Ante el contexto de indignación que ha generado la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desde el pasado 26 de septiembre, y las fosas clandestinas encontradas durante las últimas semanas, ha quedado en evidencia que por lo menos otras 200 personas se encuentran desaparecidas en la entidad.
Sólo en lo que va del 2014, han sido hallados 50 restos de cadáveres en estado de putrefacción, además de ropa con sangre y otras evidencias.
En consecuencia, cerca de 200 representantes de familias con desaparecidos han comenzado a organizarse para recorrer y “excavar en todo el estado, que se ha convertido en un cementerio sin nombres”.
Mayra Vergara, por ejemplo, busca a su hermano Tomás, que desde hace dos años y medio fuera raptado y desaparecido en Huitzuco. Sin embargo el caso Ayotzinapa fue un incentivo para dejar de temer y callar, “hasta que vi lo de los muchachos (normalistas)”, por lo que se trasladó a Iguala. “¡Si supieran que no son sólo 43! ¡Si supieran que hay tantas madres llorando!”, expresó acerca de las diversas manifestaciones que se han presentado y la atención que ha puesto la prensa internacional en el asunto.
“Hemos llamado a la PGR (Procuraduría General de la República) y nos dicen que qué novedades les contamos… ¡Es una burla!”, agregó.
Luego de acudir a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y otros parientes de desaparecidos, Mayra obtuvo que la PGR le tomara muestras de ADN a ella y a su familia, para comparar los datos con los restos encontrados en las fosas clandestinas de Cerro Gordo.
“Estoy indignada porque desde hace un mes encontraron fosas y allí siguen sin acordonamiento, sin nada, como si esos restos fueran de perros”, denunció Vergara.
Por su parte, modesto Villalba Marcial, de 59 años, arribó a la iglesia de San Gerardo Mayela, donde organizaciones civiles recopilan muestras de ADN. El campesino busca indicios del paradero de su hijo, quien desapareció a los 20 años, el 24 de marzo de 2013, en Teloloapan.
Incluso desde Chiautla, Puebla, la familia Tapia Tapia llegó a Iguala para buscar a su hijo Marco, raptado por sujetos armados mientras atravesaba la carretera a Huehuetlán.
“Cada que veo reportajes de los 43 desaparecidos me pongo a llorar, porque ese dolor inmenso, sólo uno lo conoce”, relata Leonor Tapia, madre de Marco. Además explica que el GPS del teléfono de su hijo fue lo que los condujo hasta Iguala.