Hay que cambiar la vida, dijo Rimbaud.
Hay que cambiar el mundo, dijo Marx.
Los dos están equivocados.
Hay que diversificar la vida.
Hay que pluralizar el mundo.
Hay que abandonar la ilusión romántica
de que la humanidad sólo será feliz
si recupera la unidad perdida.
Hay que abandonar la ilusión de totalidad.
La palabra lo dice, hay sólo un paso
entre el deseo de totalidad y la realidad totalitaria.
Carlos Fuentes, Los años con Laura Díaz.
Donald Trump, quien ya no hallaba las malditas horas de empezar a lanzar 60 misiles en Siria y la Madre de todas las Bombas (MOAB) en los túneles de las montañas de la provincia de Nangarhar en Afganistán, lo que realmente esconde es la Madre de todas las Mentiras de EUA: las millas de túneles, búnkeres y campamentos que se instalaron en las paredes de roca escarpada, como parte de un complejo financiado por la CIA, para los muyahidines de los que Osama Bin Laden formaba parte: el ejército talibán que Washington utilizó en Afganistán, hace 40 años, para luchar contra los soviéticos. Claro que después del 11-S, la versión oficial era más creíble: el hijo pródigo se había vuelto contra su padre, organizando el mayor atentado contra los EUA. Aunque después de diez años este performance se destiñó por completo. De todos modos se trata de una estrategia militar que no deja de ser un círculo criminal, que utiliza terroristas para generar caos y violencia en los países donde los gobiernos y los pobladores son hostiles a los designios norteamericanos: la gran guerra, ya no secreta sino pública, dirigida por Washington, Londres y París, para arruinar a Libia, Sudán y Afganistán, es deliberada. Algo que pretende ocultar Trump, como si pudiera tapar el sol con un dedo, doliéndose de “los hermosos niños asfixiados por las armas químicas”, y silenciando los niños asesinados por sus misiles y la Madre de todas las Bombas.
En realidad la Bomba Trump comenzó a tronar desde que Donald Trump entró en la vida pública mundial con su estridente llamado a rescatar la Unidad Perdida de América, América First, América for americans, retumbante cual mentada de madre, faltando a la diplomacia política, las leyes republicanas, la ética de la hospitalidad y la ética pública. Pervirtiendo todas las reglas electorales, sin equipo de campaña (llegaba a cada ciudad y contrataba a unos cinco agitadores para que arengaran, pegaran propaganda y agitaran contra la quiebra a la que el Partido Demócrata los había llevado, por no ponerle límite a tanto migrante maleante que los asesinaba y les arrebataba el pan de la boca), y luego despedía a sus agitadores, para poder contratar a otros cinco en la siguiente ciudad.
La Bomba Trump explotó para tratar de reventar con su cúmulo de improperios los debates con su contrincante, para hacerla estallar de rabia, a través de difamaciones, humillaciones y amenazas,… lo mismo a los migrantes mexicanos que a los musulmanes, a los “bad hombres” que drogan a su país, a las mujeres de manera paradigmática, como el escupitajo que le lanzó a Hillary Clinton en uno de los debates públicos, “¡What a nasty woman!” (Qué pinche vieja), dando un pésimo ejemplo al mundo democrático no sólo de su mala crianza y su demencia sino de su nulo perfil diplomático (que ejerce contra todas y todos cual indigentes o esclavos), sin que los republicanos y hasta los demócratas lleguen a avergonzarse o indignarse realmente, para que le pongan al menos un alto.
La Bomba Trump, emerge desde las huellas del abuelo, que huye del servicio militar y se cambia el nombre del padre dos veces, expulsando al representante de la ley y repitiendo la historia familiar: la evasión de ir él mismo a la guerra, pretextando problemas con un talón. Una guerra que ahora le sirve de cortina de humo para desviar las investigaciones sobre la intervención rusa en su campaña del odio, como una salida emergente a sus promesas incumplidas y fallidas a sus electores (el Muro de la Vergüenza, la anulación del Obamacare y el cierre de la frontera para los musulmanes y si se puede hasta para los mexicanos), … la guerra contra Siria, Afganistán, Yemen, Corea del Norte y lo que se le vaya ocurriendo, sin saber que trabaja para posicionar a China en el centro de la geopolítica mundial, y para cumplir con el rescate de las glorias imperialistas que antaño ganaron todas las guerras (olvidándose de Viet Nam), también para satisfacer los compromisos con la National Fifle Association, a la que le urge el desfile de primavera de sus nuevas armas para vender a los países del Primer Mundo y la venta de chatarra para los del Tercer Mundo.
La Bomba Trump, en menos de 100 días, estalla por aquí y por allá, sin la autorización de nadie, como la baraja de decretos desde que llegó “al poder”, porque él, cual iluso, es la Ley. Un ominoso perfil fuera de la ley, por el que no ha faltado mente lúcida que le diagnostique de demente. Fuera de la ley, a tal punto que, cuando su compañera debe sostener la Biblia sobre la que debe posar su mano y jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, el gran Edipo, trae una Biblia que le regaló su mamá, la pone encima de la Oficial, sobre la que debe prometer, y sobre ella jura … es decir, en nombre de la madre, de la ley materna, dejando ver la caída del Nombre del Padre, representante de la ley de la cultura y de la República.
La Bomba Trump inspira una violencia inimaginable, sin límite, la xenofobia, el rechazo a los y las diferentes, los migrantes, la comunidad LGBT, como le pasa al afectado de narcisismo paranoico,… que no soporta lo que le rodea, porque lo pone en duda, pues como alucina estar en el centro, todo lo que gira en torno suyo no existe.
La Bomba Trump pronto conquista las espontaneidades paranoicas, como la que notifica Univisión, sobre el alguacil del condado de Butler, Ohio, Richard K. Jones, quien propone usar la Madre de Todas las Bombas, la GBU43, para exterminar los cárteles mexicanos,… algo que viene diciendo desde hace diez años. “Nos esperan tiempos buenos”, escribió Jones en su cuenta de twiter (este 14 de marzo). Un síntoma que muestra con claridad meridiana que la Bomba Trump en realidad no es más que una caja de resonancia de la añeja paranoia xenófoba norteamericana, en nombre de la cual se llama a la UNIDAD de América: una convocatoria a la totalidad, es decir, al totalitarismo (el poder ejercido por una sola persona y, en consecuencia, autoritaria).