Por Diana Manrique Ascencio y Sofía Blanco Sixtos
La implantación del Neoliberalismo en México ha traido consigo la organización de cárteles y de una política fundamentada en la violencia. Las formas de presión y represión han formado parte de las estrategias políticas; México se ha convertido en un territorio de tránsito de personas, drogas y armas.
Esta guerra contra el narcofráfico, lejos de sembrar la calma y la paz en nuestro estado, se ha encrudecido. Las mujeres parece han sido parte del botín de guerra, que desde el 2006 se ha desatado; no ha mejorado el panorama y la violencia sigue siendo el tema presente en las noticias estatales, y parece que lo seguirá siendo al tener un ambiente jurídico de impunidad, donde los asesinatos sólo van engrosando las cifras de homicidios y no hay una respuesta certera que asegure su disminución.
Dentro de esta guerra que ha continuado el gobierno actual, ha demostrado poca preocupación hacía los feminicidios acontecidos en nuestro estado y en la república mexicana en general. Los casos de mujeres asesinadas y desaparecidas son tratados como casos aislados, secundarios, empero no se pueden considerar todas estas muertes como casos aislados, ni tampoco deben permanecer en el silencio ni en la invisibilidad pues ello implica ser excluidas de las problemáticas sociales de nuestro estado.
La palabra feminicidio, de acuerdo con la ONU “surge como expresión para evidenciar que la mayoría de los asesinatos de mujeres por parte de sus maridos, novios, padres, conocidos y también los cometidos por desconocidos, poseen un sustrato común en la misoginia, crímenes que constituyen (…) <>. Es, por tanto, un concepto que surge con una intención política: develar el sustrato sexista o misógino de estos crímenes que permanece oculto cuando se hace referencia a ellos a través de palabras neutras como homicidio o asesinato ” (ONU, 2009).
Los feminicidios cometidos en los últimos meses en el estado de Michoacán tienen un claro mensaje que son crímenes de odio hacía las mujeres, en un ambiente estatal donde reina la impunidad y con una escalada de violencia que ha ido en aumento desde el 2006 cuando el entonces presidente de la República, Felipe de Jesús Calderón lanza su guerra contra el narcotráfico en Michoacán.
Reconocemos que la violencia es una manifestación de control, de la expresión del poder sobre el otro a través del autoritarismo, la fuerza y los actos represivos, podemos entonces comprender que la violencia es un recurso utilizado en un mundo masculinizado para el control por el territorio, los bienes naturales y las mujeres.
El dominio y la lucha de poder han mostrado su peor cara a la vida de las mujeres; mujeres muertas, viudas, violadas, huerfanas, mutiladas. La crudeza con la que se lee es la misma con la que muchas viven día a día. Parece ser, que parte de los “costos” para obtener la “paz” son, cada vez más, las vidas de las mujeres.
Los feminicidios tienen un mensaje claro: atemorizar al resto de mujeres y lograr que no salgamos de los límites que nos fija una sociedad que re-produce la desigualdad entre géneros. Como lo dice Marcela Lagarde “Cuando se mata a una mujer hay pedagogía: sirve para que las demás nos enteremos, nos aterroricemos y tengamos miedo.
Que no seamos dueñas ni siquiera del espacio privado” ni de nuestros cuerpos. Por ello es que decimos que ¡cuando tocan a una nos tocan a todas!, Los feminicidios no son un problema que se queda en la familia de la mujer asesinada es un problema social que debe ser considerado con la misma magnitud como el genocidio.
Hasta el 2013 ocho entidades de nuestro país, encabezadas por el Estado de México, concentraban el 61 por ciento de los homicidios de mujeres por causa de género. En el interior de este grupo (estado de México, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Baja California, Jalisco, Michoacán y Veracruz), varios de sus municipios tienen el mayor número de casos, es decir, zonas que están significativamente por arriba del promedio nacional.
En el estado de Michoacán son los municipios de Lázaro Cárdenas y Morelia (Estudio nacional sobre todas las fuentes, orígenes y factores que producen y reproducen la violencia contra las mujeres – SeGob, La jornada ).
Durante los últimos años se ha mantenido al alza la estadística de feminicidios en Michoacán; el índice más alto se registró en 2012 con 117 casos, mientras que en 2009 se reportó el más bajo con 77 asesinatos. En el 2010 se registraron 89 casos, 90 en 2011, al igual que en 2013, según informes y datos de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Solo durante el mes de mayo del presente año, fueron cinco los casos de muertes de mujeres por violencia.
Un caso que ha conmovido e indigando a grupos de mujeres, feministas, asociaciones civiles ha sido el caso de Mallinali Saucedo Valdez una joven de 18 años, originaria de la Tenencia de Purechucho, municipio de Huetamo Michoacán estudiante de la preparatoria Número 2. “Pascual Ortiz Rubio”, una joven con gran interés y activismo por la ecología y el medio ambiente.
Según testimonio de la madre y padre de la joven, se le fue vista por última vez el día domingo 18 de mayo y dejó de responder a su familia el día lunes 19 de Mayo. Desde ese momento supieron que algo no estaba bien. “nosotros sabíamos que no la íbamos a encontrar con vida”
La madre y padre de Mallinali, nos dieron su testimonio, y relataron que la joven fue encontrada sin vida el día martes 20 de mayo en el municipio de Tarímbaro; con muchas señales de violencia y agresión severa y cruel en su cuerpo; comentaron que Mallinali era una joven sin problemas y con ideas de independencia y autosuficiencia; creció con una estrecha relación con su familia y constante comunicación, y que ella laboraba ocasionalmente y dedicaba parte de su tiempo a la escritura y lectura.
Mallinali vivía acompañada de otras tres jóvenes y el domingo 18 de junio ya no apareció, ni respondió al llamado de sus padres. Han indagado con pistas que puedan llevarles a las últimas personas que le vieron y el panorama ha sido cada vez mas turbio.
Las autoridades le relacionan con un crimen pasional, sin embargo por las circunstancias de salud por las que pasaba, le impedía poder establecer una relación de esa índole. Y de ello, su madre y padre comprenden las inquietudes que pudo haber vivido su hija como adolescente, sin embargo no atribuyen a ello los motivos del feminicidio, pues afirman: “Mayinalli, fue violentada por el hecho de ser mujer (…) encontrarle sin vida y con señales de violencia sexual, es señal de algo inhumano, de bestias.
Notamos que desde los primeros procedimientos de la averiguación por parte de ministerio público de Tarímbaro hasta la fecha por parte de Homicidios todo ha sido lento e incompetente”.
Morelia, representaba -como a muchas personas de interior del Estado- una oportunidad de trabajo y estudio, ahora es un riesgo por el hecho de ser mujeres poder salir tranquilamente sin ser violentadas, “como a nuestra hija muchas que viven aquí corren peligro de ser atacadas. Nadie da el derecho de que las ataquen.
Para los pobres no hay justicia ¿para las mujeres tampoco? (…) Lo triste es que las autoridades no hacen nada, este era un caso de 48 horas. Son unos bestias [sus asesinos], peor que animales, ahora entiendo tantas cosas, de padres que han perdido a sus hijos, el gobierno no hace las cosas como deben hacerlas, no proceden como deben.
Desde que nos encontraos con los del ministerio público de Tarímbaro y no procedieron adecuadamente para la investigación, muchas de las cosas que encontraron no aparece en la investigación”
Saben que el feminicidio de su hija no ha sido el único y que la impunidad prevalece en el Estado “No queremos que el caso de nuestra hija sea una cifra más una nota más (…) ¿qué va a pasar con nosotros? Todo mundo esta con miedo, nadie dice nada, ni denuncian si vieron algo por miedo”.
El sentimiento de inseguridad amenaza de la familia de Mallinali, al igual que muchos habitantes ante la escalada de violencia que se vive en la ciudad de Morelia y al interior del Estado. Aún está pendiente la implementación del protocolo amber y alba, con lo cual se ejecuta diversos dispositivos judiciales ante la desaparición de niñas/os y jóvenes.
El feminicidio en Michoacán es un tema silenciado y no visto desde las autoridades universitarias, municipales, estatales y nacionales. A la fecha, no ha habido declaraciones sobre los feminicidos acontecidos en las últimas semanas, al contrario según las autoridades “En Michoacán no pasa nada”.