Antonio Aguilera / @gaaelico
Morelia, Michoacán.- En México la educación básica, es decir en los niveles: preescolar, primaria y secundaria, como bien público se otorga con gratuidad. No obstante las familias cuyos hijos asisten a planteles educativos públicos suelen asumir parte del costo del proceso formativo de sus hijos.
Cualquier sistema educativo debe garantizar que los escolares, desde una edad temprana, transiten los niveles educativos hasta que consigan el máximo nivel de formación que puedan alcanzar, pero cumplir con este cometido sólo será posible si los estudiantes permanecen en las aulas.
Cuando esto no sucede se habla de marginación escolar que se produce a partir de la no incorporación a la escuela, por rezago, deserción o abandono escolar.
Con base en la Norma de Escolaridad Obligatoria del Estado Mexicano (NEOEM) se establece que la población con carencia por rezago educativo es aquella que cumple alguno de los siguientes criterios:
1. Tiene de tres a quince años, no cuenta con la educación básica obligatoria y no asiste a un centro de educación formal.
2. Nació antes de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria vigente en el momento en que debía haberla cursado (primaria completa).
3. Nació a partir de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria (secundaria completa).
La necesidad de la gratuidad educativa
La educación pública universal enfrenta obstáculos tanto desde el lado de la demanda como de la oferta. Cuando la educación se convierte en un bien/servicio costoso para los hogares pobres, esto desalienta la inscripción de sus hijos en el sistema escolar.
Entonces, alcanzar el objetivo de la escolaridad accesible para todos, requerirá medidas que alivien la carga económica de los padres de familia relacionada con los costos educativos de sus hijos.
Entre las acciones que han puesto en marcha algunos países, están los sistemas de transferencias de ingresos a los hogares en situación de pobreza, generalmente a través de becas y, complementario o alternativo, la provisión de bienes en especie, como material escolar.
Los gastos que se desembolsan para la educación de los hijos representan un mayor porcentaje del ingreso de una familia pobre que el de una familia rica; y como parte del ingreso disponible, la carga sobre la familia pobre es aún mayor. La educación gratuita, financiada con recursos públicos, es más equitativa y más inclusiva que la educación pagada por los padres.
La educación es el hilo conductor que vincula todas las esperanzas para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), esto se afirma en el documento ―Educación Primero‖ de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca impulsar el avance hacia el cumplimiento de los ODM relacionados con la educación.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe Panorama de la Educación 2012, presenta un análisis del sistema educativo de los países miembros, basado en diversos indicadores cuantitativos comparables a nivel internacional.
En el documento, la OCDE resalta que en México el gasto promedio por alumno en todos los niveles educativos se incrementó en un 14% entre 2000 y 2009.
De la misma forma, destaca que el gasto en educación como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) se ha incrementado de 5% en el año 2000 a 6.2% en el 2009, cifra similar a la media de la OCDE, a pesar de la disminución que se observó en el PIB entre 2008 y 2009.
En los países de la OCDE la proporción de jóvenes entre 15 y 29 años de edad que no estudian ni trabajan aumentó en 2009 y en 2010, aunque en México éste fue marginal (alrededor de 0.5%).