Revolución 3.0

Por Salvador vinieron un 18 de mayo, ya por la tardecita, cuando en la Tierra Caliente de Michoacán el día arrastra los párpados agobiado por temperaturas que oscilan entre los 36 y 40 grados.

Lo levantaron como a tantos otros en Michoacán, en plena avenida principal, con testigos, sin necesidad del sigilo o complicidad de la noche, a fin de cuentas la impunidad y el miedo son siempre los mejores aliados en estos casos.

Salvador Adame Pardo era periodista en la Tierra Caliente michoacana. Ahí en Nueva Italia municipio de Múgica nació, creció, reporteó e incomodó. Ahí el 18 de mayo de 2017, buscaron ponerle punto final.

Dicen las abuelas que cuando estás ni quién se acuerde de ti, y ya que faltas todo mundo te echa de menos, trágica sentencia para quienes al amparo de palabra y pluma moldean el oficio periodístico a fuerza de rudeza e ímpetu en las regiones más agrestes del territorio nacional.

Y es que para hacer periodismo en la Tierra Caliente michoacana –como en otros muchos lugares de Michoacán y México- hay que aprender que la ley de la selva es norma fundamental, que andar a ras de tierra te cuesta el pellejo y que subirte a los árboles no siempre es garantía de sobrevivencia.

Cómo no tenerlo presente ahí donde la muerte puede cobrar hasta mil pesos para llevarte al privado, basta con que necesite unos centavos para poder andar “grifa” y hace el encargo.

Bien dice en voz baja Don Chava mientras vela los restos que aseguran son los de su hijo Salvador: “unos son los que matan y otros los que pagan por hacerlo”. Sólo eso dice porque la voz se ahoga en dolor y los 75 años sostenidos en un par de muletas parecen pesarle como nunca.

¿Cuánto habrá cobrado ese jueves la muerte por visitar a Salvador?, quién lo sabe, las investigaciones no dan razón de ello, con trabajos dan cuenta de un montón de casualidades y hebras deshilvanadas que sustentan las versiones oficiales, esas que en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán llaman líneas de investigación y que han servido para argumentar primero líos de faldas y deudas, y luego vínculos con la delincuencia, esas que no se jalan para saber sobre su trabajo periodístico, sobre los riesgos y amenazas que por él pasó.

Murmullos acumulan hojas y hojas en la carpeta de investigación de la autoridad estatal, murmullos que se dan por verdades en las llamadas pesquisas.

“Yo me di cuenta que Salvador tenía problemas económicos ya que se dice en Nueva Italia que le debe más de dos millones de pesos a productores de toronja, así como en Lombardía quedó a deber dinero, pero en si no sé a qué personas les debe; asimismo sé que Salvador aparte de su esposa tiene otras tres queridas pero no sé quiénes sean estas mujeres”, consigna en la investigación un informante de gobierno, esos que comúnmente se les conoce como “orejas”. Es toda la información que da.

Como anillo al dedo cae su testimonio de dos párrafos. Cuatro días antes el procurador del estado Martín Godoy Castro en conferencia de prensa había señalado como líneas de investigación los llamados líos de faldas y las presuntas deudas de Salvador. La indignación del gremio periodístico michoacano no se hizo esperar y la presión para que la autoridad sustentara su dicho precisaba elementos que lo justificaran.

La duda es sencillo sembrarla, regadita con rumores crece como enredadera en el ánimo de quien esté dispuesto a saborearla. Quizá por eso, no bien habían “levantado” a Salvador empezaron a correr versiones incriminándolo, hablando de presuntas relaciones con la delincuencia organizada, señalando que era informante, cuestionando su labor periodística, y ya luego acusando a su familia de lucrar con su desaparición.

“Muchas veces se pone en duda lo que hacemos los periodistas de Tierra Caliente porque piensan que tenemos relación con fulano, sutano o con el grupo perengano, habrá quien lo haya hecho así pero no es la generalidad. En esta región y municipios la delincuencia es vista por todo mundo, es algo que no se puede callar, como periodistas, como gente que vivimos y crecimos aquí hablamos con todo el mundo, tal vez no tengamos una relación de amistad o no tengamos compromiso con ellos, pero sabemos quiénes son y a qué se dedican, ¿qué nos toca para poder hacer nuestro trabajo?, hablar con todo el mundo, punto”.

Luis Antonio Ramos Arredondo es director del semanario “El Regional” y al igual que Salvador Adame nació, creció y ha desarrollado su labor periodística en Múgica, él conoce del estigma con que comúnmente suele calzarse a los periodistas en la Tierra Caliente.

“Es difícil en esta región hacer periodismo; muchas veces comentan los compañeros que vienen a hacer reportajes de la Ciudad de México, Estados Unidos o de otros países que no es tan complicado trabajar aquí, que ellos vinieron y no pasó nada, pero se olvidan que antes de llegar duraron dos meses hablando con el reportero del lugar para que él conversara con la gente e hiciera los contactos de las entrevistas.

“Vienen dos o tres días, hacen su trabajo, alborotan el panal y se van, no les pasa nada, nadie sabe bien a bien de dónde vienen, mucho menos en dónde viven, no tienen familia aquí ni los conoce nadie, pero uno que tiene toda la vida viviendo aquí y todo mundo nos conoce, pues es diferente. Aquí sí pasan cosas”.

Seis metros adelante, la casa en obra negra en que Salvador y su esposa Frida vivieron hasta mayo del 2017 hace las veces de sala velatoria para el periodista, a la distancia Luis Antonio observa y subraya: “es altamente complicado hacer periodismo libre en esta región, por eso cuando hablas y manifiestas las cosas como son, este es el final”.

Frente al voto de autocensura que la violencia ha impuesto a los periodistas de Tierra Caliente, algunos como Salvador se dieron a la tarea de proveer información a colegas de otros lugares. Quizá por eso se decía que era informante, porque sí, dotaba de información sobre lo que pasaba en la región a otros periodistas a los que la distancia los blinda de correr los riesgos que tienen aquellos que viven en ese lugar.

Marcha de periodistas en la ciudad de Morelia para exigir la aparición con vida de Salvador. 2017

Fotografías, datos y pormenores sobre la situación en la Tierra Caliente se han difundido en la prensa local y nacional bajo otras firmas al amparo de la información que proporcionaba Salvador.

Lo que pasa es que la Tierra Caliente michoacana no es cosa sencilla, la pobreza y el rezago social han teñido sus senderos y caminado de la mano de la violencia y de la presencia de grupos delictivos vinculados al narcotráfico, coronándola como una de las zonas más peligrosas del estado y del país.

Cuenta Álvaro García Pineda, un viejo periodista del estado –de esos que saben más por viejos que por diablos- que para poder hablar sobre periodismo en esa región primero tienes que conocerla, saber cómo es la gente de por allá porque de otra forma, no entiendes el significado de las cosas.

“La Tierra Caliente es una zona donde el temperamento por el calor los hace ser explosivos aunque se vean muy tranquilos. Siempre andan como si estuvieran dormidos, no se pueden mover tan rápido porque entonces el calor los deshidrata o cansa en un ratito, se mueven con mucha lentitud para aguantar el clima todo el día; sus reacciones siempre son hacia la violencia, pero eso es parte de su idiosincrasia, no es que sean violentos, simplemente son explosivos, no es que sean matones por naturaleza, son explosivos, temperamentales, pero no son de agarrar luego luego el arma, aunque obvio son más proclives a usarlas y enfrentarse en un duelo.

“Ser un periodista allá y ser tan crítico siempre va a herir susceptibilidades como en todos lados, pero en una zona en donde la tolerancia es así de delgadita es muy peligroso, por eso las condiciones en Tierra Caliente para un periodista son muy riesgosas”.

Una pequeña glorieta frente a la Casa de la Cultura de Morelia enmarca a Álvaro, él zambullido en el recuerdo y en el olor del café americano que tiene enfrente dice que Salvador no era de los comunicadores mesurados de Tierra Caliente, “no era de tener las críticas en el cajón ni mucho menos en bodega, a él se le daba la crítica con mucha facilidad y más cuando tenía las pruebas para poderla hacer.

“Salvador durante muchos años encontró cómo decir lo que ahí ocurría, porque nunca publicaba las cuestiones relacionadas con los problemas de inseguridad, siempre fueron asuntos de tipo social o de tipo administrativo, de funcionarios, se metió más a la parte de información general y eso le ayudó por lo menos a tener una carrera de tantito menos riesgo, por lo menos eso parecía porque ahora ya vimos que no”.

Sobre los riesgos en su trabajo Salvador estaba consiente, y las mayores preocupaciones sobrevinieron luego del seis de abril de 2016 cuando –durante la cobertura del desalojo de un plantón de mujeres frente a la Presidencia Municipal de Múgica- fue detenido por elementos de seguridad encabezados por el alcalde Salvador Ruiz Ruiz, quienes le propinarían a él y a su esposa Frida Urtiz Martínez una golpiza.

En esa ocasión Salvador y Frida pensaban que los iban a desaparecer, a él lo golpearon cuando quiso evitar que detuvieran a su mujer, lo metieron solo en una patrulla. A ella la subieron en otra en la que iban más mujeres detenidas, la tiraron al piso de la camioneta y la fueron golpeando y pateando todo el camino.

Ya luego a ambos los trasladaron solos en otra unidad y los trajeron paseando, a la espera de la orden que diera el alcalde. Gracias a que Salvador pudo publicar un mensaje en su cuenta de Facebook denunciando que los habían detenido y que hacía responsable a Ruiz Ruiz y al gobernador de lo que pudiera ocurrirles es que todo quedó en “una calentadita”.

“En el propio Canal él decía: ´todo lo que digo aquí es mi responsabilidad, y si algo quieren es directamente conmigo, a mi familia no la molesten´. Toda la familia le insistía ´Chava te van a hacer algo´ y contestaba ´no podemos callarnos para que sigan pasando más cosas´, así era él”, recuerda Frida, su compañera de vida y de labor.

“Después de que nos levantaron me dio un número de Artículo 19, me dijo que si llegaba a pasar algo que no dijera nada, que me fuera con mis hijos y que cuando regresara continuara trabajando, que no tuviera miedo. Con mucho respeto y amor hizo todo lo que hizo aún y cuando a veces no lo entendíamos o nos poníamos en contra, no comprendíamos de dónde sacaba tanta valentía”.

Los desencuentros entre Salvador y el alcalde de Múgica sobrevinieron en la medida en que el periodista empezó a denunciar irregularidades dentro de la administración, primero a través de denuncias públicas que hacían los habitantes del lugar y luego mediante documentación que iba recabando.

La primera medida de control que desde el gobierno municipal se pretendió ejercer fue a través del convenio de publicidad con el Canal 6TV, en donde jamás se arribó a acuerdo pues de 24 mil pesos al mes convenidos con la administración anterior, la de Ruiz Ruiz planteó dejar en diez mil pesos.

En 2016, un año antes de su desaparición, Salvador Adame y su esposa fueron detenidos y golpeados por órdenes del alcalde de Múgica.

Pero fue el caso de Ciudad Mujer lo que generó mayor tensión con el ayuntamiento. Era un proyecto anunciado por el Gobierno Federal para realizar en Múgica con recursos del Banco Interamericano y que daría atención a las mujeres de la región, sin embargo la omisión de la administración municipal para conseguir un terreno derivó en que el Gobierno del Estado determinara cambiar la sede al municipio de Huetamo.

El proyecto fue anunciado durante la administración municipal en Múgica del priista Casimiro Quezada Casillas, pero fue en la del perredista Salvador Ruiz Ruiz en donde se suscitarían los conflictos debido a la determinación de mudarlo a Huetamo.
Entonces se efectuó el plantón frente a la presidencia municipal y la tensión se acrecentó. Ahí desapareció el vocero del movimiento, un joven mecánico de nombre Juan García. Dicen algunos habitantes del lugar que lo “levantaron” en una camioneta con las mismas características de aquella en la que tiempo después se llevaron a Salvador Adame.
Luego fue Quezada Casillas el que desapareció a principios de octubre. Días antes lo había mandado llamar Salvador Ruiz Ruiz para hablar, para calmar las cosas, pero no llegaron a acuerdo. A él se lo llevaron en la noche, después de que estuvo con Salvador Adame y otros amigos comiendo mariscos y tomando unas cervezas. Se despidieron y ya no supieron más de él.

“En esta región ahora te das cuenta que es más peligroso hacer un trabajo periodístico de política que de seguridad, dices ¿cómo es posible que sea más seguro hablar de la delincuencia organizada que de funcionarios públicos?, ¿cómo es posible que sea más fácil que un funcionario público te señale, apunte y chingue a que lo haga la mafia?, ¿cómo es eso?, no hay lógica”, comenta Luis Antonio Ramos quien en julio de 2017 dio a conocer una carta dirigida a la opinión pública en la que hace responsable al edil de Múgica sobre cualquier incidente o accidente que pueda sufrir él o su familia.

Su padre Antonio Ramos Tafolla, es un viejo periodista de la Región de Tierra Caliente, él en mayo de 2016 haría pública otra carta dirigida a Salvador Ruiz Ruiz: “mi trabajo periodístico no lo vas a impedir y el pueblo de Múgica tendrá toda la información al respecto del problema que tú no has sabido atender por tu soberbia. Solo te reitero que desde hoy te hago responsable de lo que me pueda suceder.

La Libertad de Expresión, el derecho de prensa y el derecho de la sociedad a estar informada, son derechos constitucionales guardados en los artículos sexto y séptimo de la Carta Magna de nuestro país y la particular del estado, no son concesiones ni dádivas”.

La Tierra Caliente michoacana tiene su historia en lo que a desapariciones y asesinatos de periodistas se refiere. En noviembre de 2006, José Antonio García Apac, director del semanario ECO de la Cuenca de Tepalcatepec, fue desaparecido; en enero de 2008, desapareció Mauricio Estrada Zamora de la Opinión de Apatzingán; en junio de 2008, asesinaron a Miguel Ángel Villagómez Valle, director del periódico “La Noticia de Michoacán” de Lázaro Cárdenas, su cuerpo fue localizado en Guerrero; y el cinco de julio de 2010, Hugo Alfredo Olivera Cartas fue asesinado a balazos tras ser “levantado”.

Las autoridades dijeron que a Salvador lo mataron e incineraron, los restos que encontraron el 14 de junio de 2017 fueron finalmente aceptados en septiembre por la familia luego de ser sometidos a dos pruebas de ADN; los familiares acabaron por aceptar porque le dijeron que los peritos argentinos que querían para que hicieran las pruebas estaban muy ocupados, así que se resignaron a los resultados de los exámenes aplicados por las Procuraduría local y federal, aunque hasta la fecha no están convencidos del todo que sean los de Salvador.

A un año de su desaparición, el caso de Salvador Adame permanece impune, y aunque las autoridades estatales dieron a conocer en junio pasado avances de sus pesquisas con la hipótesis de que un líder delincuencial fue quien mandó secuestrar y asesinar al periodista a partir del dicho de un tercero, el asunto no está cerrado y las líneas de investigación a partir de su trabajo periodístico han sido desdeñadas.

El 23 de septiembre la familia de Salvador enterró en Nueva Italia los restos que les entregaron las autoridades, “estoy muy enojada… los hombres no deben llegar muertos a su casa”, diría Navidad –hija del periodista- ese día luego de desplomarse de rodillas ahogada en llanto tras ver el féretro. Es ese enojo, esa rabia, la que aún sigue presente hasta hoy día por la impunidad en el caso de Salvador Adame.

Salvador fue sepultado el 24 de septiembre, luego de que la familia aceptara sus restos tras ser sometidos a dos pruebas de ADN.

Derechos Humanos

A un año de su desaparición, Salvador Adame y el ser periodista en la Tierra Caliente

Por: Patricia Monreal