Corazón 3.0


Diego Armando Maradona: El cuerpo político argentino

Por: Lucía Copetti / EsDePolitólogos 

“En Argentina la cultura del «aguante» se devoró a todas las otras expresiones y prácticas sociales. Es como si diera lo mismo ir a un funeral, un acto político, un recital de música o a la cancha de fútbol.» ha expresado el teórico de la comunicación y los medios de comunicación argentino Carlos Alberto Scolari en las últimas horas en relación a las multitudinarias congregaciones de personas que lloran la muerte y despiden el mito futbolístico, político, cultural y social llamado Maradona. Al parecer, hablar de Diego Armando Maradona en Argentina, es hablar de un qué, y no un quién.”

Palabra mágica

Si hay algo en lo que coinciden muchas personas que han convivido con Maradona por largos períodos de tiempo, es que era imposible salir a la calle con el 10ñ sea donde fuere, hordas de fanáticos, periodistas y curiosos se acercaban donde estuviese Maradona para saludarlo, sacarse una foto o rescatar al menos una sonrisa en medio de la multitud.

El cuerpo de Maradona quedó preso de su nombre. En una época donde no existían las redes sociales y la televisión estaba recorriendo sus primeros pasos en color, un pibe nacido en el seno de una familia de bajos recursos en Villa Fiorito logra que su apellido y su foto lleguen hasta los lugares más recónditos del planeta. Si hoy nos detenemos a leer las redes sociales, podremos encontrar numerosos relatos de argentinos que se han salvado gracias a pronunciar la palabra mágica: “Maradona”. Hace más de cuarenta años que su nombre es sinónimo de Argentina.

 

 

Justo a tiempo

Cuando Maradona comienza a dar sus primeros pelotazos profesionales, Argentina estaba poniendo fin a su etapa más oscura. Mientras la última dictadura cívico-militar desaparecía a decenas de miles de personas, Maradona realiza su debut internacional contra Hungría en el ‘77. Tenía tan solo 16 años. Sin darnos cuenta, el Diego estaba llegando justo a tiempo.

A partir del ‘78, Maradona asciende al podio de los mejore jugadores del mundo. Aún así, se perdería el mundial de aquél año ya que no es convocado por Menotti. Algunas fuentes indican que la Junta Militar presionó a Menotti para meterlo al Beto Alonso, y delanteros sobraban en aquél entonces. Este detalle será el primero donde el cuerpo social se apropia del cuerpo de Maradona y le dice que hacer -o no hacer, en este caso.

Con el fracaso en la guerra de Malvinas, la Junta Militar dictatorial que gobernaba en Argentina comienza su proceso de declive. Finalmente, en el ‘83 vuelve la democracia al país: Raul Alfonsín es el nuevo presidente de Argentina.

El cuerpo social volvía a unificarse luego de seis años donde el silencio era considerado salud, donde todas las terminaciones nerviosas de este cuerpo fueron des-energizadas a fuerza de la tortura, el silencio o la muerte, imponiendo una desconexión entre sus miembros.

En este nuevo despertar del cuerpo social (un despertar diferente a todos los anteriores por lo oscuro y violento de su período en desconexión) el cuerpo de Diego Armando Maradona será fundamental.

 

 

 

 

Minuto 55: empezando en área argentina, Maradona eludió a cinco jugadores ingleses (Hoddle, Reid, Butcher, Fenwick y al portero Shilton), antes de anotar. Escasos minutos antes, el jugador argentino había convertido un gol con la mano, conocido como «la mano de Dios». El partido finalmente terminó 2-1 para Argentina, lo que le permitió clasificarse para las semifinales del Mundial México 86.

 

 

 

El cuerpo monstruoso de Diego Maradona

Para Sigmund Freud, el cuerpo no es una unidad, un objeto entero, sino que lo nombra como lugares del mismo. Estos lugares cobran significado de acuerdo a su uso sexual en un proceso que él denomina «transgresión anatómica»: hay ciertos lugares del cuerpo que reclaman el ser considerados y tratados a ellos mismos como genitales, de acuerdo al desarrollo de la pulsión sexual.

Esta concepción del cuerpo según Freud nos puede ayudar a reflexionar acerca del fenómeno que fue Maradona para la sociedad argentina.

Retomando la brevísima anotación historiográfica, a comienzos de los ’80 encontramos a un cuerpo social cuya pulsión de muerte dominaba cada uno de sus impulsos. No había estimulación del deseo posible bajo la dictadura. El único goce que se le permitió al pueblo argentino fue el fútbol.

Es interesante notar cómo ya en el mundial del ’78 la dictadura quiso utilizar a este deporte para constituir un lazo social que uniese a una sociedad dividida e individualizada bajo el paradigma neoliberal. Pero el fracaso de la guerra de Malvinas (y todo lo que había detrás de ello) dejó una huella tan profunda en el cuerpo social que éste no llega a ser capaz de reconstituirse en unidad o de sublimar la energía presente en aquél cuerpo social reprimido.

Esta energía social sería sublimada con la victoria de la Selección Argentina en el Mundial de México 86. En aquél mítico partido contra los ingleses, donde Diego Maradona convierte el gol de la «Mano de Dios» y el Gol Histórico, el cuerpo de Maradona deja de pertenecerle a Diego para representar a toda una nación. A partir de aquellos días, el nombre de Argentina iría unido al nombre de Diego Armando Maradona.

Desde que comenzó su carrera futbolística, el cuerpo de Maradona dejó de pertenecerle a su dueño. La sociedad argentina se aferró de sus logros y se apropió de su agencia. También operaban, por detrás, una serie de personajes oscuros: entrenadores, amigos poderosos y amigos del poder, presidentes, militares y una larguísima lista de personas que quisieron quedarse con una parte del cuerpo del Diego.

En esta enorme operación de sublimación de las pulsiones del cuerpo social, el cuerpo de Maradona fue dividido, segmentado y rearmado en un nuevo organismo. Cada terminación nerviosa de su cuerpo formó un punto de anclaje de los miedos, aspiraciones y esperanzas del pueblo argentino. En esta segmentación del cuerpo, cada parte se convirtió en una zona erógena para el deseo argentino.

 

 

 

 

Una pieza audiovisual producida por HBO en 2019, construye la figura Maradona, llena de gestas, fama y polémicas. Dirigida por el cineasta inglés Asif Kapadia, se centra en particular en otra conquista con el profundo sabor político que lo persiguió siempre: En 1987, saca campeón a un club pequeño del sur empobrecido italiano, la Società Sportiva Calcio Napoli. De ahí en más, será ídolo eterno de la ciudad de Nápoles.

 

 

 

Decia Freud en 1932: «Llamamos sublimación cierto tipo de modificación del fin y de cambio de objeto, en el cual entra en consideración nuestra valoración social». A partir de su aparición en la arena pública, el cuerpo de Diego Maradona atravesó una resignificación bajo la mirada atónita de un pueblo que observaba por televisión o en directo el surgimiento y ascenso de una leyenda viva. El silencio del desaparecido encontró voz en su grito de Gol, los caídos en Malvinas terminaron de ganarle la guerra a los ingleses mediante sus piernas. Dios se declaró argentino en su mano, y el pueblo argentino pudo respirar, reir y cantar a través de su sonrisa.

El cuerpo de Maradona, a partir de su segmentación, fue rearmado como un cuerpo monstruoso, un Frankestein moderno, que logró encarnar al espíritu de todo un país: La mano de Dios, las piernas del pueblo, la sonrisa de Doña Tota y los ojos, aquellos ojos llenos de esperanza y sueños, que iluminaban el camino para muchos desamparados y olvidados por el Estado y el capitalismo.

Las diferentes partes su cuerpo irían clausurando el horizonte del cuerpo social argentino. Esta operación se dio en los momentos donde el pueblo más lo necesitaba: al salir de la dictadura, al comienzo del menemismo, en la cumbre del ALCA, etc. En todos los momentos de crisis de Argentina de los últimos cuarenta años, el cuerpo de Diego Maradona permitió y habilitó a su alrededor la clausura del tejido social. Con los sucesivos momentos críticos que vivió el país, nuestra sociedad se ha visto permanentemente fragmentada, y ahí aparecía el Diez con su magia, poniendo a todo un país del mismo lado.

Maradona le puso espíritu al cuerpo argentino. Por eso hoy nos duele su pérdida, seamos amantes del fútbol o no. Y el mundo llora su tragedia, porque su muerte no fue la partida de un hombre sino la muerte de todo un país. Su cuerpo hacía décadas que ya no era suyo, sino nuestro.

Ayer Diego no se murió, porque su cuerpo tenía algo de cada argentino y argentina. En la fragmentación de su organismo, cada parte se convirtió en un instrumento de goce y placer, zonas erógenas para el goce público. Diego realizó en la cancha lo que tantas personas habían anhelado, y por esa misma razón su vida se convirtió en un exceso. ¿Cómo ponerle freno al goce de un cuerpo que era el motor del goce de millones de personas? El cuerpo de Maradona era la sublimación de toda la cultura argentina, paraíso de alegrías, soledades, sueños y carencias.

En estos días no faltarán quienes lo critiquen por sus consumos, sus acciones o actitudes, pero esa gente es incapaz de observar que la vida del Diego estaba íntimamente ligada a la vida de la sociedad argentina, que sus gustos y excentricidades se vinculaban con el ser argentino. Y con este ser, no hago referencia a una esencialismo barato: el pueblo argentino logró una relación simbiótica con Maradona como nunca pudo lograrlo con otro referente o ídolo cultural. Maradona era del pueblo y el pueblo era de Maradona. Aquellos que lo critican al Diez por sus actos íntimos esconden un profundo odio hacia la argentinidad, hacia lo popular y la cultura villera. No logran sentirse parte de la sociedad argentina y por ende no comprenden la pasión que se siente por el Pelusa; como no se sienten parte del cuerpo social, son incapaces de vivir al Diego desde el sentimiento y desde la pasión.

Maradona vehiculiza a lo largo de todo un país las pasiones y goces del pueblo. Pudo poner en movimientos, pases y goles los deseos de una sociedad aterrorizada por la dictadura, representar los anhelos y miedos de los desamparados de siempre, los excluídos del sistema. Como dije, ayer Diego no se murió. Se fue a jugar un partido a otra parte, pero su espíritu

quedará siempre entre nosotros, porque en la fragmentación de su cuerpo nos entregó una parte de su alma.

El espíritu de todo el pueblo argentino se hacía presente en ese abrazo después de cada gol de Maradona. Hoy, el espíritu de Maradona se hará presente en cada abrazo del pueblo. Porque Maradona no es un hombre, es mucho más que eso.

Maradona es un sentimiento. Y los sentimientos nunca mueren.

26 noviembre, 2020
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