en el supuestamente insostenible régimen de jubilaciones y en la urgencia de una reforma universitaria, mientras que las voces disonantes prefieren poner el acento en la mala gestión y en el gasto discrecional que le imputan a la administración central de la universidad. No deseo discutir aquí ninguna de estas dos posibilidades. Prefiero considerar seis causas y circunstancias de la crisis financiera de la UMSNH que sitúo fuera de la institución, en la esfera gubernamental, y que me parecen importantes e injustamente subestimadas: el incumplimiento de las obligaciones contraídas, la discriminación económica de los nicolaítas, el desprecio hacia los estudiantes en general, el sacrificio político de la educación pública superior en México, la privatización de la misma y el triunfo de la estrategia represiva sobre la educativa.
Actitudes gubernamentales: incumplimiento, discriminación y desprecio
La causa inmediata y decisiva de la insolvencia de la UMSNH es algo tan simple como el recorte al presupuesto que ha hecho pasar de 2946 millones en 2016 a 2555 millones en 2017. Este recorte de más de 300 millones de pesos, junto con el rezago presupuestal acumulado en años anteriores, es lo que impide pagar ahora los salarios en la universidad.
La UMSNH está sufriendo una quiebra técnica porque el gobierno está incurriendo en un grave incumplimiento de las obligaciones contraídas en materia de financiamiento de la educación pública superior. Hay que enfatizar que se trata de obligaciones y no de favores: los gobiernos federal y estatal están obligados a devolver íntegramente a la sociedad, mediante servicios como los de salud y educación, lo que reciben de la misma sociedad a través de la percepción de impuestos. El erario es público y ha sido generado con el esfuerzo de quienes trabajan en el campo y en la ciudad: le pertenece al pueblo trabajador, a los hijos del pueblo que estudian en la UMSNH, y no al gobierno que tan sólo debería gestionarlo y no retenerlo ni enriquecerse con él.
Políticos opulentos, enriquecidos en los más dispendiosos y corruptos ámbitos del gobierno, han explicado la quiebra técnica de la Universidad Michoacana por el gasto excesivo de recursos en el seno mismo de la institución universitaria. Ignoran o pretenden ignorar que la UMSNH es una de las universidades públicas más baratas para el gobierno, es decir, una de aquellas en las que debe gastar menos para la educación de cada estudiante. Para pagar la nómina de los docentes y todos sus demás gastos, en efecto, la UMSNH recibe unos 50 mil pesos anuales por alumno, mientras que la UNAM y el IPN obtienen más de 100 mil pesos.
El gobierno federal está discriminando al diferenciar dos clases de estudiantes: los que tienen un costo de 100 mil pesos y aquellos por los que ni siquiera se desea pagar 50 mil pesos, los que valen más y los que valen menos, los más valiosos y los menos valiosos, los de primera y los de segunda, los apreciados y los despreciados. En realidad, para ser justos, habría que decir que sólo se distingue a los estudiantes menos despreciados y a los más despreciados, pues resulta evidente que nuestro gobierno está despreciando a todos los estudiantes. Es al menos lo que puede colegirse al comparar el gasto de México en el estudiantado con el de otros países con un desarrollo económico semejante. Mientras que el gobierno mexicano invierte en promedio 7 mil 889 dólares anuales por estudiante, Chile invierte más de 8 mil dólares y Brasil casi 11 mil.
Sacrificio político de la educación pública superior en México
Además de ser ya muy bajo, el gasto anual por estudiante universitario en México sigue reduciéndose cada vez más, habiéndose derrumbado 9% en los últimos años. El subsidio federal promedio por alumno y por año, en efecto, pasó de 54 mil a 51 mil pesos en los primeros tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto. Es claro que este gobierno priista no tiene interés alguno en la educación, lo que entendemos cuando consideramos que los votantes con mayor nivel educativo son precisamente aquellos que menos votan por el PRI y por otros partidos semejantes.
Mejor despilfarrar en campañas políticas aquello que podría invertirse en universidades públicas. ¿Para qué gastar en educación cuando educar equivale a educar para no votar por quienes se han dedicado a saquear el país y venderlo al mejor postor? Por el contrario, erosionar la educación ya es una manera muy astuta de inducir el voto por quienes han convertido al país en su negocio privado. No esta de más recordar que estos políticos-negociantes han estudiado mayoritariamente en universidades privadas: Enrique Peña Nieto en la Universidad Panamericana, Aurelio Nuño en la Iberoamericana, Luis Videgaray y José Antonio Meade en el ITAM, etc.
La campaña de los poderes dominantes empieza por el debilitamiento estratégico de las universidades públicas. Esta estrategia es también lo que se manifiesta en la insolvencia de la Universidad Michoacana y de las demás que han llegado a la misma situación: la Juárez de Tabasco, la Benito Juárez de Oaxaca y las autónomas de Morelos, Nayarit, Zacatecas y Estado de México. No hay que olvidar todo lo que encontramos en estas universidades públicas y en las demás que todavía no han caído en desgracia: no sólo muchos de los últimos bastiones de reflexión crítica y de resistencia política de la sociedad, sino también formas de subjetivación, de socialización y de concepción del conocimiento que resultan profundamente incompatibles tanto con la propensión despótica de nuestro gobierno como con la orientación capitalista neoliberal que intentan imponer en la misma sociedad.
Privatización de la universidad pública
El despotismo y el capitalismo han sido siempre cuestionados en las universidades públicas. La existencia misma de estas universidades constituye una objeción contra la opresión despótica gubernamental y contra la privatización capitalista neoliberal de todas las esferas de la vida. Las lógicas dominantes del poder y del dinero no pueden sino tropezar con las instituciones públicas de educación superior. Resulta comprensible, por lo tanto, que su debilitamiento haya sido una tendencia constante desde hace cuatro décadas. En 1975, los profesionistas que egresaban de universidades públicas eran el 90% del total, mientras que ahora son únicamente 70%.
Podemos decir, pues, que se ha privatizado el 20% de la educación superior en México. Este avance de lo privado a costa de lo público, de lo mezquino y lucrativo a costa de lo gratuito y generoso, es lo mismo que ahora se manifiesta en la insolvencia de la UMSNH y de otras universidades públicas. La misma privatización ha revestido también otras formas, como es el caso de las becas y los créditos de la SEP y de otros organismos de gobierno para los estudios en universidades privadas. Este obsceno desvío de recursos gubernamentales hacia empresas privadas empobrece lógicamente a las UMSNH y a otras universidades públicas.
El empobrecimiento de la educación pública se da también por otros medios aún más insidiosos de privatización, como es el caso de la exención de impuestos en colegiaturas de nivel básico, medio y medio-superior. Lo que se deja de percibir así, lo que ganan las instituciones privadas y lo que dejan de perder quienes estudian en ellas, es lo que pierden las instituciones públicas y quienes estudian en ellas. La gran diferencia es que estas instituciones públicas son o deberían ser para todos, incluyendo a los más pobres, mientras que las privadas son para quienes lucran con ellas y para quienes pueden pagárselas. Tenemos, entonces, un proceso inverso al de la redistribución de la riqueza: no equilibrar, sino desequilibrar, es decir, quitarle a los más pobres para darle a los más ricos en lugar de extraer algo de la riqueza de los más ricos para compensar y atenuar la pobreza de los más pobres.
Triunfo de la estrategia represiva sobre la educativa
Es como si todos los esfuerzos de nuestro gobierno estuvieran encaminados a empobrecer más a los más pobres y enriquecer más a los más ricos, agravar las desigualdades existentes y neutralizar los pasados intentos de redistribución. Es así como la sociedad experimenta el avance del capitalismo neoliberal con su dispositivo despótico gubernamental. Semejante avance, que requiere de un reforzamiento de los aparatos represivos policiales y militares, implica simultáneamente un retroceso de conquistas sociales en terrenos como los de salud y educación.
Lo anterior puede comprobarse con facilidad en el reparto del presupuesto federal para 2017. ¿Qué es lo que aquí descubrimos? Que la Secretaría de Salud, la de Educación Pública, la de Desarrollo Social y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología están entre las dependencias más afectadas, las inmoladas por los recortes presupuestales, mientras que las menos afectadas, las protegidas, incluyen la Oficina Presidencial, la Secretaría de Marina y la Procuraduría General de la República.
Las opciones de nuestro gobierno son claras: más represión y menos educación, más policías y menos maestros, más violencia y menos ciencia, más poder y dinero para los de arriba y menos saber y salud para los de abajo, más armas y menos libros y medicinas, más terror y menos bienestar, más muerte y menos vida. Éste ha sido el programa de Peña Nieto y de su equipo. Es la única lógica del sistema económico al que sirven. Es también lo que ha llevado a la insolvencia de la UMSNH.
En suma, si la Universidad Michoacana parece ir hacia la bancarrota, no es tan sólo por sus problemas internos, sino también por factores externos como los que aquí he mencionado. No hay suficiente dinero en la UMSNH porque el gobierno descuida sus deberes, castiga económicamente a los estudiantes michoacanos, muestra el mayor desdén hacia el estudiantado en general, combate políticamente la educación pública, la privatiza y opta por la represión en lugar de la educación. Pienso que tales factores deben ser considerados en cualquier estrategia efectiva que busque salir del atolladero en el que nos encontramos.