Vestirse es una necesidad del ser humano, sin embargo, la forma en que lo hacemos está afectando más de lo que podríamos imaginar al mundo en el que vivimos.
No solo se trata de dejar de vestir con ropa hecha de piel o con textiles poco sustentables, el mayor problema es la cantidad de ropa que acumula cada ser humano.
De entre los millones de toneladas de ropa que se producen y consumen anualmente, sólo el 1 por ciento llega a reciclarse, de acuerdo con la Fundación Ellen MacArthur.
Cabe señalar que una buena parte de las piezas compradas ni siquiera alcanza su vida útilsino que es desechada luego de algunos meses.
De acuerdo con un reportaje realizado por Carmen Mañana para El País, si estos hábitos de consumo siguen como hasta ahora, para el año 2050, esta industria será responsable de generar el 25 por ciento de las emisiones globales de C02.
tirar una playera usada y remplazarla por otra sea capaz de contaminar a tal grado, aun que esto suene algo exagerado, pero este proceso hay que multiplicarlo por millones. Para que esa prenda desechada llegue a las manos del consumidor, toda una cadena tiene que desarrollarse, la producción de la tela, manufactura de la prenda (luz, agua, tintes, fuentes de calor, etc.), el empacado, transporte hasta la tienda o el distribuidor, el nuevo empaque con el que se entrega al consumidor.
La culpa no es del todo del consumidor, lo es en gran medida de la industria que cae vez más hace prendas para que no duren más que una temporada, es decir de 3 a 6 meses. Después de ese lapso de tiempo, las tendencias se renuevan y acarrean consigo nuevas exigencias que dejan fuera a la ropa que algunas semanas antes gustaba.
¿Qué se puede hacer para detener esta situación?
1.- Aplica el viejo y eficiente método de las tres erres: recicla, repara, reutiliza.
2.- Compra menos ropa.
3.- Busca productos de calidad que puedas usar en más de una temporada.
4.- Limpia tu guardarropa y organízalo; verás que mientras tú encuentras tesoros perdidos, alguien más agradece tus donaciones.