Rodrigo Caballero / Colaborador
Morelia, Michoacán.- Un tercio de la población juvenil en Michoacán, es decir, alrededor de alrededor de 344 mil 500 personas, forma parte de los jóvenes que ni estudian, ni trabajan conocidos como “Ninis”, según datos de la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) levantada en 2011.
En tanto, el secretario de los jóvenes en Michoacán, Francisco Lara Medina, aseguró el pasado 4 de agosto, que los ninis son un fenómeno que está a la baja en el estado. Sin citar ninguna fuente que lo respalde, el funcionario afirmó que cada vez más jóvenes pasantes realizan Servicio Social por lo que el fenómeno está a la baja.
Dentro de la cantidad exorbitante de jóvenes que ni estudian ni trabajan y las decenas de declaraciones sin sustento de los funcionarios de los tres niveles de gobierno, así como los cientos de comentarios que se pueden hacer al respecto, cabe preguntarse ¿qué hacen quienes son considerados ninis? y ¿por qué comenzaron a ser ninis en primer lugar?
En una encuesta realizada a jóvenes de los llamados ninis, ellos pudieron contar su parte de la historia, y revelar por qué ni estudian ni trabajan y qué hacen durante el día.
Los encuestados, que permitieron éste trabajo, viven en dos colonias con gran porcentaje de alumnos en activo en Morelia y relataron sus gustos personales, formas de pensar e historias que se presentan a continuación.
La Morelos y la Felicitas del Rio
En Morelia, la Ciudad Universitaria (CU) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) se encuentra justo enfrente del Panteón Municipal; los viernes por la tarde, en la zona se puede ver un desfile de alumnos universitarios que salen de los apartamentos y casas que rentan, en las colonias aledañas a CU, con el propósito del volver a sus lugares de origen.
Cientos de alumnos escapan de la rutina escolar para visitar a sus familiares en Tierra Caliente, Uruapan, Zamora, Pátzcuaro, Guerrero, Oaxaca y el Estado de México principalmente. Dejan atrás Morelia, la ciudad en la que estudian y a sus compañeros de clase.
“Bueno yo no me considero nini” relata Gaby de 17 años “de hecho trabajo con mi tía, le ayudo a vender ropa en el tianguis del Panteón los domingos y me gano unos pesos”. Los padres de Gaby son maestros de educación Primaria y ella estudió dos años de la preparatoria en la UMSNH hasta que reprobó más materias de las que podía y tuvo que salir por un año; ahora está en “bancaciones” como vulgarmente se le conoce.
A pesar de estar fuera de la escuela, Gaby mantiene una rutina similar, se levanta a las 8 de la mañana y ayuda a limpiar la casa, “pues la verdad porque mis papás me dicen”.
Estudió la primaria y secundaria en la zona y su promedio le ayudó a llegar a la prepa número dos Ingeniero Pascual Ortiz Rubio de la Michoacana. Quiere estudiar Biología “o algo por el estilo” y planea volver el próximo ciclo escolar.
Cosa de niños
“Pues mira, pregúntales a ellos que son mis sirvientes, apunta Josué señalando a sus dos amigos”, ellos, Antonio y Aziz responden el cuestionario mientras continúan jugando con sus celulares juegos como Angrybirds y Plantas contra Zombies.
Se trata de dos jóvenes de 14 años, legalmente la edad mínima para trabajar dentro del artículo 123 de la Constitución mexicana, ellos salen a la calle o al parque a jugar y no se han preguntado si volverán a la secundaria; los dos fueron juntos a la primaria “Constitución de 1814” y desde ahí se conocen; Josué es primo de uno de ellos y el jefe de la banda, como se hace llamar.
Les gustan las películas de carros y balazos, las caricaturas de Nickelodeon, Cartoon network y Disney. Su deporte favorito es el fútbol y lo que menos les gusta es estar en su casa, a menos que sea en la de Josué con su Xbox y su PlayStation Portable. Ni Antonio ni Aziz saben lo que son los ninis y nunca han sido llamados así a pesar que ni estudian ni trabajan.
-Pues sí pero el mío está más vergas – le dijo Josué al más joven de los tres, al finalizar la encuesta.
-Pero a ti te lo presta tu papá y el mío sí es mío – respondió Antonio sin dejarse apantallar por la respuesta de su amigo más grande.
-Aun así está más chido mira – revira mientras muestra su iPhone blanco.
-Pero a mí no me lo quitan porque es mío – refutó el joven de 14 años mostrando su Smartphone Samsung Pocket.
-Nel se me hace que ni es tuyo nomás que lo andas presumiendo – exclama mientras le da un zape en la cabeza que termina de una vez por todas con la discusión.
Los rechazados
Gabriel, Eduardo y Joel son estudiantes de la Prepa 2 “Ingeniero Pascual Ortiz Rubio”; conocidos de Gaby quien los presenta como “los rechazados” por no poder entrar a la Universidad Michoacana desde hace dos ciclos escolares. Sus programas favoritos de televisión son lo que pasan en los canales Discovery Channel, National Geographic y History.
Joel duda si ingresar al Movimiento de Aspirantes y Rechazados (MAR) sea la solución de sus problemas mientras que Gabriel y Eduardo ya son miembros activos del movimiento apoyado por la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL). Ambos muestran su carnet del MAR que les fue otorgado tras hacer los trámites para pertenecer al movimiento.
El MAR, supuestamente dirigido por moradores de casas de estudiante, es un grupo que busca ampliar los lugares para los rechazados o aspirantes a las carreras de la UMSNH y sus preparatorias que, acorde con el Consejo Técnico de la universidad, éste año podrían llegar a mil 500 jóvenes.
“Yo sí considero que no nos ayudan porque nosotros ya estábamos dentro de la Michoacana y nos dijeron que no teníamos problemas para entrar a CU (…) ya después nos dijeron que no podíamos entrar por errores administrativos y no sé qué por eso nos unimos al movimiento” declara Gabriel con un tono politizado producto de la asistencia a las reuniones del MAR. Mientras tanto se reúnen en un bar a comentar:
-A mí, mis papas no me dejan trabajar por eso no he buscado nada- declara Eduardo.
-No a mí tampoco, luego nos dicen que los rechazados somos huevones o que no queremos trabajar pero la verdad es que queremos estudiar por eso entramos al movimiento- señala Gabriel.
“Uno como sea pero los niños son los que sufren”
“Lorena” va a ser madre el próximo mes, “es mi regalo de navidad” afirma mientras se ríe. Tiene 21 años y actualmente ayuda a su mamá con el quehacer de la casa, durante la primaria comenzó a jugar voleibol y pensó que podría dejar la escuela para jugar profesionalmente. “Me salí a media secundaria y mis papas se enojaron conmigo, ya después, cuando quise terminar la secundaria me embaracé y pues aquí ando” dice a modo de resumen.
-¿Y qué hiciste estos años?
-Anduve pa´ arriba y pa´ abajo ja ja literal…
A pesar de los ocho meses su estómago no ha crecido demasiado, asegura que se cuida mucho y procura “no hacer cosas que no”. “Voy a checarme y me tomo lo que me da el doctor que es amigo de mi papá”.
-¿Tu papá es doctor?
-Si
-¿Alguna vez quisiste se doctora?
-Todavía quiero ser doctora, me gusta esa profesión.
-¿Qué es lo que te gusta?
-Pues cuidar a pacientes y tratar de ayudar, incluso para cuando tenga a mi hijo poderlo cuidarlo, como dicen las mamas ¿No? uno como sea pero los hijos son los
que sufren.
Hasta que el cuerpo aguante
José tiene una sonrisa imborrable y alcohólica, a las diez de la mañana todavía se tambalea de un lado al otro de la banqueta, trae una caguama de cerveza indio en su mano derecha y lo usa para hacer énfasis en cualquier expresión que necesite. “No ahorita no porque ando muy pedo y voy a decir puras pendejadas (…) o bueno que chingados venga la encuesta”.
Sus respuestas son concisas aunque van acompañadas de largas explicaciones, preguntas retóricas y expresiones como ¿O no? ¿Verdad que sí? ¿O tú que pensarías? Su padre es banquero, “me da no sé qué decirlo pero es banquero (…) porque nadie me cree, me dicen no mames pero es neta”.
“Yo voy mucho a las fiestas de otros compas, no soy tanto de antro ni bares sino de fiestecitas porque se conoce uno y no anda con güeyes que ni conoce ¿Verdad que sí?” se detiene antes de contestarse sin dar tiempo a que conteste alguien más “pues sí, por eso yo mejor en mi casa o en la casa de un compa y listo, hasta que el cuerpo aguante”.
“Bueno pues chavo, te dejo porque vivo lejos ¿o no? No te creas… hay la ves pues” apunta con su caguama y se aleja tambaleante entre los callejones más estrechos de la Felicitas del Rio.
Desde entonces Ni-ni´s
La primera vez que el término “ni-ni” fue publicado en un periódico de renombre fue en el diario español El País, en una nota del 22 de junio de 2009 titulada “Generación ‘ni-ni’: ni estudia ni trabaja”.
En esta, de acorde a datos de la encuesta de la organización Metroscopia, el periodista José Luis Barbería destaca a los ninis como jóvenes entre los 18 y los 34 años que no tienen ningún proyecto de vida y no se sienten ilusionados por tenerlo; una generación “apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar”.
Barbería destaca que no todos los ninis son iguales, los hay conformes e inconformes, letrados e iletrados y permanentes o temporales. No obstante, las clasificaciones nunca llegaron a discutirse y el concepto se expandió en América Latina.
Desde entonces el término entró al argot popular como un estilo de vida o un adjetivo descalificativo que acompaña a millones de jóvenes que no estudian ni trabajan. En 2012, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó, que entre las naciones dentro de su organización, México ocupaba el tercer lugar en población de ninis, después de Turquía e Israel, con 7 millones 820 mil jóvenes.
Hace unos meses, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) José Narro Robles, destacó que el Gobierno Federal debe atender a estos jóvenes o “México lo lamentará”.
“Necesitamos estar en una ruta que permita que efectivamente los jóvenes puedan tener acceso universal, cumpliendo los requerimientos académicos, al bachillerato. Y lo segundo, México necesita generar muchos más empleos, no es posible que la informalidad ocupe la mitad del campo laboral y en 35% de la productividad” afirmó en una entrevista al semanario Proceso.