Revolución 3.0

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Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el próximo 8 de marzo, quisimos reconocer a esas mujeres michoacanas que día a día se esfuerzan para alcanzar sus objetivos y que destacan por su empeño, inteligencia, y habilidad en su profesión u oficio.

Aunque sabemos que son miles y miles en todo el estado, diez de ellas nos relatan sus experiencias en los distintos ámbitos de sus vidas. Aquí dos de sus historias:

Con actitud positiva
Yunuén Vargas

Yunuén Vargas, de 39 años de edad, químico farmacobióloga.

Yunuén es química farmacobióloga de formación, pero actualmente trabaja como docente en el subsistema que ofrece educación media superior en Tzintzuntzan. Su pasatiempo favorito y manera para dejar a un lado el estrés es el básquetbol que lo practica desde los 11 años.

Casada y con una pequeña hija de 7 años, todas las mañanas de lunes a viernes conduce desde Morelia hasta Tzintzuntzan para impartir clases, lugar hasta donde la acompañamos para platicar con ella a cerca de su experiencia como mujer en los distintos ámbitos sociales en los que se desenvuelve.

Antes de dedicarse a la docencia trabajó en varios laboratorios que se dedican a los análisis clínicos microbiológicos en pacientes y análisis microbiológicos de agua y alimentos, donde el trato que recibió no fue equitativo, señala, no le permitían realizar todos los estudios que se necesitaban al interior porque los médicos le tenían más confianza a un varón que a una mujer.

No obstante, afirma que el trato hacia la mujeres es mucho menos complicado en lo laboral que en el deportivo.

Desde su perspectiva, las mujeres en el deporte no tienen suficiente apoyo, son varias disciplinas deportivas en las que existe esa situación, en particular en el básquetbol. Es complicado incluso para tener un entrenador, pues en ocasiones estos no quieren entrenar equipos femeniles, pues las etiquetan como problemáticas, débiles, o que no pueden llegar a más, “esta situación lleva mucho tiempo”, menciona.

“En la docencia creo que es un poquito más sencillo, desde que yo me acuerdo ha habido más maestras que maestros, entonces creo que somos un poquito más aceptadas, sin embargo han existido conflictos de equidad cuando tenemos directores varones, en ocasiones las propuestas que hacemos no tienen el mismo valor que el de un docente varón”.

“En el subsistema en el que estoy, hemos tenido hombres y mujeres de directores, los varones que tienen la ideología de que la mujer no tiene la suficiente capacidad para poder dar una buen resultado, son contados, creo que como docente no estamos tan mal en ese ámbito”, platica.

En resumen, confiesa que en los laboratorios nunca se dio el caso de que por cuestiones de género se otorgaran cargos de mayor jerarquía. En la docencia el número de profesores y profesoras casi es parejo, aunque los cargos directivos, pocos son los que ocupan las mujeres. Tampoco hay distinción salarial en el subsistema en el que ella está, sin embargo las mujeres reciben otras prestaciones que los hombres no.

¿Qué piensas del rol multifuncional de las mujeres?

“Ya no nos queda de otra de verdad, la sociedad en la que vivimos, la economía que desafortunadamente sufrimos ya no nos deja de otra. Es un rol cansadísimo, el ser mamá, ser maestra, química, esposa, cocinera… Yo creo que ahorita ya todas las mujeres lo vivimos, tal vez incluso hasta los hombres”.

“En el caso de mis esposo le toca también hacer el rol de mamá cuando yo no estoy y viceversa, pero son actividades que no nos queda de otra, hay que hacerlas y hay que hacerlas con la actitud positiva que nos corresponde, porque tenemos que hacerlo”.

Para Yunuén la equidad de género radica en el respeto, debe prevalecer el trato humanos sin caer en polarizaciones, se tienen que entender y respetar las características de cada individuo.

Momentos difíciles

“El momento más difícil al que me he enfrentado por ser mujer fue una ocasión que me tocó ser arbitro de un partido de básquet entre hombres. Me causó de verdad una frustración, recuerdo que en aquellos años prácticamente no había mujeres árbitros. En esa ocasión el calor del juego nos llevó a tomar medidas importantes como árbitro al grado que me mentaron la madre”.

“Uno sólo fue el que me la mentó, los demás no se atrevían a decirlo, enfrentarme a esa situación realmente fue frustrante, no sabía si contestar o no, creo que ese momento como mujer me “shokeó”.

“En ese momento creo que hubiese querido ser hombre para poder haber actuado de manera diferente o por los menos con las armas físicas que pudiera haber yo sacado para poder haber arreglado el asunto y no haber sido agredida por ser una árbitro mujer, creo que esa ha sido la situación más lamentable”.

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Emprendiendo
Ana Karen Cervantes

Ana Karen Cervantes, de 28 años, empresaria.

Con 21 años, Ana Karen decidió que no quería ser empleada toda su vida, así que pidió un préstamo y puso una lavandería, de la cual ella misma se hace cargo desde hace 7 años. Actualmente esta casada con dos hijos.

La primera lavandería que abrió fue en la colonia Industrial, poco después abrió una segunda en la colonia Nueva Chapultepec. Aproximadamente hace un año mudó las dos a la colonia Prados Verdes.

Al interior del local platicamos con ella, nos relata que decidió poner su negocio por la firme idea de no querer ser empleada toda su vida. Con 19 años y ser “sujeto de crédito” tuvo la esperanza de obtener un crédito que le permitiera emprender su propia empresa.

Se acercó a varias cajas de ahorro, pero no tuvo éxito. Señala que se lo negaron porque era demasiado joven, por ser mujer y no tener un historial crediticio. También le pedían un aval, a lo que un buen amigo de su papá le hizo el favor de serlo, sólo así pudo obtenerlo.

“Con la ayuda del amigo de mi papá obtuve el crédito, puse mi negocio, mes con mes lo estuve pagando. Después que terminé de pagarlo fui adquiriendo más maquinaria porque mi intensión siempre fue irme a lo grande, para tener algo qué dejarle en un futuro, si llegase a embarazarme, a mis hijos”.

“Después me casé, tuve a mi primer niño, fui contratando empleadas porque el trabajo comenzó a incrementarse, el negocio fue creciendo porque mi forma de trabajar es buena, creo yo”.

“En mi negocio se lava, se plancha, se dobla, se tiene un horario desde la 9 de la mañana, pero no hay una hora de salida fija, normalmente es a las ocho, pero el trabajo a veces es demasiado y vamos saliendo hasta las diez de la noche”.

Ana platica que al interior de su familia nuclear siempre ha tenido un trato igualitario, su papá nunca la ha puesto a ella o a su hermano por encima del otro. En el trabajo, al ser ella la patrona no lo ha vivido, sin embargo ha tenido situaciones con los clientes, quienes al verla muy joven preguntan por el “señor” o el dueño:

“Han habido personas que llegan y me preguntan -¿No se encuentra el señor?-. Yo les respondo ¿qué se les ofrece? -Queremos hablar con el dueño-. Yo soy la dueña, les respondo, entonces exclaman -¡Noo, tan chica y mujer!- ¡No me creen! Y me contestan con una sonrisa sarcástica, incluso de quienes más lo he sentido son de señoras ya grandes”.

“Las señoras han llegado decirme -Tu como empleada coméntale a tu patrón…- Ya ni siquiera discuto, les digo sí está bien. En esos momentos si he sentido un poco de discriminación, ya me da risa porque pienso, -bueno, así es la gente-”.

Respecto al rol multifuncional de la mujer, Ana nos platica cómo es la relación en el ámbito laboral y doméstico con su marido:

“Yo trabajo con mi marido muy a la par en mi negocio, aunque el también tiene el suyo, pero siempre me está ayudando con los niños y en el local, llegamos a la casa y me ayuda muchísimo, nos dividimos las tareas, uno atiende a los niños mientras el otro hace la cena; uno dobla la ropa y otro tiende las camas, siempre nos coordinamos”.

“Yo siento que como mujer a veces tenemos más la responsabilidad, por así decirlo, porque sabemos que somos las mujeres las que debemos que tener algo limpio, servido o listo, pero cuando trabajamos y mi marido ve que yo me canso igual que él, que hacemos las mismas actividades, él conmigo es muy diferente, en ese sentido no te puedo decir que hago más o menos que mi esposo”.

Ana, al igual que otras mujeres, aprendió en el seno familiar cuál es el “lugar” que debe tener una mujer en el hogar, fue educada por su abuela quien le enseñó su “obligación”, sin embargo trata de romper día a día con ese estereotipo tanto en su hogar como en el ámbito laboral.

“Como mujer emprendedora doy trabajo a otras personas sin importar la edad y el género, el chiste es que tengan ganas de trabajar, que lo hagan bien. No porque sea una lavandería y se tenga que planchar un hombre no lo va hacer, yo le enseñé a mi marido para que me ayude a trabajar”.

“Yo creo que así contribuyo mucho para que también ellas se puedan ir satisfechas de llevar una aportación a su casa y así su marido no le diga -Aquí yo soy el único que aporta-. Siento que en eso ayudo”.

Momentos difíciles

Uno de los momentos más difíciles por los que Ana atravesó fue cuando se embarazó de su primer hijo, aún no estaba casada con su marido, el decírselo a su familia le causaba mucha ansiedad, incluso su hermano le dijo que simplemente por ser mujer estaba mal visto.

“Fue una experiencia que todavía a la fecha la cuento, ahorita ya me da risa, pero años atrás me sentía muy frustrada porque ¿cómo iba a dar esa noticia? o ¿Cómo lo iba a tomar la gente si no estaba casada?”

Me juzgaron, a parte porque yo vengo de una familia muy conservadora, pero a la vez también te acogen sea la situación que sea. También me sentí con muchas ganas, porque como ya tenía algo mío, como dicen por ahí, no me mantenían; si me aceptaban, bien; sino, ni modo”.

Especial fotográfico

Mujeres que inspiran: Yunuén Vargas y Ana Karen Cervantes

Por: Revolución 3.0

Con actitud positiva
Yunuén Vargas

Emprendiendo
Ana Karen Cervantes

Conoce también las historias de Mónica Guzmán y Teresa Chavira, y Itzel Pichardo y Lila Paola Audifred

Con actitud positiva Yunuén Vargas

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Con actitud positiva
Yunuén Vargas

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