Parácuaro, Michoacán.- El municipio de Parácuaro, Michoacán, es una de las zonas más violentas de la entidad en las últimas semanas debido a que grupos del crimen organizado se disputan el control del territorio.
Esa guerra entre cárteles provocó el desplazamiento de familias enteras de las comunidades de Tepehuaje, Maravatío y Ordeñitas.
En esa zona de la Tierra Caliente, ubicada a 190 kilómetros de la capital michoacana, la violencia y condiciones sociales han hecho que los niños se ilusionen con ser sicarios y servir al crimen organizado.
El párroco de Parácuaro, Adrián Alejandre Chávez, es testigo del miedo y zozobra en la que viven los habitantes de esa región, quienes ante la omisión del gobierno, claman ayuda a la Iglesia católica.
“Aparentemente hay un conflicto de control de territorio; yo desconozco con precisión quiénes son. Lo que sí conozco y me consta, los enfrentamientos que se dan de un grupo de aquí del pueblo con otro grupo”, expresó el párroco Adrián Alejandre, quien lamentó que la población sea la más afectada.
Uno de los retos, explicó el religioso, es alejar a las nuevas generaciones de las filas criminales, pues el deseo de muchos niños, es ser parte de los grupos delictivos que operan en su región.
“Hay muchos niños que incluso ya anhelan ser sicarios, porque les han metido la idea de andar en el ambiente materialista; los ven a ellos (delincuentes) con buenos vinos, buenas ropas, andar en camionetas último modelo, se dejan embaucar, empapar por ese tipo de vida”, sostuvo.
Y agregó: “Nosotros les estamos diciendo ‘no solo vean eso, ve todos los que estamos enterrando, todos los que les estamos celebrando misa, los pequeños que están siendo asesinados, los que están drogados y que están causando muchos problemas’. Yo estoy convencido que la solución de este problema no está en una estrategia gubernamental, está en la familia”, expresó el clérigo.
El padre Adrián, considerado como uno de los promotores de la paz en esta zona, recordó que también pide por los delincuentes, para que no sean juzgados por la población.
“Siempre les digo que pidamos por nuestros hermanos que se dedican a la violencia, que les llegue la conversión. Imprudentemente atacar a una persona o cierto grupo, nunca lo hago. Lo que sí les digo, que nunca vamos a valorar el tipo de vida dominado por la violencia y el pecado de estar siendo perseguidos a una vida de tranquilidad, de ver a todos a los ojos”, enfatizó.
El padre Adrián Alejandre, oriundo de Tepalcatepec –Tierra Caliente-, lleva 16 años en el sacerdocio, lapso en el que ha vivido momentos arduos por la operatividad de grupos criminales y el levantamiento en armas de grupos autodefensas.
“Me han tocado los enfrentamientos en el pueblo, aquí en la plaza. Estuve en la catedral de Apatzingán y me tocó la entrada de autodefensas; me tocó cuando incendiaron el Palacio Municipal, que detuvieron a un presidente; hubo ataques muy duros, armados, y en la misma ciudad me tocó observar camionetas con gente armada”, recordó.