La contundente victoria de Daniel Noboa en las elecciones presidenciales de Ecuador parece haber cerrado, al menos en lo inmediato, las puertas a cualquier intento serio por impugnar los resultados. Aunque la candidata opositora Luisa González denunció presuntas irregularidades la misma noche de los comicios, los más de 12 puntos porcentuales de diferencia —equivalentes a más de un millón de votos— complican el camino hacia una eventual reversión del resultado.
Expertos consultados por Sputnik señalaron que si bien hubo inconvenientes, como cambios de recintos de votación de último momento y la imposibilidad de votar desde Venezuela, estos no habrían sido determinantes. El politólogo Oswaldo Moreno explicó que la legislación ecuatoriana contempla mecanismos de impugnación, pero en este caso, el margen de diferencia reduce drásticamente las posibilidades de éxito. En la misma línea, el analista Santiago Carranco Paredes consideró que las irregularidades solo habrían sido decisivas en un escenario de empate técnico.
A nivel regional, la reacción de los gobiernos fue dispar. Algunos mandatarios, como la mexicana Claudia Sheinbaum o el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, se tomaron su tiempo antes de reconocer oficialmente la victoria de Noboa. Otros, como los presidentes de Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, lo hicieron de manera inmediata. Según Moreno, esta cautela obedece a la desconfianza generada por la intervención policial a la Embajada de México en Quito, un hecho que deterioró seriamente la imagen internacional de Noboa y lo dejó aislado en foros como la reciente Cumbre Iberoamericana en Cuenca, donde ningún jefe de Estado asistió.
En este contexto, el analista argentino Carlos Pereyra Mele advirtió que organismos como la CELAC deben manejar con sumo cuidado sus pronunciamientos para evitar caer en actitudes injerencistas, similares a las que ha protagonizado la OEA en otras crisis regionales. “Los cuestionamientos deben ser resueltos por las instancias jurídicas de Ecuador, no por presiones externas”, subrayó.
Para Carranco Paredes, la estrategia de la oposición correísta de no reconocer los resultados podría jugarle en contra, dado que aún conservan una importante base política y la posibilidad de mantener una mayoría legislativa aliada con Pachakutik. “Lo que estaba claro antes de la elección era que Ecuador no aguanta una crisis institucional más, por eso lo mejor que puede pasar es aceptar los resultados”, puntualizó.
Mientras tanto, la política exterior de Noboa sigue en entredicho. Su apuesta por una alianza estratégica con Estados Unidos —que incluye la eventual presencia de tropas extranjeras y bases militares— genera inquietud tanto dentro como fuera del país. Lejos de fortalecer su liderazgo regional, el presidente ecuatoriano ha profundizado su aislamiento.
Finalmente, Pereyra Mele descartó que la reelección de Noboa signifique un avance definitivo de un “eje proTrump” en América Latina junto a líderes como Nayib Bukele o Javier Milei. A su juicio, aunque hay coincidencias discursivas y ciertos alineamientos, existen también profundas diferencias que impiden hablar de un bloque homogéneo.
Con todo, el futuro de Ecuador sigue pendiendo del delicado equilibrio entre legitimidad interna, respeto a los marcos institucionales y una política exterior que no comprometa su ya debilitada posición regional.