Opinión 3.0


La República, la dictadura y el exilio españoles marcaron a mi familia. 4° parte

Citlali Martinez Cervantes

Los vínculos familiares con los exiliados.

Desde 1937, con la llegada de los Niños Españoles adoptados por el Gral. Cárdenas y traídos a vivir en el Internado España-México de Morelia, se iniciaron estos vínculos.

Al llegar a la estación del ferrocarril, mi papá, que era Presidente del Consejo Estudiantil Nicolaita (CEN), se subió a un vagón y pronunció un encendido discurso de bienvenida a estos niños víctimas de la guerra.

Ya establecidos en el Internado, fue nombrada Enfermera principal del mismo, Josefina Alvarez Godínez, prima hermana de mi abuelo paterno Antonio Martínez Godínez.

Los domingos, varias familias morelianas acostumbraban ir al Internado por uno o más niños, para que convivieran con ellos. Entre otros, mi abuelo materno, Casimiro Cervantes Villaseñor, según me contaban mi mamá y sus hermanas, era de los que iba por algunos niños para que pasaran el domingo con su familia.

A partir de 1940, de los primeros exiliados que llegaron a Morelia y de los que más recuerdos me trasmitieron mis padres, fueron: el Dr. en Biología Fernando de Buen Lozano, el Filósofo y Poeta Adolfo Sánchez Vázquez y el Poeta Juan Rejano.

El Dr. De Buen fue un destacado oceanógrafo, miembro distinguido de varios Organismos internacionales dedicados al estudio e investigación de los mares y océanos del planeta, que organizó y dirigió personalmente varios viajes de estudio de la vida marina. Durante la guerra civil en España, se incorporó al Frente Popular y alcanzó el grado de Comandante del Estado Mayor del Ejército Republicano.

Al término de la guerra, cruza los Pirineos para llegar a Francia, donde es internado en el campo de Concentración Camp du Vernet D’Ariége y desde allí se adscribe a la primera organización de universitarios en el exilio: la Unión de Profesores Universitarios españoles en el Extranjero.

En 1939 llegó a México y al año siguiente se establece en Morelia, contratado por la Universidad Michoacana como Profesor de Biología del Colegio de San Nicolás de Hidalgo. También dio clases en la Escuela Normal y realizó un importante trabajo de investigación sobre las aguas del lago de Pátzcuaro.

Mi mamá nos platicaba mucho sobre él. Fue su maestro de Biología en el Colegio de San Nicolás y recordaba que su clase era muy amena, que les explicaba con gran sencillez el origen de la vida, dibujando en el pizarrón la siembra de la semilla, el brote de la planta y el desarrollo del fruto de un frijolito. Ella se emocionaba mucho, lo recordaba con enorme cariño y respeto. Cuando mis dos hijas decidieron estudiar la Licenciatura en Biología, lo asoció de inmediato con su maestro y seguido les repetía el relato del frijolito.

Adolfo Sánchez Vázquez llegó a México también en1939, en compañía de los poetas Juan Rejano y Pedro Garfias. En España había iniciado sus estudios de Filosofía, pero al inicio de la guerra se incorporó al ejército republicano y, luego de la derrota, salió exiliado a Francia, donde fue recibido en un Albergue adaptado por la Asociación de escritores franceses, cerca de París. De allí se dirigió con sus amigos poetas al muelle donde se embarcaron en el buque Sinaia, con rumbo a México.

Fue de los más jóvenes del exilio: a Morelia llegó a los 25 años a dar clases en la Escuela Normal y en el Colegio de San Nicolás, de Filosofía, Lógica y Psicología.

En una entrevista que le hizo Teresa Rodríguez de Licea, del Instituto de Filosofía de Madrid, en 2008, se expresó así del Colegio: “…tenía una tradición histórica, porque había sido Rector el Padre Hidalgo en la independencia y había desempeñado un papel importante en las luchas de los liberales. Se caracterizaba además por tendencias muy izquierdistas. Hacía varios años que no se daba la clase de Filosofía por falta de Profesor. Mis clases eran multitudinarias, de 100 a 120 alumnos (muchos asistían como oyentes). Yo nunca había dado clases. Además el alumnado, por un lado, tenía unas tendencias políticas muy activas, muy izquierdistas, y por otro lado tenía fama de ser muy levantisco. Yo realmente los pude sobrellevar a base de firmeza y, al mismo tiempo, con flexibilidad. Había un grupo de intelectuales que hacían la Revista Voces, daban sus conferencias, sus recitales (entre ellos Ramón Martínez Ocaranza). Publiqué mi primer libro de poesía (El pulso ardiendo) con su ayuda, que lo promovieron, pusieron el dinero y demás…Estalló un conflicto en la Universidad (Michoacana) y tuve que regresar a México…” (Adolfo Sánchez Vázquez. Del Exilio en México. Recuerdos y reflexiones. Ed. Grijalvo).

En este libro relata también que su poemario El Pulso Ardiendo lo escribió en España, poco antes del inicio de la guerra, entregándole el original a Manuel Altolaguirre para su publicación, pero en medio de los acontecimientos, se olvidó del asunto. Fue llegando a México cuando se encontró con Altolaguirre, quien había conservado el material. Y agrega: “…el librito se publicó finalmente en 1942, en Morelia, gracias al apoyo moral y material del poeta michoacano Ramón Martínez Ocaranza y del Lic. Alfredo Gálvez Bravo…”

Mi papá escribió en el prólogo de la edición: “…se encuentra entre lo mejor de la poesía, por contener un aliento humano de pasión infinita por la tierra, por el hondo sentido de la tierra, donde el hombre aprende a vivir y a morir con un destino, con la recóndita voz de la esperanza…” (Archivo personal de Ocaranza).
Fue Profesor de mi mamá, Ofelia Cervantes Villalón, en el Colegio de San Nicolás y ella siempre lo recordó como uno de sus mejores maestros. Seguido, hasta sus últimos días, nos lo describía, con un enorme respeto, cariño y admiración, como el más joven de los exiliados, cuyas clases eran muy amenas e interesantes, por lo que su salón se saturaba con los inscritos y oyentes, quedando muchos afuera, en el corredor.

Del poeta Juan Rejano, quien también luchó en el ejército republicano y, luego de la derrota, en 1939 salió exiliado a Francia, donde ingresó al campo de concentración de Argelés-Sur-Mer; nos platicaba mi papá que en 1939 llegó a México en el barco Sinaia, en cuya travesía fundó con otros intelectuales el primer diario de la emigración española a México.

También nos relataba que había estado varias veces en Morelia, dando conferencias y recitales y participando en tertulias literarias, invitado por la Revista Voces, dirigida por los poetas Enrique González Vázquez y el propio Ramón Martínez Ocaranza. También le publicaron varios poemas.
En1950, la Revista La Espiga y El Laurel promovió la publicación de su libro “Constelación Mayor”. En uno de sus números le publicaron su Ensayo sobre la Obra Poética de Pedro Garfias.

Años después, ya en la ciudad de México, escribió un artículo muy bonito en el periódico El Nacional, sobre uno de los primeros poemarios de mi papá: Avido Amor.
A mí me tocó conocer al Dr. Rafael de Buen Lozano, hermano del antes mencionado Dr. Fernando, quien llegó a Morelia con su esposa Matilde, en 1962, invitado por el recién nombrado Rector de la Universidad Michoacana Dr. Elí de Gortari; siendo el primer Director fundador de la Facultad de Altos Estudios “Melchor Ocampo”, donde se abrieron las Licenciaturas de Filosofía, Historia, Biología y Físico Matemáticas.

Dña. Mati fue una heroica mujer que combatió, al igual que el Dr. Rafael, en las filas del ejército republicano. A ambos les tocó presenciar el fusilamiento de sus respectivos hermanos y los dos estuvieron en un campo de concentración francés, antes de salir al exilio a Nicaragua. Estuvieron también en Venezuela y Guatemala. Aquí les tocó un golpe de Estado y al Dr. de Buen le quemaron su Biblioteca, incluyendo el original de una Historia de la Biología que estaba por publicarse.
Ellos vivieron en un edificio de departamentos en la calle de Antonio Alzate, a donde yo iba con frecuencia a visitarlos. Eran muy sencillos, educados, amables. El era un hombre ya grande, de pelo blanco, muy simpático a pesar de todo lo vivido. Ella era una mujer alta, esbelta, también amable pero de carácter fuerte. Yo, a mis 14-15 años, les tomé mucho cariño y admiración.

Los dos, aunque con su debida precaución por su calidad de extranjeros, apoyaron el movimiento estudiantil de 1963 en defensa de la Universidad y su Rector.
Antes de la guerra civil en su país, el Dr. Rafael al igual que su hermano Fernando, fue un destacado Oceanógrafo que también organizó y dirigió viajes de exploración e investigación por diversos mantos marinos.

El Dr. y su esposa murieron en Morelia y están sepultados en el Panteón Municipal de la ciudad.

Con esta cuarta parte concluyo, de momento, algo de lo mucho que puedo decir de ese trágica etapa vivida por el pueblo español, luego de haber logrado obtener el triunfo de la República, que sólo duró de 1931 a 1936, año en que se produce el golpe de Estado dirigido por el fascista Francisco Franco y que da lugar a la guerra civil que concluyó en 1939, con la derrota del Ejército Republicano y la instalación de la sangrienta Dictadura de Francisco Franco, que provocó, entre otras cosas, la salida al exilio de miles de españoles de diferentes ideologías, condición social, capacitación técnica, intelectuales, científicos y artistas de primer nivel.

Estos cuatro artículos los escribí como un homenaje a los miles de exiliados que fueron recibidos por el Gobierno del General Lázaro Cárdenas en 1939, hace 80 años, y que aportaron a México toda su experiencia en los campos de la industria, el comercio, los oficios, la investigación, la docencia, la cultura. Antes de su llegada, un pequeño grupo de intelectuales llegaron a fundar la Casa España, que fue la que recibió a los de 1939 y que posteriormente se convirtió en el prestigiado Colegio de México.

Juan Rejano.
Estuvo varias veces en Morelia dando conferencias y recitales y participando en tertulias literarias, invitado por la Revista Voces, en la que estaban Enrique González Vázquez y Ramón Martínez Ocaranza. También le publicaron varios poemas.
1950. La Revista La Espiga y El Laurel promovió la publicación de su libro “Constelación Mayor”. En uno de sus números le publicaron su Ensayo sobre la Obra Poética de Pedro Garfias.

8 julio, 2019
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