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Una investigación reciente demuestra que, a consecuencia del aumento de temperatura que ha registrado la Tierra en los últimos 30 años, las hojas de los árboles en primavera han comenzado a aparecer más pronto de lo habitual. Este fenómeno podría resultar perjudicial para todas las especies que viven en función de los cambios de estación regulados por la caída y la aparición de la hojas en los árboles.
De acuerdo con un estudio publicado por la revista ‘Nature‘, la salida de las hojas en los arboles caducifolios -aquellos que pierden su follaje cada año en función de la temperatura-, se ha acelerado en un promedio de 3,4 días por cada grado que ha aumentado la temperatura.
Cuando descienden las temperaturas y disminuye la radiación solar, los días se vuelven más cortos y los periodos de frío más largos. Por tanto, y con el fin de ahorrar energía para sobre vivir bajo esas condiciones, los árboles se deshacen de su hojas.
La investigación, basada en datos recogidos desde 1980 de siete especies arbóreas a lo largo de los bosques continentales europeos, demostró una aceleración en la aparición del follaje. Sin embargo, en los últimos 15 años se ha descubierto que el proceso se ha ralentizado en algunas especies, por paradójico que parezca.
El cambio climático no solo se ve reflejado en veranos más cálidos, sino que también ha suavizado las temperaturas de otoño e invierno, impidiendo que estas especies arbóreas alcancen la dosis de frío necesaria que les permita retoñar en primavera. Por tanto, el límite físico que tendrían las hojas a la hora de brotar relacionado con el fotoperiodo (o cantidad de radiación solar) se ve afectado, detalla el artículo.
El español Josep Peñuelas, coautor del estudio, señala: “El impacto de este fenómeno es enorme. Por un lado, el adelanto del brote hace que las hojas fijen más carbono, balanceando el exceso de emisiones. Pero, por el otro, produce efectos en cadena en todos los ecosistemas que acaban influyendo en cómo funciona todo el planeta”.