Fabián Cuellar / @FCuellar3_0
Con el Morro dos Irmãos de fondo, un grupo de activistas pertenecientes al movimiento brasileño Bastardxs se manifestó en la playa de Ipanema, en Rio de Janeiro, en contra de la violencia física y psicológica de la que son víctimas las mujeres.
Lideradas por Sara Winter, ex sextremista de FEMEN, distintas manifestantes portaron pancartas con mensajes que exigían respeto. Algunas con el cuerpo cubierto de pies a cabeza, y otras -como Winter- vestidas sólo con una prenda íntima, quisieron dejar en claro que “tenemos el derecho de vestirnos como queramos y donde queramos” y que la sociedad debe esforzarse más en “enseñar a los hombres a no someter a la mujer a ningún tipo de violencia, desde el estupro hasta los piropos”, estos últimos muy comunes en las ciudades brasileñas.
Bastardxs se ha mostrado como un movimiento más plural y menos extremo de lo que pretendía el ucraniano FEMEN con su efímera representación brasileña. A pesar de autodenominarse feminista, la ideología de las y los Bastardxs pretende buscar equidad, más que la supremacía femenina. También han adoptado la lucha contra la homofobia como una de sus principales causas.
Sus protestas no necesariamente van acompañadas del topless femenino (obligatorio en las protestas de las sextremistas ucranianas y sus filiales) y entre los principios presentados por la propia Sara Winter está el respeto a las creencias religiosas de la ciudadanía, un tema que FEMEN ha asociado con los orígenes del machismo.
En su página de Facebook, las Bastardxs declararon: “Estamos cansadas de ser molestadas, golpeadas, estupradas y culpadas por todo ello”. Durante la protesta en Ipanema, el mensaje en la pancarta de Winter era contundente: “Esto no es una invitación”.
En los últimos años, se ha evidenciado el crecimiento de delitos graves en contra de las niñas y mujeres en Brasil tales como prostitución infantil, trata de blancas, acoso sexual, entre otros. Según datos del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, por sus siglas en portugués), de 2009 a 2011, Brasil registró casi 20 mil feminicidios.