Morelia, Michoacán. Pese a las múltiples nomas que existen en México y en Michoacán para la protección de los derechos de los niños, la realidad supera los controles que la normativa pretende lograr, ejemplo de ello es la cantidad de menores que deben laborar desde temprana edad para garantizar su sobrevivencia en la entidad.
En 2002 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció el 12 de junio como el Día Internacional contra el Trabajo Infantil, y de acuerdo con la ONU en la actualidad cerca de 168 millones de niños trabajan en el mundo, muchos de tiempo completo.
“Ellos no van a la escuela y no tienen tiempo para jugar. Muchos no reciben alimentación ni cuidados apropiados. Se les niega la oportunidad de ser niños. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados”.
De acuerdo a los datos de la UNICEF, uno de cada cinco niños que trabajan en nuestro país lo hacen para pagar la escuela o sus propios gastos.
Apunta además que en México uno de cada ocho niños entre los cinco y los 17 años trabaja, lo cual da una suma superior a los tres millones y medio de niños y niñas en ese rango de edad.
La población infantil que trabaja se ubica principalmente en las áreas menos urbanizadas del país. Aproximadamente siete de cada diez niños trabajadores vive en zonas rurales, y la diferencia entre géneros también es notable ya que el trabajo infantil tiene más incidencia en niños que en niñas (los niños trabajadores son casi el doble que las niñas, dos millones y medio frente a un millón doscientas mil), pero las estadísticas no hablan del impacto del trabajo doméstico, que afecta más a niñas que a niños (se calcula que un 60 por ciento de niños frente a un 72 por ciento de niñas).
Existen diferentes categorías en el trabajo infantil, por un lado está el empleo para trabajos ligeros; está el trabajo peligroso, que implica laborar en industrias por horarios prolongados, la trata de personas, el trabajo forzoso o en servidumbre, la explotación sexual comercial, y el empleo en actividades ilícitas y en conflictos armados.
También están los servicios domésticos no remunerados que se suministran durante horarios prolongados, y que suponen la manipulación de equipos peligrosos o cargas pesadas en lugares peligrosos.
Los menores trabajadores tienen que abandonar la escuela en muchos de los casos para poder laborar y así colaborar con el ingreso familiar.
En el caso de Michoacán, el Consejo Estatal de Población lo ubica en el lugar 14 del país en trabajo infantil, con cien mil menores laborando principalmente como jornaleros agrícolas, pues abarcan el 50 por ciento del total. De la población infantil jornalera el 41 por ciento no cuenta con educación primaria.
A pesar de que algunas de las tareas realizadas favorecen la transferencia de conocimientos entre generaciones y la seguridad alimentaria, la OIT señala que es importante diferenciar de tareas ligeras a aquellas que puedan causar daño físico o perjudicar el desarrollo de los niños, además de que el tiempo que pasan trabajando no interfiera con su descanso, actividades de esparcimiento, contacto familiar y asistencia escolar.
En este sentido, 29.7 por ciento de los niños ocupados en trabajos agropecuarios tienen una jornada de 35 y más horas laborales a la semana. Por otra parte, de los niños de 5 a 17 años ocupados en actividades agropecuarias 43.1 por ciento no asisten a la escuela.
El ámbito agropecuario abarca sectores como el de la agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca, y es considerado como uno de los más peligrosos, pues existe una mayor probabilidad de tener accidentes relacionados con el trabajo. De los niños de 5 a 17 años ocupados, 29.7 por ciento se encuentran realizando actividades de tipo agropecuario y de estos nueve de cada 10 (87.2 por ciento) son hombres, según datos del INEGI.
Asimismo reporta que el trabajo infantil está relacionado con el entorno social, cultural y económico de cada país o región, por lo que las causas son diversas; entre ellas se encuentra la pobreza, poco apoyo financiero para la educación, falta de empleos para adultos, entre otros aspectos.
Ante estas circunstancias los niños se exponen al riesgo de incorporarse al trabajo infantil para completar los ingresos familiares; es así que de los niños ocupados en actividades agropecuarias 44.9 por ciento expresan que el hogar al que pertenecen necesita de su trabajo.
Ahora bien, 14.7 por ciento de los niños ocupados en actividades agropecuarias declaran que al no trabajar el ingreso económico de su hogar se vería afectado.
Por otro lado, respecto de las repercusiones personales 34.7 por ciento declaran que si dejan de trabajar no aprenderían un oficio y con ello se volverían irresponsables.
Destaca el INEGI que el trabajo que desempeñan los niños ocupados en actividades agropecuarias, gran parte lo realizan para un familiar (75.3 por ciento), en tanto que 23 por ciento laboran para un no familiar y 1.7 por ciento por cuenta propia.
Son cuatro los municipios que el COESPO refiere con mayor índice de trabajo infantil: Chilchota, Coeneo, Yurécaro y Tanhuato.
En nuestro país, la mayoría de los niños trabajadores no lo hacen en un lugar fijo, es decir, el 62.1 por ciento lo hace en un empleo que no tiene local; y el 37.9 por ciento sí lo tienen.
Los motivos para laborar de los menores trabajadores van desde el pagar la escuela y los gastos (23.2%), consideran necesario su trabajo (22.4%), el gusto por ayudar (22.4%), aprender un oficio (13.5%), hasta la necesidad económica (8.7%), y por razones variadas (9.8%).