Antonio Aguilera / @gaaelico
La venganza por despecho anida en algún rincón del corazón enmascarada de alivio al dolor. En la literatura, la venganza procede de dos estirpes: la primera como elemento inspirador y artístico, para iluminar zonas oscuras de la condición humana, y la otra, espuria, para saldar cuentas.
La literatura es la prueba de que la venganza no es un plato que se sirve frío sino hirviendo. Pero en política suelen ser otros los aquelarres.
La escritora inglesa Emily Brönte nos regaló hace ya 165 años una de las mayores tratados de la venganza con sus Cumbres Borrascosas, la cual narra la historia de una familia, sus conflictos por diferencias generacionales, económicas, de personalidad y de clase. El sugestivo título resulta adecuado para referirnos, por analogía, a las otras borrascas que se suscitan en estos momentos al interior del PRI michoacano.
Si bien Emily Brönte escribió una historia de amor y de venganza, de odio y locura, de vida y de muerte, en donde sus protagonistas Catherine Earnshaw y Heathcliff desarrollan una relación de dependencia mutua a lo largo de su vida, desde la infancia hasta más allá de la muerte, describe una venganza que se prolonga hasta el final.
A lo largo de su trayectoria partidista, tanto Fausto Vallejo como Ascensión Orihuela jamás se juraron una amistad a prueba de todo, sino por el contrario, siempre mantuvieron una fría relación de correligionarios, con grupos francamente confrontados. En no pocas ocasiones la búsqueda de la sobrevivencia política los unió, como fue la coyuntura electoral 2011.
En ese entonces, Ascensión Orihuela fue designado como vocero oficial del tricolor y de la campaña para gobernador de Fausto Vallejo, pero sin embargo el entonces ex alcalde solía poner tierra de por medio con el oriundo de Zitácuaro.
Este fue el último episodio de unidad entre ambos personajes. En su relación política, se fueron sumando, una tras otra, las historias de despecho, los engaños y las reconciliaciones. Finalmente, la traición y la venganza se adueñaron de la escena.
Fausto Vallejo y sus vástagos son hasta el momento la mayor carga con la que ha tenido que soportar el candidato del PRI al gobierno de Michoacán, Ascensión Orihuela Bárcenas, en la presente campaña. Las diferencias históricas entre ambos volvieron a resurgir en esta elección, y han sido el principal tema negativo que el abanderado priísta tiene que lidiar en la contienda.
Al tema Vallejo y de sus hijos, Orihuela le ha dedicado varias declaraciones en entrevistas y hasta en discursos de campaña. Previo al inicio de la elección, el 29 de marzo pasado, el dirigente estatal del PRI, Agustín Trujillo –que es el senador suplente de Orihuela Bárcenas- entrevió la posibilidad de expulsar del partido a Fausto Vallejo Figueroa “por traición, debido a que está apoyando a otras fuerzas políticas”.
Esta tónica del líder del PRI michoacano contra Fausto Vallejo se recrudeció en los primeros días de la presente campaña, en donde Ascensión Orihuela señaló que el ex gobernador debería de definir claramente “a quién apoya”, a lo que muy orondo el ex mandatario le contestó “a fuerza quieren que le vaya al América”.
El pasado 7 de abril, Fausto Vallejo declaró en entrevista a una radiodifusora que “voy a votar por Chon, pero hasta ahí” y respecto a la serie de críticas que recibió del dirigente del PRI, el ex gobernador señaló: “hay algunos líderes que salen a golpear, que parecen perrillos de barrio que salen a morder los tobillos. Y eso no se vale. Se alucina el dirigente de mi partido”.
Este viraje en las definiciones de Vallejo Figueroa respecto a la campaña del PRI, prendió los ánimos del equipo de Ascensión Orihuela Bárcenas, y proyecto la esperanza de la ansiada “reconciliación” entre ambos personajes históricos del priísmo michoacanos. El propio candidato priísta aseguró un día después que podría buscar al ex mandatario michoacano para sostener un encuentro y limar asperezas. La cita la programó para el pasado lunes 13 de abril.
Ese mismo 8 de abril, en un acto de campaña en Uruapan, Orihuela Bárcenas mandó un guiño al ex gobernador al declarar en las elecciones del 2011 los michoacanos eligieron en las urnas a autoridades “limpias, responsables y trabajadoras”.
Pero apenas el domingo 12 de abril, al darse a conocer la liberación de Rodrigo Vallejo Mora, Ascensión Orihuela subrayó que dicho suceso “ni me perjudica ni me beneficia” en su aspiración a la gubernatura de Michoacán.
El martes 14 de abril, tras darse a conocer que la Procuraduría General de la República (PGR) apelara la liberación de Rodrigo Vallejo Mora, Chon Orihuela refirió que espera “que al joven Vallejo se le aplique la ley, con un sentido de responsabilidad, y que no se afecte por presiones políticas o que no se diluya también por presiones políticas”.
Este miércoles, después de que el periodista Carlos Loret de Mola revelara nuevas imágenes de los encuentros de Rodrigo Vallejo con Servando Gómez Martínez ‘La Tuta’, donde incluso porta un arma de fuego, Chon Orihuela intentó que el affaire Vallejo no contamine más su campaña y señaló: “hoy por hoy descartaría el hecho de sumar a Fausto Vallejo Figueroa a nuestro proyecto político”. Y trató de deslindarse del tema al señalar que “es un tema relacionado con la ley. El joven Vallejo tiene más de 30 años, está grandecito para asumir sus responsabilidades”.
Y de plano, el también abanderado por el Partido Verde Ecologista dejó a un lado el interés mostrado hasta hace unos días por establecer un acercamiento con el ex gobernador del estado.
Ahora, mientras Orihuela trata de lavarse la cara del vallejismo para salvar su campaña, y mientras Fausto busca proteger legalmente a su vástago, se vuelven a anidar los rencores en esas dos almas, que son el sostén del priísmo michoacano en estos momentos, pero donde la venganza ya está soltando sus primeros hervores.