Sin estímulos fiscales o una ley que los resguarde, sin un censo incluso que los ubique como fuerza productiva, el sector alfarero registra una paulatina extinción en el estado y con ello la pérdida de técnicas artesanales, principalmente por la caída en la demanda de sus productos ante un clima de inseguridad que ahuyenta a los visitantes y que obliga a que los orfebres busquen subsistir en otras actividades como la albañilería o la migración hacia los Estados Unidos.
Así lo plantean los promotores de un encuentro de alfareros independientes que esperan dar continuidad a reuniones realizadas en Puebla, Veracruz y Oaxaca, quienes destacan como retos la unidad del sector para poder enfrentar tanto un entorno económico complicado, de plena “subsistencia diaria”, como el rescate de las técnicas que, afirman, han desaparecido gradualmente y que conlleva “la perdida de la memoria cultural”, consideró la artesana Angélica Morales Gámez, participante en una reunión preparatoria con Luis Manuel Morales Gámez de Tzintzuntzan, Ventura Hernández y Germán Hernández Cano, de Zinapécuaro; Nicolás Fabián y Herlinda Morales, de Santa Fe de la Laguna, y Maria Inés Leal García, de Capula, además de Francis Escobedo, de Apoyo Tramaluz AC, y Jaime Navia, de Gira Foresteria.
Entrevistados en Capula, señalan que se enfrenta un marco legal que en nada beneficia a los artesanos nacionales. Dan cuenta de que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, se generó un marco legal que no impulsa al sector y más bien lo condena a condiciones inequitativas al no ponderar las peculiaridades de su actividad y de sus empresas, por lo que la carga fiscal es onerosa al aplicarse “pareja”.
“Me cobran igual de impuestos que cualquier otro tipo de empresa; hay una forma a la hora de pagar impuestos, nosotros tenemos mermas, a todos nos ha pasado, que la producción no sale y de todas maneras los gastos siguen corriendo; investigué y hay una forma de que uno justifique las mermas para que el SAT no te pegue, pero realmente, ¿quién tiene acceso a eso? Creo que es una información que no está accesible para todos.
Si quieren una producción en forma, debe haber incentivos fiscales, porque muchos dicen, ¿para qué me voy a registrar?”, señala Gilberto Ramírez Bribiesca, del Taller Ardida, de Morelia.
Fuera de los alfareros ubicados en la Meseta Purépecha y localidades en el centro de la entidad, la situación es más complicada en municipios y comunidades alejadas del atractivo turístico, situación que se comparte a nivel nacional donde al igual que en el estado, se carece de un censo sobre el sector. “Si está bien en el centro o en los polos turísticos, ¿pero qué pasa con los de la Cañada, qué pasa con los de la Costa?”, se preguntan.
Señalan que al menos en el actual contexto es difícil que puedan controlar todo el proceso por sí mismos, por lo que los intermediarios “son muy importantes”, y señalan que compradores que vienen de otras entidades por sus productos, destacan, se convierte en un paliativo ante la caída del turismo en una entidad como Michoacán, aquejada por la violencia y la inseguridad pública. “Por ejemplo a mi viene gente de Baja California a comprar; yo no puedo vender, o me dedico a producir o me dedico a vender”, dice una de ellas. “Muchos están saliendo a las plazas y están involucrándose tanto en el mercado, que dejan de producir en sus casas por irse a cuidar”.
“Rescatar al artesano, buscar unirnos un poco más, no hay ventas, obviamente van a buscar otra ocupación, se van de albañiles o mojados, al otro lado, es grave porque estamos perdiendo la memoria cultural de nuestra historia y además hay que rescatar las técnicas, que estamos perdiendo”, señala Morales Gámez, quien aduce que la diversificación de las ventas los obliga a buscar espacios en ferias y galerías, además de que se debe garantizar al turismo “que hay seguridad, es importante que aseguremos esto, si no la gente no va a venir”.
El encuentro que promueven, tentativamente de tres días de duración, se realizará en noviembre próximo y en el mismo esperan responder varias de las cuestionantes planteadas y, sobre todo, avanzar en la unidad de los alfareros además de mantener un “intercambio de saberes”, donde los participantes se alternan en el rol de maestros y otros de alumnos para compartir sus técnicas, dice Nicolás Fabián.
“Los alfareros tenemos la mala fama de ser muy celosos de lo que sabemos, cuando ya estás en el proceso o más estable, pero al encontrarte con otro alfarero, te enriqueces de lo que él sabe, lo menos que puede hacerse, es que lo que tú sabes, se lo pasas al otro compañero, eso es lo importante de un encuentro alfarero”, señala.