Antonio Aguilera / @gaaelico
Morelia, Michoacán.- Este 28 de junio del 2014 se celebran exactamente 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, que comenzó en territorio europeo pero que alcanzó todo los rumbos del planeta. Aquellos disparos que el Ejército Austro-Húngaro hizo ante Sarajevo, fueron las primeras municiones de las millones que se dispararían a lo largo del Siglo XX y de las miles que se siguen disparando hoy día en Ucrania o en Palestina. Y es que los conflictos territoriales, políticos y religiosos actuales tienen su origen en aquella “guerra que pondría fin a todas las guerras”.
De hecho, en un análisis riguroso, aquel conflicto a escala planetaria, también representó el primer conflicto de orden global, en donde la tecnología, la ciencia, el arte, la literatura y hasta el espectáculo fue forjado a fuerza de la competencia entre las grandes por exhibir su fuerza, su capacidad y su identidad ante el enemigo.
Hijas de la Gran Guerra, como se le conoce, son: el periodismo como actualmente lo conocemos; la subordinación de la tecnología a los intereses económicos y militares; la literatura y la crónica críticas y de largo aliento; los odios y las intolerancias raciales o religiosas; la ambición de un sistema global de comunicación, actualmente reflejado en el Internet; los grandes movimientos político-ideológicos; la desestabilización de Medio Oriente y el ascenso de EE.UU y la potencia mundial.
Un siglo después, los conflictos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos siguen interpelando porque nadie ha dado una respuesta a por qué no pudo evitarse y a por qué fue tan larga y destructiva. Aún hoy es difícil evitar el desconcierto al ver a esa Europa orgullosa y sofisticada, que había alcanzado un progreso cultural y económico único en la historia, encaminarse a una lucha salvaje.
Los enfrentamientos de hoy día en Ucrania, donde el imperio de Estados Unidos se juega su última carta de dominación, así como la masacre a mansalva que los judíos hacen en Palestina, tienen también su origen en los cañonazos del ejército de los Habsburgo en Serbia.
La Primera Guerra Mundial también modificó el mapa y las rutas económicas del planeta, y es el origen del modelo neoliberal, ese que hace dinero a costa de las guerras. También fue la tumba o laCaída de los Gigantes, como lo reseña la excelente novela de Ken Follet, la derrota de los regímenes absolutistas y el surgimiento de los imperios las empresas trasnacionales.
También hijas de la Gran Guerra son: General Motors, que nació en 1908 pero tuvo su gran crecimiento en la Guerra, o la IBM; también Hugo Boss que diseñó los intimidantes uniformes del ejército Alemán y posteriormente para los Nazis; los bancos que financiaron la guerra como J.P. Morgan o Barclays; la farmacéutica alemana Bayer, la creadora de gases y químicos tanto en la Primera Guerra como en el exterminio de millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial.
Pero también tuvieron su gran crecimiento empresas como Kodak, Allianz, Novartis, Nestlé, BMW, General Electric, la Krupp, entre otras.
La ciencia y la tecnología también tuvieron su gran lanzamiento en el conflicto europeo. La Gran Guerra valle fértil de armas militares e innovación tecnológica. Se crearon armas y artillería más seguras y eficientes. Se fabricaron tanques, lanzallamas y armas químicas; los científicos e ingenieros prosperaban para lograr la cúspide de sus carreras. Los vehículos motorizados y otras formas de transporte se mejoraron para abastecer de suministros al frente de forma más rápida, y esto aportó un gran paso hacia adelante para la industria automotriz.
Pero también se crearon otros productos, entonces temporales, para darles servicio a soldados y demás personas que se fue a la Gran Guerra: la toallas femeninas, creadas por la empresa estadounidense Kimberly-Clarck para atender las enfermeras de la Cruz Roja en el campo de batalla; las bolsas de té, impulsadas por compañía francesa, Teekanne, para ser destinadas a las trincheras; el reloj de pulsera, que pese a no ser inventados específicamente para la Primera Guerra Mundial, sin embargo su uso creció exponencialmente durante este período histórico.
También del primer enfrentamiento a escala global, emanaron las corrientes ideológicas que han controlado el destino de millones de personas en el último siglo: el fascismo italiano y alemán; el neoliberalismo norteamericano, el comunismo soviético y el sionismo, que desembocó en el estado de Israel, así como el terrorismo en todas sus expresiones.
Las circunstancias de la Gran Guerra son de una asombrosa modernidad: comenzó con un atentado cometido por terroristas suicidas, miembros de una red desperdigada en pequeñas células y con un culto a la muerte y la venganza; se desarrolló en un sistema internacional con fuerzas complejas e impredecibles, que incluía imperios declinantes, potencias emergentes, nacionalidades en pugna y una Alemania insatisfecha de su posición en Europa.
Al paso de los siglos, muchas de estas corrientes ideológicas radicales no han desaparecido del todo: por estos días consolidan fuerzas políticas xenófobas como el Frente Nacional en Francia o Amanecer Dorado en Grecia, así como el Bloque de Derecha en Ucrania, o los partidos de extremda derecha en Israel.
El horror que millones de hombres vivieron en las trincheras contribuyó a brutalizar no sólo la guerra: si en un conflicto no importaba la pérdida de vidas –el primer día de la ofensiva del Somme murieron 20 mil británicos, y al día siguiente su comandante ordenó un nuevo ataque- ¿por qué debían importar en la política?
Cuando el canciller británico, Edward Grey, supo el 4 de agosto de 1914 que era inevitable el ingreso de Gran Bretaña a la guerra, afirmó: “Las lámparas se apagan en toda Europa. No volveremos a verlas encendidas antes de morir”. No se equivocaba: murió en septiembre de 1933, pocos meses después de que el presidente alemán Paul von Hindenburg, comandante de las tropas que capitularon ante los aliados en 1918, designara canciller a un veterano de la Gran Guerra, Adolf Hitler. Europa se oscurecía aún más.
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