Fabián Cuellar/@FCuellar3_0
(21 de febrero, 2014).- El dolor de la madre por un hijo ausente. Las etapas posteriores al duelo. Las prácticas cotidianas de la negación. Paula perdió a su hijo, Daniel, y encontró un vicio. Su familia, lo que queda de ella, se va distanciando frente a sus ojos, no así frente a su mirada que todavía se encuentra fija en las reminiscencias del pasado casi cercano, de la vida del hijo ausente.
Stabat Mater, dirigida por David Jimenez Sánchez, expone las vivencias de una familia desmembrada y de los personajes que fueron testigos del desmembramiento. Casi azarosamente, como suele ocurrir en el día a día, sus vidas se entretejieron y, en sus dinámicas, todos se convirtieron en satélites de esa casa de nadie y de todos.
Sobre el escenario se entretejen estambres de distintos colores, que hacen las veces de espacio escénico y, al mismo tiempo, son una metáfora de los hilos que van tejiendo las vidas de las personas. A lo largo de la obra, los personajes tejen y cortan los estambres para empezar a tejer de nuevo, como funcionan las relaciones humanas, detrás de nuestros afanes destructivos y reconstructores.
Los diálogos no necesariamente van ligados a la acción. Jiménez Sánchez apuesta por el trabajo actoral, por que el texto se manifieste con un sentido desde el interior del actor, no desde sus movimientos. Las acciones vienen entre un diálogo y otro: danzas irlandesas, pasos de twist, una coregorafía con un ula ula hacen enfasis en las atmósferas que crea el lenguaje.
La propuesta busca ser aire fresco al teatro actual, sin embargo, deja varias cosas flotando lejos de la comprensión cabal del espectador. Aún así, deben resaltarse estos esfuerzos de llevar al teatro al siguiente nivel, con un trazo y acciones que exigen todavía más de los actores y proponen nuevas lecturas del trabajo escénico.
El título de la obra proviene de composiciones tanto plásticas como poéticas sobre el dolor de María al ver a Jesús crucificado. Desde el latín se puede traducir como “Estaba la madre…”, alusión a las primeras palabras de la composición en verso. Así vamos de la mano de Paula, de sus dolores, de las mentiras que se cuenta todo el tiempo a la espera de que Daniel aparezca por la puerta. Probablemente ni ella ni los demás personajes lleguen a ningún lado. Después de todo, así es la vida, que a veces se empeña en contradecir a quien afirma que “Dios no juega a los dados”. Stabat Mater nos hace creer en ese divino azar.
Las funciones son todos los jueves a las 20:00 horas, hasta el 27 de marzo, en el Teatro La Capilla.