Valentina Pérez Botero / vpbotero3_0
Ganar una característica o nacer con ella –paralítico, débil visual, reducción de la movilidad- no anula el deseo sexual. ¿Cómo satisfacerlo? ¿Cómo conjugar una capacidad diferente con la excitación, la pareja, las reducciones de movilidad y la pérdida de sensibilidad?
El cuerpo modificado por amputaciones o por la falta de respuesta de algún miembro no significa la extinción del deseo sexual, sólo lo complica: pone en juego la autoestima, las consideraciones sociales sobre la sexualidad de alguien discapacitado, la incontinencia urinaria que conlleva la pérdida de movilidad en las mujeres y la incapacidad de eyacular en los hombres; pero no desplaza el instinto sexual ni la necesidad de satisfacción.
No sólo se vulneran los derechos sexuales sino también reproductivos, si tu independencia está limitada, ¿cómo te vas a hacer cargo de otra persona? A lo largo de la historia las recomendaciones médicas que aconsejaban la esterilización de los discapacitados –aunque no todas las discapacidades se transmiten genéticamente- habla de una negación constante de su ser como humanos y los convierte en una población vulnerable a las infecciones de transmisión sexual y al VIH por no recibir orientación sexual.
En muchos países europeos hay personas dedicadas a la asistencia sexual de personas con diversidad funcional; en otras palabras hombres y mujeres que dan servicios sexuales a parejas lesionadas que necesitan ayuda o a personas con discapacidad. En Francia por ejemplo, esto hace parte de los servicios integrales de salud y una página que promueve su implementación en España afirma “La sexualidad en diversidad funcional existe, y no es un pecado a purificar”.