Ilustración: Pe Aguilar
(23 de diciembre, 2014).- “No fue un accidente, no fue algo planeado de último instante por un alcalde y una policía municipal sin armamento, fue un asunto perfectamente orquestado”, señaló Anabel Hernández en referencia a la desaparición de los 43 normalistas en el estado de Guerrero.
En entrevista con MVS Radio, la periodista presentó pruebas de que el gobierno federal ha contado una historia ficticia sobre la noche del ataque a los estudiantes.
Según la autora de “Los señores del narco”, hasta antes del 13 de diciembre, fecha en que el semanario Proceso publicó su reportaje “Iguala: la historia no oficial”, el gobierno federal había omitido mencionar la participación de la Policía Federal en los hechos del 26 de septiembre.
En la investigación realizada conjuntamente con Steve Fisher, Anabel Hernández relata que desde las 17:59 de aquella tarde, el Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) de Chilpancingo tuvo conocimiento de que dos autobuses salieron de Ayotzinapa con dirección a Iguala.
Entre los documentos que acreditan la versión de Anabel destaca una ficha informativa con folio 02370, la cual fue fiermada por José Adame Bautista, coordinador operativo de la región norte de la SSP del estado de Guerrero.
En dicho documento se menciona que desde las 17:59 horas del 26 de septiembre, el C4 de Chilpancingo reportó la salida de 2 autobuses de la línea Estrella de Oro que se dirigían a Iguala.
Los camiones, con número 1568 y 1531, fueron el blanco del ataque, asevera Anabel Hernández.
“¿Por qué los estudiantes estaban siendo monitoreados por el gobierno federal y el estatal?”, cuestiona la periodista, quien también posee copia de la primera inspección ocular realizada por el Ministerio Público del distrito judicial de Hidalgo, Guerrero.
El documentado, realizado con base en la revisión hecha a los camiones a las 03: 20 am del 27 de septiembre, apunta que el camión con número 1568, placas 562 HS3 fue el más balaceado y presentaba pinchadura de neumáticos, las ventanillas laterales estaban rotas y había rastros de sangre en el asiento del piloto, las escaleras, pasillo y asientos.
Asimismo, en esa primera revisión se dio constancia de que el autobús 1531 fue interceptado en el tramo Iguala-Mezcala, de la carretera México-Acapulco, donde se le poncharon las llantas. Adentro del vehículo también se encontraron piedras y rastros de gas lacrimógeno.
Con base en esos dos documentos y en las declaraciones de estudiantes que sobrevivieron al ataque, Anabel Hernández concluye: “El ataque fue planeado y el blanco fueron los dos camiones monitoreados por el C4. No había ningún móvil para que Abarca ordenara que se detuviera a los estudiantes, pues su evento político terminó dos horas antes de que empezara la balacera”.