En menos de dos año, la presa de Umecuaro pasó de ser un embalse de aguas cristalinas a convertirse en un lodazal con residuos de maleza acuática en descomposición.
Ante la mirada de los colonos de la tenencia de Santiago Undameo, la presa se secó por efectos de la sequía, la extracción ilegal de agua y por el azolve acumulado.
[revo_gallery]
Los muelles de madera en los que alguna vez se rentaron kayaks, lanchas e incluso cañas de pescar, hoy se encuentran olvidados.
El impacto a nivel económico y social es alto; decenas de familias subsisten de la venta de alimentos a turistas y visitantes que llegaban a conocer el embalse.
Asimismo, las actividades relacionadas a la pesca también desaparecieron para la población ubicada a poco más de 20 minutos de la zona urbana de Morelia.
[revo_gallery]
A la rapiña de la presa siguen llegando los piperos. Unidades de hasta 30 mil litros deambulan discretamente en la zona y recargan el recurso que finalmente revenden a los morelianos.
[revo_gallery]
Pobladores de la comunidad, habían denunciado desde el 2019 e incluso recurrido a la Dirección de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Morelia, a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) sin obtener una respuesta de solución a la problemática ambiental.
Según estudios de la CONAGUA y el OOAPAS, la presa de Umécuaro está casi rellena de azolve de tipo orgánico, lo que le ha restado un volumen de cerca 30 por ciento del volumen inicial.
La degradación de Umecuaro es evidente a nivel de cuenca; desde la llegada a la zona sur de Morelia, el cambio ilegal de uso de suelo es evidente.
[revo_gallery]
A pocos metros del acceso a la población de Umecuaro se termina de construir una olla de agua, misma que en total flagrancia es llenada con agua que brota desde un pozo.
Las imágenes aéreas compiladas por Revolución 3.0 confirman que la mayor parte de la zona boscosa que alguna vez recargó a la presa fueron sustituidas por huertas de distintos frutos, incluidos los aguacates, berries y granos básicos.
