Hace poco más de nueve meses la vida los habitantes del municipio de La Huacana, región de Tierra Caliente, Michoacán, sólo conocía una ley: horca o plomo. Enclave del cártel de Los Caballeros Templarios, este pueblo de poco más de 32 mil habitantes, se rebeló en contra del dominio de la delincuencia el 19 de diciembre del 2013.
Armados, conscientes de la locura que significaba estar atados a ese nuevo Estado, tomaron el municipio con la ayuda de otros alzados del municipio de Tepalcatepec.
En la refriega, murieron hombres y jóvenes. Las mujeres en tanto, a la mitad de dos fuegos cruzados, vieron a sus hijos desangrarse entre las secuelas de una guerra en contra del hampa. Y las huérfanas, las viudas y los pequeños, en el abandono, decidieron no darse por vencidas y tomaron las herramientas de trabajo para seguir.
Seguir rodeadas de un luto insoldable, la cabeza levantada, el coraje entre dientes y el descuido de las labores campesinas.
Por ejemplo, en el municipio de Zicuirán, con una población aproximada de 3 mil personas, de las cuales 8 de cada 10 son mujeres, acudieron a reforzar las barricadas para impedir la entrada de Templarios. En algún momento a finales de 2013, los criminales tenían “ahorcados” a Zicuirán y a La Huacana, por Ario de Rosales y la localidad de El Chauz, las únicas salidas por tierra del municipio.
“No dejamos que se metieran, pusimos barricadas y nos armamos con fusiles que nos dio Tepalcatepec. También de palos y piedras”, recordó Irma Angélica Ortiz, entrevistada por el periódico Reforma y hoy en la búsqueda de nuevas alternativas de vida ante la ola de sangre y terror que imperó por meses.
“Era un infierno estar aquí, pero nos defendimos. Ahora pedimos ayuda para sobrevivir”, secundó Lucía Vargas.
El Gobierno federal, a través de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, proyecta aterrizar seis cooperativas de mujeres que sirvan como resorte para impulsar la economía. Los primeros proyectos consisten en instalar una deshidratadora de productos del campo para su exportación al extranjero, una procesadora de melón; y llevar a cabo talleres para comercializar productos.
“Hubo dependencias del Gobierno, a las que estuvimos metiendo varias cooperativas, en Reforma Agraria, Sagarpa, pero nunca nos apoyaron. Nos recibían los proyectos, pero en eso se quedaba, y ahora viene directamente el apoyo”, recordó Erika Zárate Anguiano, una de las mujeres que se ha encargado del enlace con la Secretarías de Gobernación y de Economía.
De acuerdo con el programa federal, lo que se intenta es generar esquemas de cohesión social y participación ciudadana, reconciliar a la ciudadanía y desarrollar modelos y proyectos de reactivación económica.
Sin embargo aún no se ha previsto cómo se podrá reconstruir toda la estela de ruinas que dejó como saldo la guerra contra el tiempo criminal. Lo que sí es un hecho, es que en la orfandad, el trabajo al que se han empeñado va dando para comer y comenzar a imaginarlo. Tampoco se ha asegurado cómo no se cobrarán las deudas que los Templarios aún amenazan tomar en su poder.
Así es la vida en Tierra Caliente.