Todos lo hemos hecho, ¿no? ¿No?
Pudo haber ocurrido al beber demasiado, al estar en una relación estable, o simplemente al carecer de condones a la mano: hablo del sexo sin protección, que más que una opción de planificación familiar o un estilo de vida se convierte en la realidad de la vida sexual según ciertas cifas: un estudio de la Universidad de Duke reveló que el 31% de las mujeres estadunidenses de entre 15 y 24 años han tenido sexo sin protección al menos en una ocasión.
Honestamente, a nadie le gustan los condones, y muchas mujeres se sienten incómodas tomando pastillas anticonceptivas. ¿Es, pues, el coitus interrumptus un método anticonceptivo legítimo que depende del consentimiento de adultos responsables? Tal vez depende de lo que entendamos por “adultos responsables”.
Nuestra generación no puede culpar a la educación o a la ignorancia de no saber cómo utilizar un condón, ni puede decir que no sepa de las consecuencias del sexo sin protección (embarazos no deseados, enfermedades sexualmente transmitidas). Pero la periodista inglesa Rhiannon Lucy Cosslett realizó una investigación a escala local (es decir, preguntándole a sus amigas y conocidos) que le dejó claro que, a pesar de la educación sexual que han recibido los que hoy tienen entre 15 y 30 años, el coito interrumpido sigue siendo una elección recurrente como método anticonceptivo.
El coito interrumpido o método de retirada depende de la sensibilidad y control que el hombre tenga de su propio reflejo orgásmico, el cuál no siempre es el más lúcido (especialmente después de una noche de fiesta). Las mujeres asumen o confían en que su pareja eyaculará fuera de ellas, pues como los hombres, tampoco son fanáticas de los condones.
¿Y si los hombres tomaran pastillas anticonceptivas? Eso no será una opción viable en un futuro inmediato. A pesar de eso, según Cosslett, una vez que pruebas el método de retirada y ves que no has quedado embarazada ni contraído gonorrea, el miedo se vuelve un riesgo que cada vez más personas están dispuestas a correr.
Una vida sexual activa aumenta las probabilidades de contraer, al menos una vez en la vida, clamidia o alguna variedad de virus del papiloma humano, las cuales pasan sin síntomas en muchos casos. Según las agencias de salud de Inglaterra, los diagnósticos de enfermedades venéreas aumentaron 5% en 2012 en el grupo de edad de los menores de 25 años (entre los que se cuentan el 64% de todos los casos de clamidia en el país).
Pero lo increíble no es que los más jóvenes se contagien (tal vez suponiendo que el sexo “real” se parece al porno, que no es precisamente un ejemplo del uso consciente del condón), sino que los adultos en sus veintitantos, supuestamente “responsables” y “maduros”, que crecieron bombardeados por campañas de uso del condón y prevención del VIH aún sigan (o sigamos) arriesgándonos a tener sexo sin protección.
Pero consideremos las alternativas: el método del calendario (temperatura cervical, conteo de fechas de ovulación, etc.) parece incomprensible para muchas mujeres, en quienes recae, además, la prerrogativa de uso de la mayoría de métodos hormonales. Se dice que las mujeres deberían traer consigo condones siempre en su cartera, pero seguimos viendo como una especie de descortesía el sugerir su uso. ¿Vale la pena el riesgo? ¿Existen condiciones en que el método de retirada sea una opción legítima de planificación familiar?
Aunque no estamos apoyando abiertamente el sexo sin protección, lo cierto es que cada relación y cada pareja sexual se fija sus propias condiciones y reglas. Ser adultos no es simplemente “asumir el riesgo” de embarazarnos o contraer enfermedades venéreas, sino mantener una comunicación abierta sobre anticonceptivos con nuestras parejas sexuales, estables o casuales. Al menos dejar claro de qué se trata.
El método de retirada (el cual, utilizado correctamente, puede tener hasta 94% de efectividad en la prevención del embarazo, aunque protege un 0,0% de ETSs), conlleva, sin embargo, la obligación de someterse a análisis regulares de ETS. Todos aquellos que han recibido alguna vez resultados inocos en pruebas de VIH, VPH u otras enfermedades saben que es cierto eso de que “la verdad os hará libres.” Y probablemente los que han recibido resultados positivos también.