Daniela Morales / @Cercaffa
São Paulo (Brasil).- Poco antes de la inauguración del mundial de futbol las tensiones políticas y sociales en Brasil habían escalado a un grado tal que no eran pocos los que auguraban violentas confrontaciones entre manifestantes de diversos movimientos sociales y la Policía Militar brasileña, una policía en la que se invirtieron millones de dólares con el fin de garantizar la “tranquilidad” del evento organizado por la FIFA.
Al paso de los días las protestas antiCopa parecieron difuminarse y, aunque ha habido confrontaciones y ataques de la policía brasileña –incluso sobre espectadores que presionan para ingresar a los lugares donde la FIFA instaló pantallas para proyectar los partidos de futbol–, las protestas y la confrontación no han sido de la magnitud de lo que se había imaginado.
Lo que es importante comprender es que, contrario a lo que generalmente se ha difundido sobre la movilización social en Brasil, la protesta antiCopa no surgió de un día para otro y no tenía como fin último y único evitar la realización del torneo de futbol.
Las protestas antiCopa han sido sólo uno de los muchos cuestionamientos que a partir de junio del 2013 se levantaron en Brasil y que forman parte de una lucha más amplia por la reivindicación de derechos sociales que ha levantado una nueva generación de jóvenes avasallada por un vertiginoso proceso de privatización que alcanza cada vez más sectores básicos como el de la salud o la educación, así como de un aumento cada vez más claro de la criminalización de la protesta social que pone en riesgo derechos como el de la libre manifestación.
Este lunes, jóvenes estudiantes realizaron un acto de protesta en la principal avenida de São Paulo para exigir solución a un problema ambiental que pone en peligro el acceso a la educación de 4 mil 500 estudiantes de un campus de la Universidad de São Paulo que fue construido sobre un terreno contaminado con residuos tóxicos y que en enero del año pasado tuvo que ser clausurado por el peligro que representa para la población estudiantil.
La solución que hasta ahora dieron funcionarios estatales y universitarios fue dispersar a los estudiantes en diferentes edificios de la ciudad e incluso alquilar las instalaciones de universidades privadas para realizar las clases, por eso ahora, a un mes de que inicie el nuevo semestre en Brasil, los estudiantes reclaman garantías para conservar su matrícula y para tener espacios dignos, adecuados y públicos para estudiar, como explicó Ele en entrevista para Michoacán TresPuntoCero.
No se trata de una lucha ajena al contexto del mundial, los estudiantes cuestionan a través de consignas por qué el gobierno tuvo dinero para el mundial de futbol y no ha tenido recursos para construir un campus universitario en el que puedan iniciar el nuevo semestre.
Mariana, militante del movimiento Juventude às ruas! (juventud a las calles!) celebra que hoy la movilización social en Brasil esté cada vez más articulada y ratifica que fueron las protestas de junio de 2013 las que abrieron la puerta a cuestionamientos importantes como, entre muchos otros, el de los gastos “completamente arbitrarios, abusivos y sin participación popular” que se hicieron para la Copa del Mundo.
