¿Cuál debe ser la relación de las instituciones de Educación Superior con el Estado? Sin lugar a dudas, el primer rasgo distintivo es la cooperación para el logro de metas nacionales, bajo el entendido del respeto a la autonomía presupuestal, la organización institucional y la gobernanza (donde se incluye la designación interna de autoridades, la participación plural de la comunidad institucional y la eficiencia administrativa): estos deben ser los pilares de toda relación interinstitucional.
Además, debemos considerar que la clave de la calidad educativa está en las instituciones, en las políticas gubernamentales, en la integración y e integridad de sus actores. Si continuamos considerando al hecho educativo como una suma de particulares, en donde todos tienen la razón, nadie gana.
En la idea, en el discurso y en la práctica del pensamiento único, dominante, se siembran las semillas del totalitarismo, que tanto teme a la democracia como sinónimo de pluralidad intelectual y acción crítica. El totalitarismo, como la democracia, puede tener muchos rostros y, en más de uno, pueden llegar a confundirse (a través de enunciados polisémicos basados en conceptos como estabilidad social, compromiso institucional, liderazgo fuerte), pero en algo son irreconciliables: el pensamiento crítico y la puesta en duda de los conocimientos instituidos. Aquí,solamente el autoritarismo tiene la primera y la última palabra; no hay lugar para la incertidumbre y la diversidad. En este sentido, la historia de México, hasta hoy, es pendular, aunque con una fuerte tendencia a favorecer el pensamiento dominante a través del control institucional de la diversidad, considerada constantemente como algo fortuito y necesariamente controlable.
Más allá de estos sistemas institucionales de control social, es nuestro deber ciudadano trabajar para hacer entender que la participación plural y responsable en la vida institucional no significa otra cosa que el fortalecimento de la vida democrática y la distribución equitativa de funciones: una gestión por capricho y ocurrencia, por ejemplo, es la antítesis de la planeación por metas y objetivos, sustentada en proyectos de largo plazo, con puntos intermedios que permitan la autocrítica y la corrección cuando sea necesario.
Las instituciones educativas que han adoptado el discurso neoliberal, en donde la educación ha dejado de ser un derecho para convertirse en un servicio, sin comprender cabalmente sus alcances y perversas limitaciones, trabajan por capricho y ocurrencia en la medida en que ajustan sus acciones al “dictado de las circunstancias con que se escriben las políticas gubernamentales.
Es por esto que cobertura y diversificación, son dos elementos que no hemos sabido conjugar, lo cual, junto con la falta de vinculación social, hace que la difusión institucional se vuelva aleatoria y tangencial. ¿Qué programas han tenido mayor demanda y cómo sus egresados se han incorporado al mercado laboral? ¿Existe correspondencia entre la mayor demanda y la eficiencia terminal?
No podemos pensar en vanguardias (sustentadas en políticas de estado) si no equilibramos los desfases del pasado y pensamos en alternativas para el futuro. Entendida la educación como una mercancía no podemos ignorar que el negocio del aprendizaje está determinado por su producto estrella que es la didáctica de la enseñanza, en los mercados del consumo educativo. Las didácticas especializadas están determinadas por el tipo de público, identificado en la forma de sectorizar a la sociedad: consumidores de los servicios de la educación pública o privada, de zonas urbanas populares, marginadas, rurales, migrantes, clase media urbana, clase media profesionista, sector empresarial y sus derivados; educación moral tradicionalista, constructivista, tecnificada o por competencias.
Es aquí en donde el pensamiento crítico nos obliga a asumir que no debemos renunciar a la búsqueda de la verdad, aunque en esta búsqueda cometamos errores de interpretación que pueden llegar a poner en riesgo la vida y el orden preestablecido de organizaciones sociales y modos de vida.
Justo los momentos de crisis nos hacen reconocer paradojas que nos empujan a dudar del sentido de verdad y de la racionalidad de nuestras condiciones de vida. Solamente aquellos que permanentemente se guían por la ignorancia, se niegan a pensar siquiera la posibilidad de cambio.