Enrique Alvarado / @kikin_agz
(18 de marzo, 2014).- No son únicamente un pasional intercambio de saliva, donde los labios de una pareja se entrelazan durante unos momentos, de acuerdo con estudios realizados por instituciones universitarias, los besos tiene un gran impacto en el cerebro al grado de que con ellos los seres humanos podemos determinar el atractivo sexual de una persona y juzgar si son aptos para reproducirse con nosotros.
Éste es sólo uno de los múltiples efectos que, científicos de la Universidad de Oxford encontraron, provocan los besos en las personas, entre los que se encuentran la quema de 12 calorías, gracias al movimiento de 36 músculos, y al aumento en las pulsaciones del corazón, la cuales van de 60 a 100 latidos.
Otro de los “poderes” del beso, radica en la posibilidad de liberar hormonas, tales como las endorfinas, que generan una sensación placentera y tienen efecto analgésico. Éstas mismas hormonas son producidas en el cuerpo cada que se realiza alguna actividad física, se produce dolor o excitación, y sus efectos son similares a los del opio.
Al igual que Oxford, la Universidad de Princeton en Estados Unidos realizaron diversas investigaciones con los besos, donde determinaron que el cerebro de los humanos es capaz de identificar los labios de su pareja sin importar que se tengan los ojos cerrados o se encuentren en lugares cerrados y con poca luz.
De acuerdo con Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Burgos, en medio de un beso también es factible que otros sistemas de neurotransmisores y hormonas se relacionen, como el ácido gamma-aminobutírico o GABA, que modula las respuestas de tranquilidad o relajación, y el sistema que produce las endorfinas.
Con cada beso experimentado, el sistema límbico, ubicado en el centro del cerebro, realiza una transmisión de datos a otras zonas como la corteza o al tronco del encéfalo, que a su vez regula procesos como el ritmo cardiaco, la tensión arterial, el tono muscular, la salivación, la secreción hormonal y el mecanismo vegetativo de la respiración.
De esta forma, la acción de besarse no sólo se reduce a lo carnal y sus efectos corporales como la excitación y el deseo sexual, sino que engloba aspectos psicológicos y neuronales que pudieran ser más benéficos de lo que parece.