A partir de la discusión y aprobación de la reforma energética de Enrique Peña Nieto, el término fracking empezó a sonar de manera más intensa en el panorama nacional. Conforme avanzó el tiempo, la población pudo adentrarse en el término y saber a qué se refería.
Hoy, a 10 meses de la promulgación de las leyes secundarias de la reforma que permitió la apertura del sector energético a la inversión privada, es más conocido que el fracking es una técnica empleada para extraer hidrocarburos del subsuelo, principalmente los denominados lutitas o Shale gas and oil, considerados como recursos no convencionales.
En México, tras descubrir zonas con alta riqueza de esta clase de hidrocarburos-como la cuenca de burgos localizada entre los estados de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León- es que se empezó a considerar la idea de utilizar el fracking, a pesar de que su implementación conlleva repercusiones a la naturaleza.
Entre otras cosas, esta técnica repercute contaminando fuentes de agua además que trastoca la disponibilidad del vital líquido pues necesita grandes cantidades para su implementación. Además que para ser empleada debe inyectarse un “coctel” de químicos a la tierra, lo cual puede traer riesgos considerables.
En un inicio, se daba la impresión que esta técnica era nueva y nunca había sido empleada en nuestro país, sin embargo la historia es otra.
De acuerdo a Cartocrítica, en México por lo menos desde 2003 la técnica de fracking ha sido ocupada por Petróleos Mexicanos (Pemex). En este sentido aclara que la actividad no ha quedado en manos directamente de la petrolera mexicana sino se ha contratado a empresas transnacionales como Halliburton, Schlumberger o Baker Hughes para realizar las acciones.
Asimismo detalla que en los últimos 12 años, se han perforado 924 pozos con esta técnica de fracturación hidráulica, sin que a la fecha haya información sobre el impacto ambiental de esta clase de proyectos.
Cartocrítica detalla que gracias a la información recopilada a través de la solicitud número 1857500000714, se puede conocer que el área de Pemex Exploración y Producción (PEP) ha utilizado esta técnica en estados como Coahuila, Nuevo León, Puebla, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz.
De igual forma, Cartocrítica señala que de acuerdo al documento de la Secretaría de Energía (SENER) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) denominado “Proyecto Aceite Terciario del Golfo. Primera revisión y recomendaciones”, 1,323 pozos han sido fracturados mediante esta técnica, tan sólo en este activo.
Con esto se da cuenta que la discrepancia de la información “sirve de muestra con respecto a la negativa constante del gobierno federal para transparentar información y datos referentes sobre la infraestructura petrolera del país”.
Esta situación, de acuerdo a Cartocrítica, permite que en la nación exista un panorama de desinformación sobre la actividad petrolera. Detalla que si bien esto no beneficia a la sociedad, si lo hace a las actividades que se realizan sin estándares sociales y ambientales.
“La opacidad con respecto a la infraestructura petrolera se extiende por diversos temas, entre otros: la ubicación geográfica de pozos y ductos, las especificaciones técnicas mínimas de cada pozo, la delimitación de los campos de hidrocarburos, la ubicación de los linderos de las rondas cero y uno, entre otros. Esto claro, sin entrar a los temas financieros”, demanda Cartocrítica.
Para finalizar, la Alianza Mexicana contra el Francking, ha dado a conocer que esta clase de prácticas se realizan sin la consulta ni el aval de las comunidades en donde se aplica. Además que como ya se mencionó no existen los estudios de impacto ambiental ni reglamentación que regule esta práctica, considerada como contaminante y dañina para la población.