Fabián Cuellar/ @FCuellar3_0
(27 de febrero, 2014).- Cuatro edificios en distintos puntos de la Ciudad de México resumen la obra de Pedro Ramírez Vázquez: construcciones monumentales que privilegiaban el espacio público -los patios, las grandes plazas-; un sentido nacionalista impregnado en los símbolos, en los materiales; el recuerdo respetuoso de la historia; la búsqueda por instalar a México en la modernidad.
Los cuatro edificios mencionados abarcan cuatro de las pasiones que caracterizan a los mexicanos: la Basílica de Guadalupe (la religión), el Estadio Azteca (el fútbol), el Museo Nacional de Antropología (la historia nacional) y el Palacio Legislativo en San Lázaro (la política). Todos ellos son un referente de lo que significa México tanto para nacionales como para extranjeros.
El trabajo de Pedro Ramírez Vázquez se ha reunido en el libro Arquitectura. Pedro Ramírez Vázquez, editado por Miguel Ángel Porrúa y financiado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), a cargo del priista Jorge Carlos Ramírez Marín.
Fue en el Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología, que se presentó la primera edición de este libro. En un evento presidido por Ramírez Marín y Rafael Tovar y de Teresa, y moderado por Miguel Ángel Porrúa, personajes cercanos a Ramírez Vázquez hablaron sobre la importancia de su obra en la arquitectura mexicana actual.
Tovar y de Teresa dijo que los proyectos de Ramírez Vázquez “nacieron de un impulso y de una necesidad social” para convertirse en “obras socialmente últiles”. En su discurso destacó la construcción del propio Museo de Antropología, construido en tiempo récord: 19 meses.
En un video que mostraba imágenes del trabajo del arquitecto, acompañado de un audio donde expresaba sus motivaciones, su inspiración y sus anhelos, el auditorio escuchó cómo Pedro Ramírez Vázquez refrendaba su compromiso con “la justa existencia de equilibrio social” que, de no ser atendido, traería desencuentros entre gobierno y ciudadanos.
“Hay que estar conscientes de que a la explosión demográfica hay que responderle con una explosión de soluciones”, narraba entre sus preocupaciones.
Entre su trabajo social resaltan las Aulas rurales, modelos prefabricados de fácil construcción que, posteriormente, fueron replicados en distintos puntos del continente americano.
María Teresa Franco, directora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, mencionó que Ramírez Vázquez supo “mirar lo mexicano siempre desde una perspectiva actualizada”. Por ello, no asombra que lograra no sólo hacer edificios, sino símbolos monumentales de lo mexicano y referentes claros del poder del Estado.
Quizá uno de los mayores aciertos de Ramírez Vázquez fue su relación muy cercana con el poder y, sobre todo, con el Partido Revolucionario Institucional, que le permitió numerosas libertades a la hora de construir lo que su genio creaba. Al mismo tiempo, ya fuera el Palacio Legislativo o el Museo de Antropología, los gobernantes priistas en turno y el propio arquitecto aprovecharon para construir esa imagen de un gobierno magnánimo y poderoso.
Arquitectura. Pedro Ramírez Vázquez es una buena recopilación del legado de este arquitecto mexicano, quien además participó en la creación de este libro hasta su muerte en el 2013.
Mientras que una parte de su obra estuvo apegada a la edificación institucional, su trabajo llevó el nombre de México a distintos países en donde construyó pabellones, casas presidenciales, capillas, museos, entre otros.
Sin duda, no podemos separar la historia de la arquitectura mexicana moderna del trabajo de Pedro Ramírez Vázquez. Sin importar cuántas generaciones atraviesen sus plazas, crucen los umbrales de sus edificios, mientras sigan de pie, seguirán generando las mismas reacciones de asombro ante lo monumental de nuestra historia reciente.
Después de todo, como él mismo lo dijo: la arquitectura no es para verla, es para vivirla.
