Lucero Ibarra Rojas / Colectivo Emancipaciones
¿Una alerta de violencia de género para Michoacán?
Michoacán se encuentra en investigación para determinar si se deben tomar medidas en el tema de la violencia de género. Una alerta de este tipo significaría dos cosas que hacen que los gobiernos se resistan a su declaración: 1. Hay violencia contra las mujeres, y 2. El Estado es ineficiente para remediarla y suele ser más bien responsable de promoverla.
Decía el Coordinador de Asuntos Jurídicos del INMUJERES, Pablo Navarrete Gutiérrez “la alerta de violencia de género ha sido concebida como un mecanismo protector de los derechos humanos de las mujeres en un contexto de violencia y como un mecanismo emergente de intervención del Estado, no como un elemento de sanción” (comunicado de prensa no. 34, marzo de 2014). Pero algo de sanción sí acompaña a la declaración de que el Estado necesita hacerse responsable de la implementación de políticas públicas que atiendan el problema de la violencia de género. Significa que los gobiernos son incapaces de garantizar la seguridad de la población, y que son incapaces de tomar cartas en contra de la violencia machista que es una epidemia en este país.
En México al gobierno le gusta decir que todo son “casos aislados”. Cientos… miles de “casos aislados” que se acumulan y evidencian la violencia que se vive en México. Dejemos entonces algo claro: no se necesita que el Estado sea el perpetrador directo de la violencia, aunque es aún peor la frecuencia con la que sí lo es, ni que los casos estén conectados. Los “casos aislados” dejan de serlo cuando sus números indican un contexto de muerte, y ese es un problema del Estado. La alerta de violencia de género es una declaración de que el sistema social entero es violento contra las mujeres en particular, y que las instituciones contribuyen. Esto se suma a un problema de violencia generalizado que padece Michoacán, a pesar del optimismo de ciertos agentes políticos.
¿Necesitamos una alerta? Las espeluznantes cifras de feminicidios dicen que sí. En México el tema de la violencia callejera se justifica como “tradición”. ¿Cuántas amigas y conocidas conocemos que viven relaciones de violencia en la pareja? Cualquiera que conozca el ámbito judicial sabe que las actitudes machistas son constantes y que incluso poner denuncias en tema de violencia de género es difícil porque una tiene que probar que “no se lo buscó”. ¿Y si las muertes son culpa de familiares, amigos o conocidos? ¡Entonces necesitamos una alerta porque en este país a las mujeres las matan familiares, amigos o conocidos! ¿Cómo es eso menos grave, menos problema o menos responsabilidad de un contexto institucional que no se hace cargo?
Pero más allá de la alerta, necesitamos más feminismo.
El año pasado estuve siguiendo algunas campañas en contra del feminismo donde hay muchas visiones desafortunadas y desinformadas sobre lo que se supone que el feminismo es. Más que una definición positiva, algunos fenómenos pueden acercarse a una agenda mediante una suerte de “definición negativa” y contingencia política y social. Así son los feminismos como resistencia a un status quo histórico de dominación machista. Se encuentran siempre en disputa porque las reivindicaciones son diferentes dependiendo de los obstáculos de cada momento histórico, y quizá es más relevante en lo que no es.
Por ejemplo, el feminismo no es odio a los hombres… en todo caso es odio al machismo. El feminismo tampoco es odio a la belleza. Muchos feminismos buscan más bien la aceptación de que no hay una sola manera de ser bella y a que este fin no debe ser esclavizante para las mujeres. Más aún, son las posturas feministas las que defienden el derecho de las mujeres a apropiarse de su cuerpo y de su imagen. Y el feminismo tampoco es odio a la familia. Se trata constantemente de que la maternidad sea una decisión y que las condiciones de esa decisión no sean onerosas tampoco.
(Si en este momento de la lectura se encuentra pensando en una persona que se dice feminista y le ataca constantemente. Quizá tendrían que solucionarlo con esa persona en particular y darse cuenta de que el feminismo está de su lado en la toma de decisiones sobre su vida.)
Para quienes estamos medianamente informadas de la violencia de género en México, la necesidad de más feminismo es mucho más que empatía. Pensemos hipotéticamente que las siguientes condiciones aplican a mi persona:
– No tiene una buena condición económica.
– No es católica.
– No es madre.
– No es esposa.
– Sale con falda corta a la calle.
– Sale de noche o a bares.
– Consume bebidas alcohólicas.
– Sale con hombres que no son su pareja.
¿Cada una de estas cosas abonan a que “me merezca” cualquier cosa que pueda pasarme? ¿Vale menos mi vida entre más corta sea mi falda? ¿Cuántos puntos de humanidad voy perdiendo? Son preguntas insultantes y sin embargo son preguntas que tendría que enfrentar si quisiera denunciar un caso de violencia, o que mi familia tendría que enfrentar si yo no estuviera en condiciones de hacerlo. Que quede claro: ninguno de los puntos anteriores justifica la violencia contra las mujeres.
Pero efectivamente la alerta de género aún no es una realidad, depende de la determinación de la Comisión que ahora investiga el caso. Este grupo de personas tiene la responsabilidad de determinar si Michoacán merece reconocerse en los problemas de machismo que siguen existiendo en una gran parte de la sociedad. Puede ser que en Michoacán nos hagan falta más alertas, pero definitivamente pocas nos van a sobrar. Muchas personas nos unimos a la iniciativa de la Asociación Humanas Sin Violencia A.C. y pedimos a la Comisión que digan por favor que los casos de violencia de género en Michoacán no están bien, no son menores y no son ignorables, y que el Estado tiene que hacer algo al respecto.
Y que sea este un paso en el camino de más feminismo en Michoacán.
Lucero Ibarra Rojas es integrante del Colectivo Emancipaciones. También es profesora de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y candidata a doctora por el Programa Internacional en Derecho y Sociedad “Renato Treves” de la Universidad de Milán.