Sexualidad


Prostituta, estudiante y escritora: una mezcla para terminar con los tabúes del sexo

En sociedades preponderantemente religiosas como la mexicana o la brasileña, hablar de sexualidad y, más específicamente, del sexo como una actividad lúdica representa un problema básico de comunicación. A puertas cerradas, la mayoría lo practica, incluso en maneras que probablemente jamás comentarían con conocidos. Pero cuando la luz pública acecha, cualquier discurso se vuelve doble, por el bien de la buena moral.

Gabriela Natália da Silva tiene 21 años. Recién egresada de la carrera de Letras por la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), maneja un blog bajo el seudónimo de Lola Benvenutti, como obvia alusión al famoso personaje de Vladimir Nabojov. A primera vista resaltan sus tatuajes, su boca siempre pintada de rojo brillante. Resalta, sobre todo, su juventud.

Ella no tiene problema en aceptar que es una escort. Lo dice públicamente en su blog y a cuanta persona le pregunte. Una de sus metas es romper el tabú del sexo. “Siempre me gustó el sexo, tenía ganas de trabajar con eso y no encontré nada mejor, lo hago porque me gusta”, dice en entrevista con G1.

Distinto a como sucede con otras mujeres jóvenes que trabajan de escorts para pagar sus carreras universitarias, Gabriela acepta que ella no tuvo la necesidad. “Soy inteligente, fui a la universidad del estado, [aún así] opté por trabajar de escort, ¿cuál es el problema?”

Sin embargo, esa apertura en su discurso en torno al sexo no existió siempre. Mientras estudiaba y trabajaba como escort, se manejó de manera discreta para evitar algún tipo de represalias por su identidad como prostituta.
Lola2

Su blog recibe alrededor de 2 mil visitas al día, y sirve tanto para escribir sus relatos como para mantener contacto con sus clientes y avivar la discusión en torno al placer del sexo. “Las personas son hipócritas, viven del sexo, ven pornografía, pero no hablan de eso porque les da vergüenza. Un montón de mujeres entra al blog y dice que le encantaría hacer lo que yo hago, pero no tienen el valor; de los hombres escucho las confesiones más locas e parece que cada vez más ese tabú del sexo es una tontería”, dijo Lola

Para Gabriela, escojer ser una profesional del sexo no fue obstáculo para terminar su carrera universitaria, ni dar clases después de graduarse. Su trabajo es derribar barreras. Sabe que es difícil conseguir trabajo en una escuela con su historial en la prostitución, pero está decidida a buscar la forma y demostrar que la prostitución, cuando se hace por gusto y en libertad, no es razón para sentir pena.

Desde una perspectiva moralista, la gente suele preguntarle qué despertó en ella ese interés descomunal por el sexo: “Todo el mundo quiere saber cuál fue el hecho que desencadenó esto, yo respondo que nada: mis padres fuero los mejores, mi educación fue óptima, entré directo en la universidad, hice una buena carrera…”

Pero, por más que luche contra el tabú, la misma sociedad la relega a mantenerse al margen. En su pueblo natal, causa alboroto cada que visita a su familia. “No voy mucho para allá, siento que cada vez que voy levanto el polvo de la discordia y los vecinos se la pasan haciendo comentarios. […] para mi madre la relación fue más difícil porque a ella le importa mucho lo que otros dicen”.

Con su padre la cosa no fue tan distinta. “Dejó de hablarme por seis meses, yo pensaba que sería por toda la vida, pero luego me gradué y él vino a verme. […] Dejó claro que no está de acuerdo con esto. Pero se quedó a mi lado y lo consiero un héroe porque nunca me abandonó”.

La gran aportación de Lola Benvenutti apunta hacia el discurso que manejan algunos luchadores contra la trata de blancas que  apuestan a que toda forma de prostitución es negativa. Mientras que la esclavitud de personas (en todas sus modalidades) debe perseguirse y castigarse, Benvenutti es un ejemplo vivo de que el sexo también puede ejercerse como negocio sin perder sus tintes de placer.

17 febrero, 2014
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