La madrugada del martes, Israel llevó a cabo una serie de bombardeos a gran escala sobre la Franja de Gaza, lo que resultó en la muerte de más de 400 palestinos, incluidos mujeres y niños, según informaron funcionarios hospitalarios. Esta ofensiva sorpresa puso fin al alto el fuego que había estado vigente desde enero y amenaza con reavivar el conflicto armado que ha devastado la región durante los últimos 17 meses.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó los ataques después de que el grupo Hamás rechazara las demandas israelíes de modificar los términos del acuerdo de alto el fuego. En una declaración televisada, Netanyahu afirmó que este ataque inicial era “solo el comienzo” de una nueva campaña militar, asegurando que Israel continuaría hasta cumplir con sus objetivos: destruir a Hamás y liberar a los rehenes en poder del grupo armado. Advirtió además que cualquier futura negociación de alto el fuego se desarrollará “bajo fuego”.
El Ejército israelí emitió órdenes de evacuación para los residentes del este de Gaza, incluyendo la ciudad de Beit Hanoun y otras localidades cercanas, instándolos a trasladarse hacia el centro del territorio, lo que sugiere que las operaciones terrestres israelíes podrían reanudarse en los próximos días.
Este nuevo ataque ocurre en medio de una grave crisis humanitaria en Gaza, ya que los grupos de ayuda internacionales han advertido que los suministros esenciales, como alimentos, medicamentos y combustible, están a punto de agotarse. Esto se debe a que, hace dos semanas, Israel cortó el acceso a estos recursos básicos para los más de 2 millones de palestinos en la región, exacerbando aún más la situación.
Por su parte, la Casa Blanca expresó su apoyo a las acciones militares de Israel, indicando que había sido consultada previamente sobre el ataque. Sin embargo, la comunidad internacional sigue observando con preocupación la escalada de violencia en la región, que podría llevar a un conflicto más amplio e incontrolable.