Antonio Aguilera / @gaaelico
La exhibición del video en donde aparecen dos integrantes del gremio periodístico estatal con Servando Gómez Martínez, de quien reciben dinero y hasta le solicitan apoyos para adquirir un equipo y hasta un vehículo, es un capítulo más en la ya larga crisis del periodismo michoacano, que en los últimos años se encuentra inmerso en una vorágine de violencia, amenazas, coerción, amenazas, ausencia de publicidad, crisis económica, represión gubernamental, acoso de grupos sociales, bajo nivel de investigación y ahora corrupción.
Estos elementos se suman a la división, falta de compañerismo, abierta rispidez y desinterés que persisten en el gremio periodístico. Más el evidente interés de orden comercial de los dueños y directivos de medios, para quienes sus trabajadores o el propio ejercicio periodístico pasan a un segundo plano.
A los periodistas de Michoacán nos duele el hecho de que colegas aparezcan sentados con el líder de una organización delictiva, sea cual fuere la forma mediante la cual llegaron a estar frente a él, lo cierto es que junto a ellos están siendo juzgado todo el gremio periodístico estatal. Considero que los periodistas no debemos de constituirnos en tribunal para juzgar a los colegas, pero uno de los principios de este oficio radica en que el periodista no debe ser la noticia en sí, sino siempre el medio.
Uno de los pilares del periodismo es la credibilidad, ya que se trata del rostro público del medio, pero el otro fundamental es la ética a la hora de ejercer el oficio.
Uno de los periodistas contemporáneos que ha sido ejemplo de la cobertura informativa en las horas más duras del acoso del crimen organizado hacia el gremio periodístico, el colombiano Javier Darío Restrepo, ha señalado en incontables ocasiones que “hay que entender que hay que entender que el periodismo no es cualquier otra profesión. Un periodista es un servidor de la sociedad”.
Las dudas éticas, sostiene, han “evolucionado” en tres etapas que ha observado desde que comenzó en el oficio en 1957 y que pasan de la comprensión de lo ético desde un punto de vista abstracto, al “seguimiento” a los manuales éticos hasta la época actual, donde este concepto “se refiere a ser excelentes personal y profesionalmente”.
Restrepo también vivió en lo personal importantes dudas y destaca como ejemplo un reportaje que elaboró para la televisión con base en una información facilitada por la Policía.
“Me dijeron que habían atrapado a una banda criminal y fuimos a grabarlo y un día después de haberlo emitido una mujer vino al canal a decirme que uno de los hombres que mostramos era su marido y que éste era incapaz de matar una mosca”, recordó.
El incidente bastó para sentar una de las máximas que expone ante quienes le piden consejo, esto es, desconfiar siempre de las fuentes oficiales.
Considero que uno de los errores del periodismo en Michoacán fue tratar de imitar o de seguir el comportamiento de las esferas políticas, y convertir al gremio en apéndice de la clase política estatal y nacional.
Este círculo vicioso, tan común en la época de la dictadura gubernamental del PRI de los 70 años, no se ha podido superar en Michoacán.
En este tenor, el periodismo hace las veces de amanuense o escriba al servicio del poder y no abona mucho en la práctica de una vida democrática.
La crítica periodística debe ser vista y analizada sin los prismas de los colores partidistas u ideológicos. Ya es tiempo de quitarle las etiquetas al gremio, que señalan con dejo de prejuicio que “éste u aquel son reporteros priístas, panistas o perredistas”.
Vuelvo a citar a Restrepo: “En el conflicto el periodista se asoma a dos facetas de lo humano: lo sórdido y lo digno. Al contemplar eso se debe dar un llamamiento en el interior del reportero a rechazar lo sórdido y a sumarse a lo más digno, y, para lograrlo, ayuda mucho el trabajo gremial”.
A los colegas que la opinión pública y el sórdido interés político sentaron en el banquillo de los acusados, se les debe otorgar el derecho a la réplica, a exponer sus argumentos. Ellos aparecen en ese video a título personal y no a nombre del gremio.
Y por otra parte, el gremio debe sacudirse las viejas rencillas y las diferencias, ya que el video de marras sólo nos ha venido a demostrar que los periodistas estamos realmente solos en este juego, y como dice la colega Marcela Turati: “Al principio había amenazas y no sabíamos qué hacer. Ahora los periodistas solitos nos organizamos para protegernos entre nosotros”.
Si solemos levantar la voz para decir “¡Prensa, No disparen!”, también tenemos que señalar “¡Prensa, no nos juzguen!”